15 mayo, 2021

Cumpleaños y reencuentros

 



A Coruña, 13 de mayo, Coliseum. Orquesta Sinfónica de Galicia. Dima Slobodeniouk, director. Elisabeth Leonskaja, piano. Programa: Andrezj Panufnik, Sinfonía número 6, ‘Mística’; Johannes Brahms, Concierto para piano y orquesta número 2 en si bemol mayor, op. 83. Concierto con el apoyo de la Xunta de Galicia y el Xacobeo 21-22


Este texto no es una crítica al uso –nunca las hago de conciertos en los que he colaborado –generalmente, escribiendo las notas al programa, como las de este- sino la crónica muy personal de un reencuentro. Volver a estar cerca de alguien querido, de un lugar añorado se desea y espera más cuanto más larga es la ausencia. Es entonces cuando acucia la necesidad de aprovechar la primera ocasión para la vuelta, ya sea una fiesta señalada en el calendario o una celebración familiar.

La Orquesta Sinfónica de Galicia cumple este sábado 29 años. El entonces llamado Palacio de Congresos-Auditorio de La Coruña acogió su primer concierto, al que tuve la fortuna de asistir, el 15 de mayo de 1992. Estar presente en el nacimiento de una orquesta es un acontecimiento que rara vez se produce. Yo he tenido la inmensa suerte estar en el de tres: el de la Orquesta de RTVE en mayo de 1965; el de la Orquesta Sinfónica de Galicia el 15 de mayo de 1992 y el de la Real Filharmonía de Galicia el 29 de Febrero de 1996.


Programa concierto inaugural OSG



Esto ha supuesto el establecimiento de un vínculo afectivo que ha venido desarrollándose a lo largo de años; de forma especial con las dos grandes orquestas gallegas, que no en vano dicen -y es cierto- que el roce hace el cariño. Mi apego a ambas formaciones se ha mantenido intacto e incluso ha aumentado durante estos meses de separación física porque, parafraseando la letra del bolero La barca, “Dicen que a distancia es el olvido // pero yo no concibo esa razón”.

Así pues, dado que el aniversario llegaba cuando habían pasado ocho días después de completar mi vacunación contra el Covid-19 en Expocoruña, a pocos pasos del Coliseum, era la ocasión perfecta para el reencuentro. El programa del concierto no podía ser más atractivo: la Sinfonía mística de Panufnik proporciona un marco sonoro idóneo para dejarse llevar por  los más íntimos vericuetos del pensamiento, las sensaciones y los sentimientos y el Concierto para piano nº 2 de Brahms se expande como una amplísima autopista donde dejarles correr.

La OSG antes de concierto


Impone llegar a la platea del Coliseum de A Coruña y acceder a ella desde la línea de candilejas del escenario. La sensación de inmenso vacío se multiplica al ver la separación–que se agradece después de tantos meses de ausencia de estos recintos- entre las sillas dispuestas para el público. Avanzar hacia sus últimas filas me habría causado una gran sensación de soledad, de estar en territorio extraño, de no haber sido acompañado por varios compañeros de la crítica desde la entrada al recinto y, al llegar a la butaca reservada, por el encuentro con el resto de ellos.

Excepto Julio; faltaba Julio. ¿Acaso se podría no echar en falta la presencia de la personalidad expansiva de Julio Andrade Malde, a quien se llevó el maldito virus en sus primeras embestidas? La locución del Coliseum -nueva para mí por añadir un texto sobre seguridad a las peticiones habituales de los tiempos prepandemia- puso en situación a los distraídos y me sacó de mis pensamientos. Se hizo el silencio, bajaron las luces, salió Massimo, afinó la orquesta, subió al escenario Dima…

Y aterrizamos. El inicio de la sinfonía supuso una sacudida, como una dosis de realidad. Los sobreagudos del violín de Spadano demostraron varias cosas: la primera, que mi oído aún capta más que razonablemente las frecuencias altas; la segunda, el contraste entre una obra sumamente introspectiva y un recinto tan grande como inhóspito; la tercera, que el soplido del aire sonaba más fuerte que la música. Supongo que alguien responsable se dio cuenta y el rumor de la ventilación cesó, permitiendo concentrarse en la escucha a quienes allí estábamos.

Las seis secciones de la Mística se sucedieron con su alternancia de ambientes, ritmos y sugerencias de ideas y estados anímicos, desde el hilo de cristal que  la abre hasta el expansivo y luminoso acorde final.  El aplauso del público fue poco más allá de la pura cortesía; supongo que esa casi frialdad  tuvo su origen en lo inhabitual de su escucha y el contraste de su carácter íntimo y la inmensidad del espacio físico del Coliseum.

El Concierto para piano nº 2 de Brahms contaba con varios alicientes: el mayor de ellos, su solista. Elisabeth Leonskaja ha pasado las dos últimas semanas en Galicia dejando muestras de su maestría. La primera semana, en su participación como jurado y su actuación el el concurso de Piano Cidade de Ferrol. La segunda, en los ensayos y en este concierto de la Sinfónica del que venimos hablando.

