A Coruña, 37 de
octubre, Palacio de la Ópera. Orquesta Sinfónica de Galicia. Programa: Camille
Saint-Saëns, Concierto para piano número 5 en fa mayor, op. 103, “Egipcio”;
Ludwig van Beethoven, Sinfonía en mi bemol mayor, número 3, op. 55, “Heroica”.
Otto Tausk, director. Javier Perianes, piano.
El Egipcio es seguramente el menos programado de los conciertos para piano de Saint-Saëns; un descuido que algunos intérpretes y programadores están corrigiendo y algunos públicos gozando cada día más. Porque como señala Luis Suñén en sus acertadas notas al programa del concierto, este “se disfruta”, como se pudo hacer en el segundo concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Galicia.
Foto capturada en el Facebook de la OSG |
En el Andante central, tras su siempre sorprendente introducción, demostró Perianes cómo es eso tan repetido en las crónicas -y cada vez más en las ejecuciones- de poner la técnica al servicio de la partitura. Esos legati y staccati simultáneos en una y otra mano, le dieron brillo y carácter, ese “exotismo” que para los franceses ha tenido siempre lo español, (in)debidamente asociado con lo magrebí o lo oriental.
Y, en todo el
movimiento, la emoción, que trasladó al auditorio; y el carácter, insisto, como
el que marcó en el inicio del Finale, allegro molto. Una sucesión de bajo-acorde
multiplicada y animada por sus breves motivos melódicos; como una catapulta que
lanzó a la orquesta a esa alegría que impregna todo el movimiento. La Sinfónica
y Tausk fueron en todo momento, más que eficaces acompañantes, brillantes colaboradores
por sonido, fraseo y una dinámica bien domeñada pese a ser difícilmente
manejable.
Foto capturada en el Facebook de la OSG |
La Serenata andaluza
de Falla que obsequió como propina, con Tausk escuchándola desde el escenario, terminó
de calentar el entusiasmo del auditorio. Gran éxito de Perianes, que volverá
con la OSG para tocar y dirigir los conciertos nº 20 y 23 de Mozart en Vigo,
Ourense y Ferrol los días 16, 17 y 18 de noviembre próximo.
Esos enormes solistas
Decíamos en la crítica
del concierto
de la OSG con Alondra de la Parra que no todas las orquestas podrían
programar la Sinfonía imposible de Márquez por su enorme exigencia técnica y
musical para solistas y secciones de la orquesta. Los solos de David Villa al
oboe, María José Ortuño a la flauta y, en intervenciones menos extensas, Iván
Marín al clarinete- fueron lo mejor de la interpretación de la Heroica
por Task y la Sinfónica. Tres músicos que desarrollan su trabajo como “principal
asistente” que fueron, con seguridad, la columna vertebral de la versión. Y en
su centro, como médula espinal de la emoción, toda la labor de David Villa,
especialmente en los solos de la marcha fúnebre; para descubrirse, sin más.
Foto capturada en el Facebook de la OSG |
Tausk hizo sonar la
orquesta con hermoso sonido en todas sus secciones, destacando los chelos y, en
el scherzo, la sección de trompas; estas, más en sonido que en carácter. Marcó
muy bien esos acentos beethovenianos (que parecen escritos más a traición que a
contratiempo), pero empleó un número excesivo de cuerdas, que taparon en ocasiones
a los vientos, tan importantes en esta sinfonía. Y, aquí y allá lo largo de toda
ella, emborronó un tanto la transparencia con la que se afronta actualmente el
corpus sinfónico de Beethoven.
Una pena porque, obviando este importante punto, su expresión y gradación dinámica fueron bastante apropiadas, con unos diálogos entre secciones muy bien fraseados en las transiciones y una buena respiración general de la orquesta.
Resultó curioso
escuchar los adornos en los solos de oboe requeridos por Tausk en el scherzo,
adaptados idóneamente por Villa. También el cuarteto de cuerda en el tercer
movimiento (al parecer en la parte de la viola de su partitura general pone soli,
en plural) que sonó apropiado pero desacostumbrado, naturalmente. Una ejecución,
en fin, con luces y sombras y acogida con una calurosa ovación que hizo arder
las manos de la afición cuando destacó a solistas y secciones.
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