18 octubre, 2022

Trocitos de cromo y oro

 



A Coruña, 13 de octubre, Teatro Rosalía Castro, Programación Lírica A Coruña. Vanessa Goikoetxea, soprano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director, Miquel Ortega. Programa: Antonin Dvořák, aria de Rusalka `Měčku na nebi hlubokém´; Píotr Ílich Chaikovski, Iolanta, aria de Iolanta, `Atchevoeta prezhde ne znala´;  Píotr Ílich Chaikovski, Canción triste; Erich Wolfgang Korngold, Die tote Stadt, aria de Marietta, `Glück, das mir verblieb´; Píotr Ílich Chaikovski, Yevgeni Onieguin, `Escena de la carta´; Giacomo Puccini, La bohème, aria de Mimí, `Si, mi chiamo Mimi´; Suor Angelica, aria de Suor Angelica, `Senza mamma, o bimbo, tu sei morto´; `Foglio d´album´; Tosca, aria de Tosca `Vissi d´arte, vissi d´amore´; Madama Butterfly, aria de Cio-Cio-San, `Un bel dì vedremo´.

 

Permítaseme parafrasear el título del programa musical Cachitos de Hierro y cromo, refugio en la Nochevieja de abuelos yeyés y “babyboomers” y asombro de miembros de las generaciones X, Y y Z. Este es el brillante, y casi único, programa musical de Televisión Española, si descontamos los de música clásica o retransmisiones operísticas a horas intempestivas.

Es lo primero que me ha venido a la cabeza recordando la gala lírica celebrada el jueves 13 en el Teatro Rosalía Castro dentro de la Programación Lírica de Amigos de la Ópera de A Coruña, porque no otra cosa que trocitos de ópera son las arias y/o escenas habituales en estos eventos. Trocitos de oro, en su mayor parte, por el repertorio seleccionado y brillo, a veces de oro, a veces de cromo, por la voz de sus protagonistas vocales.



Foto cedida por Amigos de la Ópera A Coruña | Alfonso Rego


Vanessa Goikoetxea es una figura en permanente ascenso. Su voz, rica en armónicos, tiene un timbre cálido y brillante en toda su extensión; su amplio fiato le permite un fraseo largo y generoso que emplea con gran adecuación al ritmo de la música y la prosodia del texto. Como consecuencia de lo anterior y de su gran dominio de la dinámica, tiene todas las posibilidades de expresarse con gran musicalidad y dramatismo -entendido este como capacidad de expresión teatral a través de la música. 

Y a fe que aprovecha esas capacidades y posibilidades, como demostró más que ampliamente a lo largo de toda la velada; brillo e interpretación, pues, de oro de ley. Una primera parte dedicada a la música eslava, soberbiamente rematada con la Escena de la carta, del Yevgueni Onieguin de Chaikovski. Antes, un Dvořák de calidad y un aria de Marietta del Die tote Stadt de Korngold con una espléndida expresividad. La orquesta tuvo aquí ese sonido, tan de Korngold, que -vaya usted a saber por qué- siempre me hace imaginar eso que hace años se llamaba `una de piratas´.



Foto cedida por Amigos de la Ópera A Coruña | Alfonso Rego


La segunda parte, dedicada en exclusiva a Puccini, fue marcada por el contraste entre la esperanzada y animosa Mimí del primer acto de La bohème con el aria `Senza mamma, o bimbo, tu sei morto´, con la que Goikoetxea hizo sentir al auditorio el sentimiento de la mayor compasión medido con el comedimiento conventual de Suor Angelica.

Luego, ´Vissi d´arte, vissi d´amore´ despertó en mi memoria el recuerdo y añoranza de representaciones de esta y tantas óperas. Que no en vano la ópera es teatro musical y los fragmentos, por muy bien seleccionados que hayan sido, no pueden completar el vacío que aquellas dejan. Ojalá, en próximas ediciones de la PLAC, vuelva a predominar la ópera representada.



Foto cedida por Amigos de la Ópera A Coruña | Alfonso Rego


Para terminar, dos espléndidas propinas, como `Coita´ (Mariñeiros), del añorado Antón García Abril, y Negra sombra, la canción de Juan Montes sobre el poema de Rosalía (la de siempre, `a nosa´). Una forma de terminar de meterse en el bolsillo a cuantos la escuchaban demostrando, de paso que Goikoetxea tiene voz y la emplea soberbiamente; y que tiene cerebro y tampoco lo deja en barbecho. Enhorabuena, la esperamos de vuelta pronto.

Salvo el ´momento cine´ antes mencionado -y más por la brillantez de la partitura que por su interpretación, Ortega no logró sacar toda la calidad como orquesta de foso que tiene la Sinfónica. Lástima.

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