Slobodeniouk, Leonskaja y Spadano durante un ensayo




Decir a estas alturas que Leonskaja es una maestra indiscutible es algo tan obvio como descubrir el Mediterráneo. Sus anteriores actuaciones con la OSG fueron buena muestra de ello. La fuerza interior y la sobriedad y elegancia de la pianista austriaca -nacida georgiana-, presidieron el primer movimiento. Junto a este, la diferenciación de carácter del Scherzo y su Trio fueron como una larga preparación para el momento más emotivo de la obra.

El Andante estuvo lleno de un sereno lirismo en su comienzo, de la mano del nuevo principal de chelos de la Sinfónica, Raúl Mirás. Luego, el aumento de la tensión expresiva por el piano y el pasaje central como en suspensión condujeron emotivamente a un  Allegretto final en el que solista y orquesta devinieron –quizás la acústica del Coliseum pudo ayudar a ello- a ese sonido “no débil sino lejano” que Andrés Segovia definía como propio de la guitarra. Otra emoción que trae en volandas el recuerdo del maestro de Linares y su gracejo, otro reencuentro; que los recuerdos vienen a veces a salvar el presente, por duro que este sea, y abrir un resquicio de esperanza para el futuro. Es nuestro turno. Abrámoslo de par en par y entremos decididamente por él.

12 mayo, 2021

OSG: Meditación y sentimientos



 



La Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por su titular, Dima Slobodeniouk, y con Elisabeth Leonskaja como solista, celebra esta semana dos conciertos. En programa, la Sinfonía número 6, ‘Mística’, de Andrezj Panufnik, y el Concierto para piano y orquesta número 2 en si bemol mayor, op. 83 de Johannes Brahms. Ambos conciertos cuentan con el apoyo de la Xunta de Galicia y el Xacobeo 21-22


El primero de estos dos conciertos se celebrará en la actual sede de la Sinfónica, el Coliseum de A Coruña, a las 20.00 horas de este jueves, día 13 y es el número 23 de la temporada 2020-  2021. El segundo tendrá lugar el sábado 15 en el Palacio de Festivales de Santander, también dentro de la programación de esta temporada. Ambos actos darán comienzo a las 20.00 horas. El de Santander coincide con el 29º aniversario de la OSG, que dio su primer concierto el 15 de mayo de 1992 en el entonces llamado Palacio de Congresos – Auditorio de La Coruña (sí, con L; era la época de Paco Vázquez).

Slobodeniouk es director titular de la Orquesta Sinfónica de Galicia desde la temporada 2013 – 2014. Su primera actuación al frente de la Sinfónica fue el 12 de noviembre de 2012, en sustitución de un director que hubo de cancelar su concierto. Un ‘repente’ bien fructífero por el ‘flechazo’ mutuo que saltó como una chispa entre él y los profesores de la OSG y que le valió ser elegido como titular en sustitución de Víctor Pablo Pérez.

Nacido en Moscú, estudió violín en la Escuela Central de Música de su ciudad y continuó sus estudios en el Conservatorio de la misma. A los 16 años se trasladó a Helsinki, en cuya Academia Sibelius estudió dirección con Leif Segerstam, Jorma Panula y Atso Almila, entre otros. Sobodeniouk ha dirigido las mejores orquestas europeas, habiendo debutado al frente de la Orquesta del Real Concertgebow y la Filarmónica de Berlín.


Leonskaja y Slobodeniouk ensayando para estos conciertos

Por su parte, Elisabeth Leonskaja nació en 1945 en Tiflis (Georgia, entonces parte de la Unión Soviética). Fue alumna de Jacob Milstein en el Conservatorio de Moscú y obtuvo varios premios internacionales como el Enescu, el Marguerite Long y el Queen Elisabeth,  antes de abandonar el país en 1978 y fijar su residencia en Viena.

En esta época colaboró y estableció una gran relación artística con Sviatoslav Richter, quien llegó a considerarla su heredera musical. Su revelación internacional llegó tras su actuación en el Festival de Salzburgo de 1979 y desde entonces está considerada entre los más destacados pianistas de su generación. Leonskaja ha tocado en los más prestigosos auditorios y festivales del mundo, tanto en recitales solistas como en conciertos con las mejores orquestas y directores internacionales.

El programa de ambos conciertos está formado por la Sinfonía nº 6, ’Mística’, de Andrezj Panufnik, y el Concierto para piano y orquesta número 2 en si bemol mayor, op. 83 de Joannes Brahms, dos obras con una inusual y firme combinación de pensamiento y sentimiento. Panufnik construye toda su sinfonía en torno al número 6, con un gran equilibrio entre el rigor técnico y una emotividad tan honda y meditativa como expansiva.

