06 junio, 2021

Texturas y honduras



 



A Coruña, 4 de junio, Coliseum. Orquesta Sinfónica de Galicia. Dima Slobodeniouk, director. Programa: Hans Abrahamsen (1952), Concierto para trompa y orquesta; Serguéi Rajmáninov (1873-1943), Sinfonía nº 1 en re menor, op. 13.


Cartel del concierto

El estreno en España del  Concierto para trompa de Hans Abrahamsen  suponía seguramente el mayor aliciente en el programa del penúltimo concierto de la temporada 2020-2021 de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Y lo primero que hay que decir al respecto es que la composición del danés no solo no defraudó sino que, incluso, superó las expectativas de muchos de los asistentes al concierto.

Dos datos a tener en cuenta a la hora de hablar de esta obra: el primero es que Abrahamsen tocaba la trompa en el colegio y ese fue su primer contacto con la música; el segundo, que Abrahamsen escribió la obra para Stefan Dohr –principal de trompas de la Filarmónica de Berlín-, quien fue su solista en A Coruña. Y lo será en todas partes durante la exclusividad de tres años acordada con el autor, como es el uso habitual de este en estos casos (Barbara Hannigan, intérprete de Let me tell you con la Sinfónica el 22-05-2015, tenía una exclusividad semejante).


Hans Abrahamsen

Los textos de este ciclo de canciones, basado en la novela corta del mismo nombre de Paul Grifiths (1947), eran producto del esfuerzo conjunto de Grifiths, Abrahamsen y la selección creaba una frágil atmósfera llena de delicadeza cabalmente trasladada a sonido por la música de Abrahamsen. Esta creación de atmósferas mediante el uso de texturas orquestales  es una de las características más personales y definitorias de la música de Abrahamsen; pero no deja de ser un medio más para la expresión de su arte, que el autor danés emplea idóneamente también en el Concierto para trompa y orquesta.

El Concierto para trompa es el cuarto encargo de la Filarmónica de Berlín -este, conjuntamente con la Philharmonia de Auckland, la NHK de Tokio, la de la Radio de Holanda y la Orquesta Sinfónica de Seattle-. Los anteriores fueron Nacht und Trompeten (1981), el mencionado ciclo Let me tell you y Tres piezas para orquesta, encargo para la despedida de Sir Simon Rattle como titular de la orquesta berlinesa.

El Concierto para trompa se divide en tres movimientos pero no sigue el tradicional esquema clásico, rápido-lento-rápido sino que abre sucesivos climas sonoros creados por las distintas texturas orquestales -junto a cambios de tempo e intensidad- sobre los que la trompa va desplegando su canto. Al inicio del primer movimiento, Sehr langsam und mit viel Ruhe (“Muy despacio y con mucha calma”), percusión en pianissimo  y el arpa extienden como un transparente cendal de bruma sobre el que, como en un eamanecer, se eleva la luz de la trompa en un motivo de dos notas en segunda descendente.


Stefan Dohr en un ensayo del concierto
 

Dicen que las emociones en la música las produce la melodía; obras como las de Abrahamsen refuerzan la idea, comprobada en tantas anteriores, de que, como mínimo, la melodía lo hace sobre el apoyo de la armonía y del color instrumental. De esta forma, el Concierto para trompa logra satisfacer generosamente el fin último de la música, que no es otro que emocionar a quien la escucha.

Los climas sonoros bucólicos, casi paisajísticos, los cambios dinámicos y de tempo continúan hasta el que nos introduce en el segundo movimiento, mucho más movido en su inicio –está marcado como Stürmisch und unruhig (“Tormentoso e inquieto”)-, rápidos cambios de ritmo y una dramática confrontación solista-orquesta, que va desapareciendo al final del movimiento tras una nueva incursión en un paisaje sonoro de gran serenidad.

El tercer movimiento, Sehr langsam, ohne zeit (“Muy despacio, sin tiempo”), parece surgir de la nada sobre los latidos de bombo y timbal hasta llegar a una sección de increíble luminosidad orquestal sobre la que destacan nuevamente los requerimientos técnicos a la trompa. Dohr los superó sin despeinarse, haciendo música y de la grande. Luego, en la coda, su instrumento se fue fundiendo gradualmente con la orquesta, cerrando el círculo de una obra redonda soberbiamente interpretada como producto de la técnica al servicio de la expresión. A lo que cabría añadir la seguridad de quien, como su destinatario, conoce la obra en toda su profundidad desde su creación.


