A Coruña, 4 de junio, Coliseum. Orquesta Sinfónica de
Galicia. Dima Slobodeniouk, director. Programa: Hans Abrahamsen (1952),
Concierto para trompa y orquesta; Serguéi
Rajmáninov (1873-1943), Sinfonía nº 1 en
re menor, op. 13.
Cartel del concierto |
El estreno en España del Concierto para trompa de Hans Abrahamsen suponía seguramente el mayor aliciente en el
programa del penúltimo concierto de la temporada 2020-2021 de la Orquesta
Sinfónica de Galicia. Y lo primero que hay que decir al respecto es que la
composición del danés no solo no defraudó sino que, incluso, superó las
expectativas de muchos de los asistentes al concierto.
Dos datos a tener en cuenta a
la hora de hablar de esta obra: el primero es que Abrahamsen tocaba la trompa
en el colegio y ese fue su primer contacto con la música; el segundo, que Abrahamsen
escribió la obra para Stefan Dohr –principal de trompas de la Filarmónica de
Berlín-, quien fue su solista en A Coruña. Y lo será en todas partes durante la
exclusividad de tres años acordada con el autor, como es el uso habitual de
este en estos casos (Barbara Hannigan, intérprete de Let me tell you con la Sinfónica el 22-05-2015, tenía una
exclusividad semejante).
Hans Abrahamsen |
Los textos de este ciclo de canciones, basado en la novela corta del mismo nombre de Paul Grifiths (1947), eran producto del esfuerzo conjunto de Grifiths, Abrahamsen y la selección creaba una frágil atmósfera llena de delicadeza cabalmente trasladada a sonido por la música de Abrahamsen. Esta creación de atmósferas mediante el uso de texturas orquestales es una de las características más personales y definitorias de la música de Abrahamsen; pero no deja de ser un medio más para la expresión de su arte, que el autor danés emplea idóneamente también en el Concierto para trompa y orquesta.
El Concierto para trompa es el cuarto encargo de la Filarmónica de Berlín -este, conjuntamente con la Philharmonia de Auckland, la NHK de Tokio, la de la Radio de Holanda y la Orquesta Sinfónica de Seattle-. Los anteriores fueron Nacht und Trompeten (1981), el mencionado ciclo Let me tell you y Tres piezas para orquesta, encargo para la despedida de Sir Simon Rattle como titular de la orquesta berlinesa.
El Concierto para trompa se divide en tres movimientos pero no sigue
el tradicional esquema clásico, rápido-lento-rápido sino que abre sucesivos climas
sonoros creados por las distintas texturas orquestales -junto a cambios de tempo e intensidad- sobre los que la
trompa va desplegando su canto. Al inicio del primer movimiento, Sehr langsam
und mit viel Ruhe (“Muy despacio y
con mucha calma”), percusión en pianissimo y el arpa extienden como un transparente cendal
de bruma sobre el que, como en un eamanecer, se eleva la luz de la trompa en un
motivo de dos notas en segunda descendente.
Stefan Dohr en un ensayo del concierto |
Dicen que las emociones en la música las produce la melodía; obras como las de Abrahamsen refuerzan la idea, comprobada en tantas anteriores, de que, como mínimo, la melodía lo hace sobre el apoyo de la armonía y del color instrumental. De esta forma, el Concierto para trompa logra satisfacer generosamente el fin último de la música, que no es otro que emocionar a quien la escucha.
El tercer movimiento, Sehr
langsam, ohne zeit (“Muy despacio,
sin tiempo”), parece surgir de la nada sobre los latidos de bombo y
timbal hasta llegar a una sección de increíble luminosidad orquestal sobre la
que destacan nuevamente los requerimientos técnicos a la trompa. Dohr los superó
sin despeinarse, haciendo música y de la grande. Luego, en la coda, su
instrumento se fue fundiendo gradualmente con la orquesta, cerrando el círculo
de una obra redonda soberbiamente interpretada como producto de la técnica al
servicio de la expresión. A lo que cabría añadir la seguridad de quien, como su
destinatario, conoce la obra en toda su profundidad desde su creación.
Slobodeniouk y Dohr en un ensayo del concierto |
Slobodeniouk y La Sinfónica -no podía ser de otra forma en una obra en la que la orquesta es una parte fundamental- fueron mucho más que eficaces acompañantes de Dohr, con una calidad instrumental y artística que demuestra por qué esta orquesta está considerada entre las mejores de España y, como dijo hace años el desparecido maestro Maazel, competitiva con las grandes orquestas europeas.
Desde lo hondo
Dima Slobodeniouk parece
llevar la Primera de Rajmáninov en lo
más hondo de su conciencia musical y los resultados de su entusiasta interpretación
del viernes de la obra así lo demostraron. Desde el motivo inicial de cuatro
notas que habrá de generar prácticamente toda la sinfonía, el titular de la
Sinfónica hizo un ejercicio de control del sonido y de la tensión expresiva que
habría de prolongarse y aun crecer a lo largo de toda la obra. Tras la
introducción del primer movimiento, Grave
– Allegro non troppo, y el canto inicial por violines segundos y chelos, el
tema fugado y su desarrollo tuvieron una gran claridad de líneas, con un aire de
notable dramatismo en su desarrollo.
En el Allegro animato destacó el bien logrado contraste por el cambio a ritmo
ternario y su aire algo danzante, así como el posterior y progresivo aumento de
la tensión. Las violas, espléndidas, insuflaron la profundidad y calma del
tercero, Larghetto, y fueron notables
los solos de oboe de David Villa, de flauta de Claudia Walker -y, fuera de
contexto, el de un coche cuya marca no pude identificar, que solo por un
momento logró romper el encanto de los anteriores-. Nada que no remediara
espléndidamente el solo de trompa de David Bushnell con su agudo final de
duración casi infinita.
Las trompetas tuvieron su aire
marcial en el motivo inicial, repetido
por tres veces en el Allegro con fuoco,
al que imprimieron idóneo carácter finalizador de decisión y avance. El canto
en registro grave de las cuerdas y su reiteración hasta el golpe de gong y el
lento cambio a modo mayor con el que finaliza la obra dieron a esta el último
toque de expresión, en una gran interpretación del maestro ruso. De dentro
afuera; como dice el título del salmo 129, “Desde lo hondo…”
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