El respeto a la tradición y el rigor en la expansión de técnicas compositivas ya conocidas, que caracterizan toda la obra de Brahms, se unen también a su capacidad de producir emoción con su música. Capacidad que destaca en este Concierto número 2 y que cristaliza de modo singular en el tercer movimiento, Andante – più adagio, que se distingue por el protagonismo del chelo solista acompañado por la orquesta y su diálogo con el piano en un nocturno  en un diálogo que, por su hondura y placidez, puede llegar a dejar la huella más profunda de la obra.

 

25 abril, 2021

A la tempestad a través de la calma

 



Santiago de Compostela, 22 de abril, Auditorio de Galicia, Real Filharmonía de Galicia. Nodoka Okisawa, directora. Programa: Gioachino Rossini (1792-1868) La cenerentola, ‘Temporale’; Franz Joseph Haydn (1732-1809), Sinfonía nº 39 en sol menor ‘Tempeste di mare’; Felix Mendelssohn (1809-1847), Las Hébridas, op 26. F.J. Haydnm Sinfonía nº 59 en la mayor, ‘Sinfonía del fuego’; Felix Mendelssohn, Mar en calma y próspero viaje.

 


La Real Filharmonía de Galicia, dirigida por Nodoka Okisawa (Aomori, Japón, 1987), ha celebrado su concierto de abono el jueves 22 bajo el título Tempestade e calma. Okisawa fue la triunfadora absoluta del Concurso de Dirección de Besançon de 2019, donde, además del Grand Prix, obtuvo los premios de la orquesta y del público. Ganadora de una beca de la Academia Karajan de la Filarmónica de Berlín, trabaja como asistente de  Kiril Petrenko en conciertos y óperas y dirige sus propios proyectos con los estudiantes de la Academia Karajan.

Okisawa demuestra un gran control del sonido (y de los silencios, a los que otorga toda la importancia que tienen como parte esencial de la música y que tantos olvidan o exageran). Su gama dinámica es amplia y, sobre todo, muy bien matizada y mantiene siempre una buena tensión expresiva, logrando un óptimo rendimiento sonoro de la orquesta.


Nodoka Okisawa | RFG Xaime Cortizo

Estas cualidades como directora se unen a una idónea adecuación estilística a cada obra, demostrada a lo largo del concierto del jueves en los tres autores presentes en el programa. Y así, en la pieza de Rossini se pudo apreciar una expresión muy teatral, en el sentido literal del término, con una gran capacidad de sugerencia visual.

En Haydn, Okisawa obtuvo de la Real Filharmonía lo mejor de su personalidad sonora, esa que su anterior titular definía (aproximadamente, no recuerdo las palabra exactas) como “sonido de orquesta de las de antes”, con gran claridad de líneas y elegancia de fraseo. Esta se manifestó especialmente en el Minueto de la Sinfonía nº 39 y su Trio. Antes y después de este movimiento, la serenidad del Andante y la fuerza tempestuosa del Finale, muy bien expresada en el enfrentamiento y diálogo entre cuerdas y vientos. En la Sinfonía de fuego, la técnica de Okinawa aumentó la fuerza expresiva manteniendo la fidelidad a los contrastes de la partitura.

La directora japonesa pone su dirección al servicio de la partitura, respetando cada obra al tiempo que la enriquece con un sinnúmero de matices. Logra un gran rendimiento sonoro y musical con una gran economía de gesto, manteniendo siempre este en la sobriedad y elegancia. Esto se manifestó de manera particular en las dos oberturas de Felix Mendelssohn, en las que el sonido no necesitó apenas una pizca de imaginación de los oyentes -presentes o en línea- para lograr una riquísima serie de sugerencias visuales. Como rúbrica al pie de lo escuchado, el final de Mar en clama y viaje próspero fue como un fundido a negro cinematográfico.


Nodoka Okisawa | RFG Xaime Cortizo



Pocas veces la música del redescubridor de La pasión según San Mateo ha podido tener una traducción tan ortodoxa como rica en matices.  El aplauso final del público presente en el Auditorio de Galicia correspondió con justicia a lo mucho que se pudo gozar en el concierto. Como todos los de esta temporada, el del jueves fue transmitido en directo por “streaming”; esta crónica se basa en lo visto y oído a través de dicha transmisión.  

 

 

17 abril, 2021

De música, circo y otros sentimientos

 




Este sábado se ha celebrado el Día Mundial del Circo. No puedo por menos de recordar el circo como una de las experiencias más excitantes que viví de niño y que, como a tantos de mi generación, de las anteriores y de algunas posteriores, me marcaron de por vida. De ella doy fe en la crónica publicada en este blog sobre  Circlassica justo antes de que una estructura orgánica -que ni puede considerarse como un ser vivo- lograra que el mundo se viniera abajo. Ojalá que la esperanza que las vacunas nos han devuelto se vea pronto reflejada en la vuelta progresiva a una vida cada día más normal. Con motivo de esta conmemoración, Zoar Ensemble ha publicado este sábado en su cuenta de Facebook el texto sobre  El elefante y el clown, de Paquito d’Rivera, que  escribí como notas para el cuadernillo de su Cd ALEV y que transcribo a continuación.