Slobodeniouk y Dohr en un ensayo del concierto


Slobodeniouk y La Sinfónica -no podía ser de otra forma en una obra en la que la orquesta es una parte fundamental- fueron mucho más que eficaces acompañantes de Dohr, con una calidad instrumental y artística que demuestra por qué esta orquesta está considerada entre las mejores de España y, como dijo hace años el desparecido maestro Maazel, competitiva con las grandes orquestas europeas.

Desde lo hondo

Dima Slobodeniouk parece llevar la Primera de Rajmáninov en lo más hondo de su conciencia musical y los resultados de su entusiasta interpretación del viernes de la obra así lo demostraron. Desde el motivo inicial de cuatro notas que habrá de generar prácticamente toda la sinfonía, el titular de la Sinfónica hizo un ejercicio de control del sonido y de la tensión expresiva que habría de prolongarse y aun crecer a lo largo de toda la obra. Tras la introducción del primer movimiento, Grave – Allegro non troppo, y el canto inicial por violines segundos y chelos, el tema fugado y su desarrollo tuvieron una gran claridad de líneas, con un aire de notable dramatismo en su desarrollo.

En el Allegro animato destacó el bien logrado contraste por el cambio a ritmo ternario y su aire algo danzante, así como el posterior y progresivo aumento de la tensión. Las violas, espléndidas, insuflaron la profundidad y calma del tercero, Larghetto, y fueron notables los solos de oboe de David Villa, de flauta de Claudia Walker -y, fuera de contexto, el de un coche cuya marca no pude identificar, que solo por un momento logró romper el encanto de los anteriores-. Nada que no remediara espléndidamente el solo de trompa de David Bushnell con su agudo final de duración casi infinita.

Las trompetas tuvieron su aire marcial en  el motivo inicial, repetido por tres veces en el Allegro con fuoco, al que imprimieron idóneo carácter finalizador de decisión y avance. El canto en registro grave de las cuerdas y su reiteración hasta el golpe de gong y el lento cambio a modo mayor con el que finaliza la obra dieron a esta el último toque de expresión, en una gran interpretación del maestro ruso. De dentro afuera; como dice el título del salmo 129, “Desde lo hondo…”

02 junio, 2021

ALEV, La llama no se apaga

 






El lunes 31 Facebook me sorprendió invitándome a compartir “la primetra foto en la que se me etiquetó”. Fue en los Estudios Man, en un descanso de la grabación de ALEV, un soberbio CD de Zoar Ensemble para el que tuve el placer de escribir las notas al cuadernillo y una cierta nostalgia me llevó a releerlas. Este aniversario y el enfrentamiento diplomático de estos días  entre España y Marruecos me han impulsado a publicar el texto en Líneas Adicionales. Pasan los años pero hay problemas que no se resuelven con el paso del tiempo.


Foto Grabación ALEV


ALEV

Alteridad y globalización

Tras la caída del Muro de Berlín y de las dictaduras del llamado “socialismo real”, el fin de la Guerra Fría  coincidió con la revolución tecnológica que ha propiciado el proceso de globalización. Este aparecía rodeado de brillantes augurios que presagiaban una era de paz, prosperidad y entendimiento internacionales entre los habitantes de lo que vino en llamarse “la aldea global” pero los hechos sucedidos apenas comenzado el siglo XXI demostraron lo infundado de tales esperanzas. El inicio del nuevo siglo no ha podido ser más convulso: los atentados del 11-S en Nueva York y la posterior reacción de los Estados Unidos y sus aliados, con las sucesivas invasiones de Afganistán e Irak abrieron la Caja de Pandora del siglo recién nacido.

El incremento de acciones terroristas por Al-Qaeda, con los atentados del 11-M en Madrid y del 7-J en Londres, la política de cultivo del miedo entre la población y la escalada de confrontación entre libertad y seguridad han hecho crecer un sentimiento muy extendido de alteridad: de descubrimiento del otro (alter, en latín) como algo ajeno, una representación de ideas imaginativas e inventadas sobre el desconocido –cuya existencia, hasta entonces, incluso se ignoraba- como alguien radicalmente diferente: una especie de alienígena procedente de un universo paralelo a punto de impactar en el nuestro para destruirlo.