Circlassica, de Emilio Aragón


Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 y la nacionalización de bienes privados estadounidenses, la Administración Kennedy decretó un bloqueo comercial económico y financiero en febrero de 1962. Cuba se alineó decididamente entonces con la Unión Soviética, la desconfianza entre la isla y Estados Unidos se hizo insoportable y derivó hacia una absoluta intolerancia mutua. Este bloqueo, prolongado hasta nuestros días, no ha logrado disminuir el poder de los antiguos líderes de la revolución. Como todo bloqueo a una nación entera, solo logró y logra encastillarlos en su poder omnímodo y aumentar el sufrimiento de su población.

Hijo del saxofonista y director Tito D’Rivera, comenzó a tocar el saxofón a los cinco años e ingresó en el Conservatorio de La Habana a los doce. Con parte de los músicos de la Orquesta Cubana de Música Moderna, que había fundado en 1965 junto a Chucho Valdés, crea el grupo Ikarere, con el que fusiona la música tradicional cubana con jazz, rock y música clásica, obteniendo gran éxito internacional en sus giras por Europa y EE.UU. Durante una de estas pidió asilo político en la embajada de EE.UU. en Madrid, harto de la presión a que se veía sometido por la consideración del jazz y el rock como “música imperialista” por parte de las autoridades de su país.


Paquito d'Rivera


Su trayectoria, con cientos de actuaciones y decenas de grabaciones de “jazz latino” ha sido premiada en múltiples ocasiones: entre otras, con varios premios Grammy. En 2012 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Estatal de Nueva York. The Elephant and the Clown es una obra original para octeto de clarinetes encargada por el clarinetista David Gould. D’Rivera declara que está inspirada en su amor a los animales y su afición a los cómicos.

De principio a fin de la obra se respira un ambiente de circo, lleno de humor, dinamismo y su característica melancolía soterrada, como si fuera una suite inspirada en la actuación de sus diferentes artistas. El elefante y el clown evoca el recuerdo de esas actuaciones desde una emotividad tan poderosa que basta cerrar los ojos para que del fondo de la memoria surjan imágenes visuales de esas actuaciones y hasta un cierto recuerdo olfativo del serrín que cubría la pista.

 

ZOAR, expuesto al viento que zoa


El arreglo para saxofón y quinteto clásico fue escrito teniendo en mente los extraordinarios "Imani Winds" de Nueva York, y tiene una parte central en compás de 6/8 que no aparece en la versión original. El estreno mundial tuvo lugar el 13.10.2012 en la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro. El estreno europeo de la obra y mundial de la versión para quinteto fue llevado a cabo por Zoar Ensemble en Betanzos (A Coruña), el 28.10.2012 y se puede  ver y escuchar en el canal de YouTube de ZOAR.


14 abril, 2021

El Festival Bal y Gay crece en espacio y tiempo

 


 


El Festival Bal y Gay ha presentado en la Casa de Galicia en Madrid su edición de 2021, que este año amplía su duración anticipando su inicio a los días 14 al 16 de mayo, además de su tradicional celebración estival, que en esta  octava edición transcurrirá del 18 al 26 de agosto en A Mariña lucense.  

 

Los tres primeros conciertos relacionan el Camino de Santiago –por la celebración del Xacobeo 2021- y la Schubertiada de Vilabertrán y se celebrarán en sendas etapas del Camino del Norte: el día 14 a las 19.30 horas, la pianista Judith Jáuregui celebrará un recital en la Basílica de San Martiño (Foz); el día 15 (18.00 h.) será el turno del Cuarteto Cosmos y el violonchelista Fernando Arias en la Iglesia de Santa María (Vilanova de Lourenzá). Este ciclo finalizará el día 16, también a las 18.00 horas, con el concierto del tenor Christoph Prégardien y el pianista Daniel Heide en la Catedral de Mondoñedo. Durante esos días habrá actividades complementarias del ciclo entre las que destacan las excursiones guiadas de los días 15 y 16 por diferentes etapas del Camino del Norte.



Cuarteto Cosmos


La habitual edición de verano responde este año al título general Música á beira do mar y en ella se contará con “una programación musical de excelencia en espacios mágicos, donde la música compartirá protagonismo con la historia, el patrimonio, el paisaje o la gastronomía de la zona”, según se ha anunciado en la presentación del festival.

Esta ha tenido jugar este miércoles 14 en la Casa de Galicia de Madrid y ha contado con la presencia con la presencia de Anxo Lorenzo, Secretario General de Cultura de la Xunta de Galicia; Sonia Mulero, directora de la Fundación Banco Sabadell; Francisco Cajoto, alcalde de Foz y presidente de la Mancomunidad de A Mariña; Enrique Rodríguez Baixeras, presidente de la Fundación Xesús Bal y Gay; Alba Rodríguez, directora del festival; y el guitarrista Pablo Sáinz-Villegas, que ofrecerá un recital en esta edición.



Pablo Sáinz Villegas


Junto a este, el festival contará con la presencia de artistas y conjuntos entre los que destacan el pianista Javier Perianes, el Cuarteto Casals o la Orquesta Sinfónica de Galicia, formación que cerrará el Festival junto a su titular, Dima Slobodeniouk, en el concierto de clausura que se celebrará el día 26 de agosto en la catedral de Mondoñedo.

Programación

La programación completa de la parte veraniega del festival es la siguiente:

 

18 de agosto

Pazo do Conde de Fontao, Santa Cilla, Foz

Cuarteto Seikilos A Xeneración Dos Mestres.

 

19 de agosto, Igrexa de Santiago, Foz

Cantoría.

 

20 de agosto, Auditorio Hernán Naval, Ribadeo

Javier Perianes, piano: O amor e a norte.

 

21 de agosto, Auditorio de Burela

Orq. De Cámara Do Festival Bal Y Gay; Jaume Santonja, director; María Toledo, Cantaora: Manuel de Falla, El amor brujo.

 

22 de agosto, Barreiros; y 23, Vilanova de Lourenzà, Hércules Brass.

 

24 de agosto, Fábrica de Sargadelos, Cervo

Pablo Sáinz Villegas: Alma de guitarra.

 

25 de agosto, Basílica de San Martiño, Foz

Cuarteto Casals: obras de  Mozart, D. Salim y Schostakowitsch.

 

26 de agosto, Catedral de Mondoñedo

Orquesta Sinfónica de Galicia: obras de Bach, Turina y J. Adams.

Conciertos extraordinarios

Además de los conciertos de Hércules Brass, el VIII Festival Bal y Gay presentará otro concierto extraordinario. Bajo el título Puro Gershwin, este correrá a cargo de la cantante Sheila Blanco, el pianista Federico Lechner y el guitarrista Chema Sáiz (22, Foz). Asimismo se realizarán conciertos familiares con Cantoría los días 21 y 22 en San Cibrao, Cervo, Ribadeo y Riotorto.

El festival programará en esta edición dos ciclos de conferencias: Encuentros entre la música y palabra (agosto, Foz) y Descubriendo a las mujeres compositoras (agosto, formato en línea). Finalmente, habrá dos talleres: en mayo, junio y julio, Hablamos de música y Recuerdos Musicales, que tendrá lugar los días 17, 19 y 21 de agosto, en residencias de ancianos de Foz y Ribadeo). El detalle de la programación al completo se puede consultar en la web del festival

Objetivos

En la Presentación de la Casa de Galicia en Madrid la directora del festival, Alba Rodríguez declaraba que “El objetivo es seguir llenando la Mariña de música en vivo de calidad, que permita afianzar la comarca como destino cultural de referencia en Galicia y España, y facilitar que la población local disfrute de una programación de excelencia en espacios realmente mágicos, donde la música comparte protagonismo con la historia, el patrimonio, el paisaje o la gastronomía de la zona”.



Alba Rodríguez durante la presentación


En relación con la situación sanitaria destacaba cómo “La cultura es segura y se ha demostrado en numerosas ocasiones. El año pasado conseguimos sacar adelante el festival en un escenario lleno de incertidumbre y el éxito de la edición, así como la seguridad transmitida a nuestro público, avala nuestro buen hacer y mantiene la confianza en el proyecto por parte de administraciones públicas y privadas”.

Un festival para una comarca

El festival Bal y Gay reúne a grandes figuras de la música durante el mes de agosto en las localidades de A Mariña para promover la formación musical, así como para vivir experiencias artísticas en las que la música comparte protagonismo con la historia, el patrimonio arquitectónico, el paisaje o la gastronomía de la zona.

Siete años después de su fundación, el festival se ha consolidado por la calidad de sus conciertos y actividades todo ello celebrado en espacios que conforman la identidad arquitectónica de la zona. Su formato permite además el contacto e intercambio entre los municipios de A Mariña (Foz, Mondoñedo, Ribadeo, Burela, Cervo, Lourenzá, Barreiros, Riotorto), el disfrute de la comarca por parte del público asistente y el carácter formativo en el que la música es un instrumento dinamizador de la población. Desarrolla así  el proyecto musicosocial que está implantando la Fundación Xesús Bal y Gay y clases magistrales con los mejores solistas, que permiten a los estudiantes compartir experiencias artísticas con grandes nombres de la música clásica.