Por otra parte, a mediados de los noventa se había iniciado un periodo de prosperidad y fuerte crecimiento económico en Occidente, hacia donde se incrementaron las migraciones desde los países pobres a causa del mayor “efecto llamada” conocido: la prosperidad ajena. En paralelo al aumento de esta creció en Occidente una xenofobia popular, alimentada y aprovechada por algunos políticos cuyo populismo se retroalimenta con la intolerancia de gran parte de sus colegas de Oriente Medio. En el último año, la presencia y poder de partidos islamistas más o menos radicales no ha parado de crecer en los países que en 2011 iniciaron la llamada “primavera árabe”. A ellos se une la creciente y progresiva radicalización religiosa de Turquía, con el aislamiento de las élites laicas que rigieron el país desde la fundación de la república por Atatürk.


Fazil Say

 

Arder en tolerancia

Frente a este círculo vicioso acción-reacción, gentes de todo el mundo se han activado en favor de la convivencia y la tolerancia, algunos con grave riesgo de su libertad y aun de sus vidas. En los últimos años ha crecido el número de intelectuales, escritores y artistas perseguidos e incluso condenados a muerte por sus ideas o publicaciones. Tal fue el caso de las caricaturas de Kurt Westergaard sobre el Islam, publicadas por el periódico danés Jyllands-Posten como ilustración satírica de un artículo sobre autocensura y libertad de expresión, consideradas provocativas por los gobiernos isamistas y la iglesia católica, al tiempo que eran reproducidas en periódicos cercanos al radicalismo cristiano escandinavo.

Fazil Say (Ankara, 14.02.1970), compositor turco autor de la obra que abre este CD, fue condenado en junio de 2012 por los tribunales de su país a una pena de diez meses de cárcel como autor de un delito de “insulto a los valores religiosos adoptados por gran parte de la población”. Los hechos por los que fue condenado fueron unas observaciones personales de Say en la red social Twitter sobre un poema en el que el poeta persa Omar Khayyam (1048-1131) se burlaba de la visión islámica el Paraíso. Y en otro tuit, este de su autoría, Say bromeaba sobre la rapidez en la llamada a la oración desde una mezquita cercana, preguntándose si al muecín que la hacía se le estaría haciendo tarde para una cita amorosa o para tomar una copa. Según su declaración ante el tribunal, con estos tuits “no quería molestar a nadie, sino solo expresar mi malestar”.

La llama

Por la música que contiene y los impulsos que llevaron a sus creadores a componerla y a sus intérpretes a grabarla, ALEV  (llama, en turco) es una llamarada de libertad, un grito en pro de la convivencia y la tolerancia. La palabra deriva, según el lingüista kurdo Jamal Nebez, del árabe Halav o Hilav, con el significado de “punta de llama del fuego”.

La misma raíz comparte aleví, término por el que se conoce a una comunidad musulmana multiétnica (en ella participan las etnias zaza, turcomana, kurda y azarí) extendida por la Anatolia Central. Se cree que la fe aleví se formó en el siglo XIII como fusión de la corriente chií del islam con elementos místicos, gnósticos y probablemente también cristianos. Sus creencias están basadas en la tradición derivada de los Buyruks: una colección de libros espirituales que constituyen la base de su sistema de valores. Contienen versículos del Corán, proverbios del imán Alí, temas como la hermandad espiritual y una amplia gama de poemas e historias alevíes.


Mujer aleví rezando


Sus principios básicos son el respeto por todas las personas y por su trabajo, considerado el mayor acto de adoración; la tolerancia hacia otras religiones y etnias y la igualdad entre mujeres y hombres. Entre los escasos preceptos se recuerda la frase turca eline, beline, diline sahip ol (controla tus manos, tu cintura, tu lengua), como exhortación a no robar ni matar, no cometer adulterio y no mentir. Aparte de esto, no hay prohibiciones concretas.