La estabilidad lograda en la estructura del festival goza del apoyo de la Fundación Banco Sabadell como principal entidad colaboradora; el apoyo esencial de la Xunta de Galicia y de la Diputación de Lugo, así como la ayuda de los ayuntamientos participantes y otros patrocinios de empresas clave de la zona. Además, este año se cuenta con el apoyo extraordinario por parte del Xacobeo 21, que permite organizar el ciclo Schubert no Camiño y garantiza una mayor continuidad a la propuesta.

11 abril, 2021

No nos rendimos…





 

Santiago de Compostela, 8 de abril, Auditorio de Galicia, Real Filharmonía de Galicia. Paul Daniel, director. Camille Thomas, violonchelo. Programa: Antonín Dvořák (1841-1904) Danza eslava op.72 núm. 2; Fazil Say (n. 1970), Ana tariça (Madre diosa) y Never give up (Nunca te rindas), concierto para violonchelo y orquesta; ambas obras, como estreno en España; Antonín Dvořák, Danzas eslavas op.72, núm. 3 y núm. 7.

 

La temporada de conciertos de la Real Filharmomía de Galicia ha celebrado esta semana su primer programa tras la pausa de la Semana Santa. Se ha adoptado como título general del concierto el del concierto para violonchelo Never give up, de Fazil Say, interpretado por su dedicataria, Camille Thomas. Como todos los conciertos de esta temporada, el del jueves fue transmitido en directo por “streaming”; esta crónica se basa en lo visto y oído a través de dicha transmisión.  

Una vez más, Fazil Say demuestra  en sus dos estrenos españoles del jueves su talento para unir las dos tradiciones que lo conforman como músico. Say se mueve como pez en el agua entre la música turca y la occidental y su obra une ambas como el Boğaziçi Köprüsü (Puente del Bósforo) une las dos partes de Estambul. Varios factores forman parte de esa capacidad de fusión: el primero, su dominio de la rítmica –imposible olvidar sus Danzas sinfónicas, op. 64, estrenadas en España por la RFG en las Xornadas de Música Contemporánea celebradas en Santiago en 2019-; sus melodías basadas en escalas modales y su gran talento como orquestador, del que Santiago y A Coruña tuvieron muestra en sus 1001 noches en el harén por Patricia Kopatchinskaja y la Sinfónica de Galicia.




Ana tariça es una danza en tres partes llena de energía, ritmo –o ritmos, para ser más exacto- y una gran fuerza  telúrica transmitida desde unos metales rotundos y una idónea elección de las baquetas en los timbales. Todo ello, con un más que notable componente femenino en sus melodías modales y unos glissandi de las cuerdas llenos de energía. Elementos todos que hacen percibir cómo esa madre diosa es la propia Tierra que nos soporta como especie en el sentido de apoyo y de aguante: en el mejor y peor de los sentidos, vamos. La intepretación de Daniel y la Real Filharmonía puso en valor todos los sentimientos y emociones suscitados por los valores musicales de la obra.

Never give up, es un concierto para chelo creado entre 2016 y 2017por Say, a raíz de los atentados islamistas que se sucedieron a lo largo de 2015, 2016 y 2017. Está estructurado en los  tres movimientos clásicos, que representan la visión del autor sobre el conflicto entre religión y cultura, representado en el primer movimiento; el segundo presenta las sensaciones vividas en los diferentes atentados perpetrados en París y Estambul durante los tres años mencionados y el tercero, finalmente, la decidida reacción del compositor de no perder la esperanza en la Humanidad y la Naturaleza.

El concierto comienza con una larga cadenza (y como tal viene marcado) del violonchelo que se desarrolla a partir de un sencillo motivo de cuatro notas (la-mi-re-mi) que genera un primer tema y que se desarrollará y aparecerá aquí y allá a lo largo de la obra. El choque de sensaciones y sentimientos exponen no solo el carácter de esta, sino la presencia y hasta la esencia misma del conflicto arriba citado.

Todo ello viene generado por el cambio de registro en la exposición del tema y el contraste en fases de su desarrollo como el uso percutivo del arco iniciado por la solista y contestado por la orquesta. O el existente entre el sonido del arco y los piziccati.  Una vez más, el ritmo y la suntuosa orquestación empleados por Say fueron un ejemplo de lo que es la técnica al servicio de la música y de las emociones que esta genera.



Foto Xaime Cortizo 



Desde esta primera intervención, Camille Thomas dejó patente por qué su forma de tocar hizo que Say pensara en ella para estrenar este concierto. Los sentimientos contenidos en la partitura fueron brillantemente expuestos por Thomas con un sonido riquísimo en matices y una tensión expresiva muy bien sostenida y administrada. La repentina aceleración del tempo en el primer movimiento y su clímax final  suponen una excelente figuración sonora de la escalada del conflicto, que nos lleva al segundo movimiento.

Este es un Adagio que comienza con unos acordes en pianissimo de la orquesta sobre los que el chelo, en el registro medio, desgrana  el motivo generador de cuatro notas (justo un tono más grave ahora, sol-re-do-re). Lo hace como una íntima oración,  entrecortada por la emoción en su desarrollo e interrumpida por un grito, casi un alarido de terror, en un registro más agudo que pronto cae al registro más grave del instrumento.

Crece la tensión: tres  golpes de bombo y timbal, seguidos por ráfagas de los mismos provocan la expresión más dolorida en todos los registros del chelo solista. Apenas abierto el clima por el tutti orquestal, se reanuda la violencia percutiva, el instrumento expresa una y otra vez su lamento, cantado ahora solo en la cuarta cuerda, hasta llegar progresivamente al silencio más clamorosamente doloroso.



Foto Xaime Cortizo 



El tercer movimiento, Moderato, se inicia con sonidos sencillos, naturales. Las cuentas ensartadas en unos hilos de bramante o soplidos en vacío son como un rumor del viento y los glissandi agudos de los violines se antojan trinos de pájaros. Todos estos sonidos nos transportan más anímica que física o auditivamente a la sensación de encontrarnos en una vasta extensión de espacio abierto y un nuevo y más alegre tema del chelo retrata  el carácter del movimiento.

Say utiliza muy eficazmente todos los recursos expresivos de melodía, ritmo y armonía para plantearnos un ejercicio de resistencia ante el terror y la sinrazón. Las melodías y los ritmos vuelven a ser nexo entre Oriente y Occidente y la animación muta progresivamente a una serena calma. Decrece la intensidad y la dinámica del chelo decae en unos momentos hacia piano y pianissimo.

Los bongos marcan el ritmo a solo y el chelo hace reaparecer el motivo inicial (ahora, mi-si-la-si); canta su desarrollo, con sentimientos sencillos y sosegados, algo al margen de un nuevo tempo marcado más rápido por la percusión. Al fin, calla ante los sonidos de la Naturaleza que iniciaban el movimiento.




Foto Xaime Cortizo 


Una interminable docena de segundos de respetuoso silencio y casi tres minutos de ovación del público premiaron a los intérpretes y tuvieron el premio de una sentidísima versión del El cant dels ocells. Este himno a la paz tantas veces cantado por el chelo del inolvidable Pau Casals terminó de redondear una actuación llena de sensaciones y sentimientos de la joven chelista francesa.

La Real Filharmonía mostró toda la precisión y el color requerido por la partitura, una gama dinámica amplia y muy matizada y una gran tensión expresiva a la gran altura de la solista y de la obra. Una actuación más allá de lo que supone un gran acompañamiento para convertirse en un coprotagonismo esencial para el éxito grande y merecidísimo que obtuvo el estreno del concierto.

Las obras de Say, muy en especial Ana tariça, tuvieron contraste y reflejo en tres de las Danzas eslavas op.72 de Dvořák. Contraste por la diferencia histórica, cultural y de estilo. Reflejo por ser música directamente proveniente de la tierra de cada compositor y por ese especial don que ambos tienen para la orquestación; brillante o intimista, pero siempre llena del color más adecuado idóneo para expresar el sentir de su pueblo.

Las versiones de Daniel y la RFG reflejaron idóneamente todas las características de  estas obras y otro sentir, el del público de Santiago, se expresó calurosamente en las ovaciones otorgadas a los intérpretes. Lo que es tanto como decir a la música de la que estos son embajadores, que en este concierto lo fueron de forma especialmente brillante.

 

 


09 abril, 2021

ALLENDE LAS MARES








Este texto fue publicado como notas al programa [1] del recital de guitarra de Isabel Rei Samartím (A Estrada, 1973) celebrado en la iglesia parroquial de Chantada, en el marco del V Festival Via Stellae, el sábado 24 de Julio de 2010. Este relato fue directamente inspirado por el programa de ese recital, que por su coherencia era merecedor de algo más que un simple texto al uso. El prometedor inicio de una serie de publicaciones de Isabel Rei sobre música gallega para guitarra en la revista Mundo Clásico es una buena ocasión para recordarlo, al tiempo que recomiendo vivamente la lectura de la serie de Isabel Rei a todos los interesados en la guitarra, su música y su historia. 

Sucedió un día cualquiera. Elizabeth King -Liza para los amigos- nunca se conformaba con lo establecido. Junto a Joseph Louis Dubec, que dirigía la investigación, rebuscaba entre partituras polvorientas que un famoso periodista y lexicógrafo del s. XIX había ido atesorando a lo largo de su vida junto a los libros de su biblioteca. Algo inusitado en una aldea gallega del interior, una de las quince que, con menos de treinta habitantes por núcleo, forman una parroquia de esas que estando físicamente cerca de las ciudades guardan una distancia cósmica de la vida y cultura urbanas. 

De pronto, tras una larga serie de estornudos provocados por el polvo acumulado en los estantes, Liza encontró una carpeta de cartón atada con cintas enmohecidas por un siglo de humedad, con casi un ciento de partituras para su instrumento adorado. “¿Ves como estaban?” se repetía una y otra vez excitada por el hallazgo, que estudió como si fuera el mapa de un tesoro. “¡Claro que había música gallega para guitarra!” 