Los rituales alevíes, en los que varones y mujeres participan juntos en un plano de total igualdad, son dirigidos por el Dede (anciano), que ha de proceder de una familia vinculada con la de Alí, y se celebran en el cemevi, edificio de múltiples usos sociales. Tras actos de invocación a Alá, Mahoma y Alí, jóvenes de ambos sexos danzan en círculo. Tras ofrecer una copa de agua de la que bebe la comunidad, el ritual acaba con el reparto de pan y fruta que los asistentes se llevan a sus casas.

Fazil Say (Ankara, 14.01.1970). Alevi dedeler raki masasinda

Fazil Say es autor hasta el momento de cuatro sinfonías, cinco obras sinfónicas de mediano y gran formato, tres oratorios, nueve conciertos instrumentales y sinfónicos, música incidental para cine o teatro, más de una docena de obras de cámara y otras tantas para solista instrumental. Say crea una música que fusiona lo mejor de las tradiciones de su país y de la música europea occidental. Alevi dedeler raki masasinda (Los padres alevíes en la mesa del raki) [1] es una brillante muestra de esta característica en todos sus componentes rítmicos, melódicos y armónicos, que se suceden a lo largo de la obra con gran brillantez instrumental y hasta un cierto pellizco de humor.


Bandera República Saharaui


Bajo el viento del olvido

El viaje desde Lagüira, Tichla y Zoug en el profundo Sur del Sáhara Occidental, a Tinduf, en el Sudoeste de Argelia, pasa -y no solo fisicamente- por Bukraá y Smara, lugares de singular importancia histórica para el pueblo saharaui. Smara fue fundada en 1898 como un punto de enlace y control de las rutas comerciales entre el África subsahariana y Europa por el jeque Ma al Aynayn, reverenciado como un héroe tanto por los saharauis como por Marruecos, quien se radicó en ella en 1902, declarándola “ciudad sagrada”. Desde allí organizó la resistencia a la colonización francesa y española, lucha que en 1904 proclamó como yihad (guerra santa), extendiéndola en 1910 contra el sultán de Marruecos, Abd al-Hafid, que con su firma de los tratados de 1906 y 1910 acabó cediendo el control del territorio de Marruecos a Francia y España.

 El 16.10.1975, en plena agonía del general Franco, Hassán II, rey de Marruecos, lanza la llamada Marcha Verde bajo el lema “para recuperar lo que es nuestro”, frase que hace caso omiso de la última frase de la “opinión consultiva en el caso relativo al Sáhara Occidental” emitida el mismo día por la Corte Internacional de Justicia, que dictamina la inexistencia de vínculos de soberanía marroquí en el territorio. [2]

La fallida descolonización del Sáhara Occidental por parte de España se hizo conforme a los llamados Acuerdos de Madrid (14.11.1975) -nunca reconocidos como legales por la ONU-, que preveían una administración tripartita por Marruecos, Mauritania y España, a finalizar el 28.02.1976 y cuya finalidad era la celebración de un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui,  siempre aplazado desde entonces. España se retiró el 26 de febrero de 1976 y el Frente Polisario, organización guerrillera y política fundada en 1973, proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) el día siguiente. La RASD fue admitida en la Organización de la Unidad Africana en 1982 y a la disolución de esta fue miembro fundador de la Unión Africana. Con el reparto del territorio entre Marruecos y Mauritania, Hassán II culminó la conquista de las minas de fosfatos de Bukraá.


Marcha verde, 1975


Durante la guerra con Marruecos, la RASD fue despojada de la mayor parte de su territorio, dividido ahora por un muro construido por Marruecos de más de 2700 Km de longitud. Una construcción militar, fuertemente armada y protegida, que defiende los territorios ocupados de posibles ataques del Polisario e impide el regreso a ellos de su población autóctona. El muro es así el instrumento de un fraudulento cambio de la demografía, de cara a una futura celebración del referéndum de autodeterminación ordenado por la ONU.

En la lucha por su identidad y aun por su existencia misma, el pueblo saharaui ha sufrido una agresión que tuvo la brutal y repentina fuerza de un simún, esa tormenta de viento abrasador cargado de arena que arrasa con cuanta vida encuentra a su paso. Ahora, dividido entre el exilio interior en la zona ocupada por Marruecos y el exterior de los campos de refugiados de Tinduf, el permanente abandono a su suerte por parte de la comunidad internacional tiene la frialdad mortal de una noche a la intemperie en el desierto.

Xabier Mariño (Ponteareas, Pontevedra, 27.03.1983) / Manuel Rivas (A Coruña, 24.10.1957). Tons de gris baixo o ceo

En los párrafos anteriores quedan apenas expuestas las causas. Manuel Rivas solo necesita once líneas, las primeras de Tons de gris baixo o ceo, para presentarnos en toda su crudeza el panorama desolador de las consecuencias. El drama del pueblo saharaui adquiere así su verdadera dimensión de lesa y dolorida Humanidad; de un daño universal cuya brutalidad duele como un inesperado puñetazo en la frente, que nos aturde y nos rompe de dolor. Luego, cerrando el zum de su cámara poética de alta resolución, nos sitúa en un plano medio y, a través del filtro ultravioleta de su dura y sutil ironía, actúa sobre nosotros como una serie de finos pellizcos sobre nuestra piel. Espolea los sentimientos de dolor y culpa que causa en nuestra conciencia el drama del pueblo saharahui y nos hace ver el fatigoso hastío de la cotidianeidad de un pueblo dividido físicamente, pero unido en la incierta esperanza de un futuro mejor y en su firme lucha para conseguirlo.

 

Xabier Mariño


Xabier Mariño quiere reflejar en su música “la actitud distante e hipócrita de la sociedad” ante problemas como el de los saharauis, lo que plasma en esta obra con el protagonismo de la palabra sobre la música. Por eso, la voz del propio poeta marca el ritmo y su respiración declamando condiciona la de los instrumentos. Una respiración, esta -sin melodía pero rica en texturas- en la que Mariño busca un ambiente más ardiente que cálido; “con una idea de presencia predominante del viento, con un aire lleno de residuos, visible”. Tan desolador como imagina que es ese desierto apenas intuido desde su verde Galicia y tan cotidiano como esos ambientes que él mismo ha grabado en lo que llama “un Tinduf occidental”. Una de tantas aldeas y lugares “abandonados a su suerte por las administraciones”, llenos también de “corrales hechos con materiales no bélicos pero casi”. Para Mariño, el tiempo en la música es más importante que el sonido; tiene una presencia escultórica, que en Tons de gris baixo o ceo podemos escuchar materializado en las ruinas del futuro de este corral universal llamado Tierra en que se hallan, eternamente presas, las vidas de los más débiles.

 



Manuel Rivas


Tons de gris baixo o ceo


En Tinduf,

nun curral feito con chatarra bélica,

primeiro e último circo do universo,

xeometría caída

a piques de despegar cara á heliopausa.

 

En Tinduf,

no escouredo do éxodo,

nun curral arqueolóxico,

ruínas do futuro,

cascallos gris cinza de materia interestelar,

a fauna do choque de terminación,

unha cabra con ollos de gris lobo,

á que só interesa a información básica,

natural, da miña sombra

impresa na saudade do papel,

esa cabra da galaxia Gutenberg

devece polas follas  do meu xornal,

roe con placer apocalíptico a primeira páxina,

os grandes titulares resultan sabedeiros,

segue coa súa boca

unha orde tipográfica,

unha axenda de corrosión global,

avanza pola sección de inmóbeis gris platino,

devora gris toldo con vistas ao mar,

hectáreas hipotecadas de gris mofo,

degusta a vangarda publicitaria,

a sinestesia pop,

o verdor automobilístico,

o shocking pink do plástico carnal,

o gris turbio, excitante, dos sucesos,

e agora trisca

os obituarios ilustres,

ese gris cadavérico,

a pálida cultura,

o festín.


 

Paquito D’Rivera (La Habana, 04.06.1948): The elephant and the clown

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 y la nacionalización de bienes privados estadounidenses, la Administración Kennedy decretó un bloqueo comercial económico y financiero en febrero de 1962. Cuba se alineó decididamente entonces con la Unión Soviética, la desconfianza entre la isla y Estados Unidos se hizo insoportable y derivó hacia una absoluta intolerancia mutua. Este bloqueo, prolongado hasta nuestros días, no ha logrado disminuir el poder de los antiguos líderes de la revolución. Como todo bloqueo a una nación entera, solo logró y logra encastillarlos en su poder omnímodo y aumentar el sufrimiento de su población.