La música pasaba del papel a las cuerdas para sonar tierna y dulce; pero tan viva y fuerte como un plantón de carballo y tan brillante como los brotes de hiedra en abril. El descubrimiento la espoleó a dar el salto y comenzó a hacer sus propios arreglos de música nacida en su tierra: y así, más y más música hacía volar su imaginación mientras escribía y tocaba incansable. 

Y entonces vio a Gaedel Glas, a los pies de unas ruinas, adoptar como lengua de su estirpe el gaélico, una de las setenta y dos en que se dividió la Humanidad cuando su orgullo se hizo añicos al derrumbarse junto a la torre de Babel desde lo más alto de ésta. Luego, Gaedel emprendió junto a Scotta -su mujer e hija del Faraón- un éxodo que duraría cuatrocientos años; un eterno vagar de generaciones enteras de sus descendientes. 

Hasta que un buen día, su tres veces tataranieto Breogán, descansó sobre las rocas de una atalaya que semejaba ser el centro de una mar redonda como una marmita. Fascinado por la magia de un impulso atávico, imaginó cómo crecía allí mismo una torre hecha a imagen del zigurat que veía cada noche en sus sueños. Decidió entonces que ése sería el lugar donde asentaría su linaje y fundó Brigantia [2]   alrededor de una torre que construyó con sus propias manos en lo alto del promontorio. 

El vigía
Pudo ser por el deseo de asomarse por encima de las eternas nubes de Brigantia. O por la irresistible y ancestral atracción que toda torre ejercía sobre los vástagos del viejo Gaedel. Lo cierto es que Íth, el hijo de Breogán, subía a diario una y otra vez a su cúspide, hasta que uno de esos escasos días en los que el viento del Nordeste limpia el aire despojándolo de cualquier brizna de humedad, vio algo como una isla en el horizonte. Resuelto a saber qué era aquella tierra vista en lontananza, se embarcó sin más provisiones que una bota de vino y un tasajo de carne de cabra -que un brazo de mar es poco obstáculo para el heredero de una casta curtida por el éxodo- y descubrió una tierra de verdes sin fin a la que llamó Ériu. [3

Liza seguía estudiando, tocando y soñando. De la boca de su guitarra manaba música llena de sentimientos universales por íntimos, como la alegría o ese otro que en Galicia llamamos saudade y los irlandeses llaman cumha. 

Da cumha á ledicia 
Su imaginación volvió a volar… Soñó que una medianoche de luna nueva oía una salmodia y un sordo rumor de pasos que se acercaban, al tiempo que veía surgir de la oscuridad una fila de penitentes. A medida que la extraña procesión llegaba junto a ella, pudo ver sus inexpresivos rostros sin ojos bajo sus caperuzas y escuchar sus cantos: Mae ein bywyd tragwyddol ar Hy-Brazyl . Ein gobaith a'n llawenydd, dim ond Hy-Brazyl , en un raro gaélico de curiosa organización morfológica. 

Luego imaginó que, siguiéndolos, sobrevolaba la mar; y la noche se le hizo tan larga como el éxodo de Gaedel. Hasta que, a sus espaldas, la aurora hizo estallar la oscuridad en luz sobre una jungla verde esmeralda. Entonces, desaparecieron los hábitos procesionales de los penitentes y éstos mostraron una alegre mirada. Y la salmodia se transfiguró en una música cálida, de marcados ritmos y personalísimas armonías, llena a partes iguales de alegría y saudade. Liza siguió soñando, estudiando y tocando hermosas músicas en su guitarra. Siempre. 



PROGRAMA DEL RECITAL 
Isabel Rei, guitarra Galiza no Atlântico: os Países Celtas e Brasil 

Do Arquivo Valladares Três valsas e uma Alvorada 
Egberto Gismonti (arr.: D. Wolf) Água e Vinho 
Andrew York Faire Peter Maxwell Davies (arr. T. Walker) Farewell to Stromness 
Tradicional irlandesa (arr. D. Russell) The Bucks of Oranmore 
Tradicionais de Galiza (arr. I. Rei) Foliada Rianjeira Alalá Moinheira 
A. Vianna (Pixinguinha) (arr. C. Barbosa-Lima)  Rir prá não chorar 
Heitor Villa-Lobos Chôros n.º 1 
A. Vianna (Pixinguinha) (arr. C. Barbosa-Lima) Vou vivendo

Notas al pie

[1] El texto se publicó en lengua gallega, en las páginas 459 y 460 del libro "Via Stellae, V Festival de Música de Compostela e os seus Camiños", editado en 2010 por la Xunta de Galicia,

[2] Actualmente, A Coruña

[3] Del proto-céltico Iwerju: gordura, en el sentido de fertilidad.