 

Paquito D'Rivera


Hijo del saxofonista y director Tito D’Rivera, comenzó a tocar el saxofón a los cinco años e ingresó en el Conservatorio de La Habana a los doce. Con parte de los músicos de la Orquesta Cubana de Música Moderna, que había fundado en 1965 junto a Chucho Valdés, crea el grupo Ikarere, con el que fusiona la música tradicional cubana con jazz, rock y música clásica, obteniendo gran éxito internacional en sus giras por Europa y EE.UU. Durante una de estas pidió asilo político en la embajada de EE.UU. en Madrid, harto de la presión a que se veía sometido por la consideración del jazz y el rock como “música imperialista” por parte de las autoridades de su país.

Su trayectoria, con cientos de actuaciones y decenas de grabaciones de “jazz latino” ha sido premiada en múltiples ocasiones: entre otras, con varios premios Grammy. En 2012 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Estatal de Nueva York. The Elephant and the Clown es una obra original para octeto de clarinetes encargada por el clarinetista David Gould. D’Rivera declara que está inspirada en su amor a los animales y su afición a los cómicos. De principio a fin de la obra se respira un ambiente de circo, lleno de humor, dinamismo y su característica melancolía soterrada, como si fuera una suite inspirada en la actuación de sus diferentes artistas. El elefante y el clown evoca el recuerdo de esas actuaciones desde una emotividad tan poderosa que basta cerrar los ojos para que del fondo de la memoria surjan imágenes visuales de esas actuaciones y hasta un cierto recuerdo olfativo del serrín que cubría la pista.

El arreglo para saxofón y quinteto clásico fue escrito teniendo en mente los extraordinarios "Imani Winds" de Nueva York, y tiene una parte central en compás de 6/8 que no aparece en la versión original. El estreno mundial tuvo lugar el 13.10.2012 en la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro. El estreno europeo de la obra y mundial de la versión para quinteto fue llevado a cabo por ZOAR ENSEMBLE en Betanzos (A Coruña), el 28.10.2012.

 

Leoš Janáček (Hukvaldy, 03.07.1854; Ostrava, 12.08.1928). Mladý

A lo largo de su vida, Janáček vivió los numerosos cambios políticos sufridos por su Moravia natal y el nacimiento de un sentir nacional cultural. Su propia carrera transcurre en paralelo a la historia de su país: nacido en una remota aldea de los montes de Moravia-Silesia, vivió sus primeros 60 años en Brno, la capital provincial, trabajando como organista-director de coro, profesor y folclorista. Su despegue como compositor llegó con el estreno en 1915 de su ópera Jenufa y con él el despertar a una nueva vida, que llevó a ser conocido como “el viejo eternamente joven de Brno”.

 

Leoš Janáček


Esta vivencia de una segunda juventud le impulsó a escribir buena parte de su música de cámara; especialmente, el sexteto Mladý para quinteto clásico y clarinete bajo, obra escrita en tres semanas del verano de 1924 en su Hukvaldy natal, influido por los recuerdos de su vida como miembro de la escolanía de la abadía de Santo Tomás, en Brno. En realidad, la obra es la respuesta musical a una petición de datos y detalles sobre su infancia y juventud para la publicación de una biografía suya en los momentos de mayor fama con el estreno en 1924 de Jenufa en Berlín y Nueva York.

El patrón sonoro de las palabras Mládež, Zlatá mládež (juventud, dorada juventud) es la base del motivo inicial del primer movimiento, Allegro, conforme a su teoría creada 25 años atrás que relacionaba los ritmos hablados y musicales. El Andante sostenuto, un tema con cuatro variaciones, refleja la monotonía de la vida de un niño en la abadía, teñida de una cierta tristeza en el adagio en que deriva. La limpia alegría y una imaginativa ensoñación infantil se adueñan del juguetón scherzo (marcado vivace) y su trio, antes de que el Allegro animato final recoja y juegue con el motivo inicial y su recuerdo de oro. Mladý recibió en 1925 el Premio de la Academia Checa de Ciencias.

 

 © Copyright 2013, Julián Carrillo Sanz



[1] Aguardiente turco de alta graduación alcohólica y similar al “ouzo” griego. Se suele beber como aperitivo, rebajado con agua  y acompañando a los “mesé” (palabra árabe de origen persa: sabor). Se trata de una serie de entre 10 y 100 aperitivos variados para picar con los dedos o con pan pita antes de una comida familiar especial o de celebración)


[2]  “Los elementos e informaciones puestos en conocimiento de la Corte indican que en el momento de la colonización española existían vínculos jurídicos de subordinación entre el Sultán de Marruecos y ciertas tribus que vivían en el territorio del Sáhara Occidental” y que “…los elementos e informaciones puestos a su disposición no demostraban la existencia de ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental, por una parte, y el Reino de Marruecos o el complejo mauritano por la otra. Por lo tanto, la Corte no comprobó que existieran vínculos jurídicos capaces de modificar la aplicación de la resolución 1514 (XV) en lo que se refiere a la descolonización del Sáhara Occidental y, en particular, a la aplicación del principio de la libre determinación mediante la expresión libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones del territorio”. 

 

01 junio, 2021

Ejercicio de estilo

 




A Coruña, 28 de mayo, Palacio de la Ópera. Orquesta Sinfónica de Galicia. David Grimal, violín y director artístico. Programa. Wolfgang Amadeus Mozart: Conciertos para violín y orquesta: número 1 en si bemol mayor, KV 207; número 2 en re mayor, KV 211, y número 3 en sol mayor, KV 216.


El del viernes 28, el último concierto de la Sinfónica en el Palacio de la Ópera en esta temporada, ha sido un concierto singular, una de esas raras  maravillas a las que esta orquesta tiene acostumbrados a sus abonados y demás melómanos de A Coruña. David Grimal volvía al escenario del Palacio de la Ópera de A Coruña, donde sus actuaciones se cuentan por triunfos desde hace años. Como en otros muchos escenarios y con otras muchas orquestas, para las que cada concierto de Grimal supone una semana especial.

Cartel del concierto


El creador de la orquesta Les Dissonances  es, ante todo, un gran músico que hace de cada concierto un ejercicio de estilo, algo que solo se puede lograr una técnica impecable y desde el más profundo conocimiento de cada época y compositor. Y si en anteriores ocasiones Grimal nos dejó asombrados con Beethoven o con Brahms, en esta devolvió al público de A Coruña el más auténtico Mozart. Ese que cada año, a finales de la primavera, traía a la ciudad el desaparecido Festival de su nombre.

La precisión que logra Grimal –imprescindible siempre pero cuya ausencia se sufre más en compositores como Mozart- proviene de su método de trabajo, responsabilizando a todos y cada uno de los músicos de la orquesta en un ejercicio de escucha mutua, de responsabilidad colectiva. Algo que debe y suele estar siempre presente en las orquestas pero que se ve aumentada cuando estas tocan con el músico francés, trasladando a la gran orquesta los métodos ¡y el espíritu de colaboración! de la música de cámara.




Grimal y la OSG durante un ensayo del concierto


Así las cosas, el concierto fue una verdadera fiesta en la que Grimal ejerció de maestro de ceremonias con su elegante y habitual discreción y economía de gestos y todos y cada uno de los músicos de la Sinfónica fueron coprotagonistas de la velada. Unos efectivos reducidos al mínimo –5-4-3-2-1  en las cuerdas, que tocaron sin vibrato y a los que se sumaron las dos flautas del Concierto nº 3-, lograron un sonido limpio y bien coloreado y una adecuación estilística de primer orden, con las necesarias fuerza y sutileza en los momentos oportunos. Como solista, Grimal estuvo integrado en el sonido de la orquesta y brillante en los solos, especialmente en las cadenzas.

¿Se puede pedir más? Sí. Más de lo mismo en cuanto  se pueda. Y que la pandemia y las circunstancias de todo tipo permitan a la Sinfónica volver a su casa en las mejores condiciones y no solo por lo que hace a la acústica, sino por el buen desarrollo del trabajo diario en lo que se refiere a confort y, sobre todo, seguridad laboral y sanitaria de sus músicos y público.