Segundo concierto de
abono de la temporada 2014-15 de la Sinfónica de Galicia y otra demostración
palmaria de la calidad de esta orquesta, en un programa de estructura (sólo
aparentemente) clásica. Las tres obras que lo componían -de épocas y estilos
tan diferentes y alejados como los Tres
interludios para orquesta de Benet Casablancas, el Concierto nº 4 para piano de Beethoven y la Metamorfosis de Richard Strauss- fueron piedra de toque para
comprobar su “ley”. Una nueva ocasión que tuvimos los melómanos de A Coruña
para sentir bien dentro la música.
Benet Casablancas. Foto de Xurxo Lobato cedida por la OSG |
La obra de
Casablancas viene avalada por la solidez técnica e intelectual de su autor:
compositor y filósofo, tiene a sus espaldas una sólida carrera como compositor
e investigador. Tres interludios para
orquesta responde a la intención de refinada brevedad que sugiere su
título, la característica calidad tímbrica demostrada por su autor y su
capacidad de sugerencia de ambientes. Ésta se muestra en toda su variedad a lo
largo de sus tres breves movimientos con ese delicioso aroma de taller
artesanal que se desprende de su música.
Preparando el
pasaporte
Javier Perianes es
uno de los valores más seguros del actual panorama pianístico español. No es de
extrañar, pues, que haya sido elegido por la OSG como compañero de viaje para
su gira de enero para participar en el Festival Internacional de Música de Abu
Dabi. Y, como para los viajes conviene tenerlo todo preparado con tiempo, nada
mejor en este inicio de temporada que tener a mano -y “en las manos”- el
pasaporte con que se van a presentar solista, director y orquesta. Un pasaporte
tan contrastado como el que tantos pianistas consideran el mejor concierto
escrito por Beethoven para su instrumento.
Desde los acordes
iniciales del solista y la correspondiente contestación de la orquesta, sonó
ese Beethoven claro e incisivo a que ya deberíamos habernos acostumbrado por
las ediciones críticas de su obra. Lejos quedan pues la pesantez y oropeles de
falsa trascendencia que la costumbre de casi tres siglos había adherido entre
su música y nuestros oídos.
Perianes durante el concierto Foto de Xurxo Lobato cedida por la OSG |
El formidable legato de Perianes y la gran fuerza
interior de su interpretación caracterizaron su versión del concierto. La cadenza del primer movimiento sonó muy
beethoveniana por fuerza y armonía; el dramatismo del Andante con moto, patente desde su introducción orquestal, alcanzó
un alto nivel en manos del pianista onubense; el Rondó tuvo momentos de rara viveza y un sonido entre mágico y
onírico, para terminar en pura energía. La Serenata
andaluza que regaló correspondiendo a la fuerte ovación mostró su validez
como pasaporte español desde el más refinado sonido de veladuras impresionistas
que el compositor gaditano se trajo de su París iniciático. Una verdadera joya
bien lucida en las manos de Perianes.
23 solistas
La Metamorfosis de Strauss es generalmente
considerada como su dolorido y amargo adiós a la composición. En este campo y frente
a la opinión de Adorno “En la historia del Arte, las obras tardías son
catástrofe”, me quedo con la idea de Norman del Mar, cuando considera que “El
cansancio de la vejez ante la presencia de la muerte inminente y bienvenida no
es, en realidad, algo triste, sino mucho mas profundo. Es la prerrogativa del
gran arte que suscita emociones indescriptibles que pueden desgarrarnos”.
Porque, si se llega
a su tuétano, esta Metamorfosis no es
realmente una obra triste sino elegíaca. Esto, en el sentido que se le daba en la
Grecia y la Roma clásicas, cuando el “verso elegíaco”, que alternaba un verso
pentámero y otro hexámero, se asociaba a la expresión de sentimientos, como en
la poesía amorosa y erótica. Y es ahí donde encaja a mi modo de ver la
composición de esta obra maestra como estudio sinfónico: una proyección anímica
de la relación de Strauss con su Munich natal y lo que esta ciudad significó a
lo largo de su vida.
Slobodeniouk y los 23 solistas Foto de Xurxo Lobato cedida por la OSG |
Un canto de amor en
el que surgen a modo de “flash-back” temas bien luminosos, seguramente representativos de un pasado más feliz, en
los cantos individuales, a dúo y en mínimos grupos confiados a los veintitrés
solistas. Pasajes en los que los profesores de la OSG elegidos para la ocasión
mostraron los excelentes juncos con los que se construye día a día esta gran
cesta que es la Sinfónica de Galicia.
Foto de Xurxo Lobato cedida por la OSG |
El cierre de la obra
comienza con una amplia cesura y un seco ataque de conjunto en forte. Luego parece entreverse un cierto
homenaje al Adagio de Albinoni al que un cambio a un ritmo más punteado dramatiza
(sobre todo en el sentido de expresión escénica, teatral) adecuadamente según
la intención del autor.
La oscura
culminación es el canto por la cuerda baja del motivo inicial de la Marcha fúnebre de la Heroica de Beethoven y ese misterioso In memoriam anotado en la partitura por
Strauss. En la concertación
de todos y cada uno de los solista y en el gran sentimiento que rezumaban los tutti mostró Slobodeniouk sus grandes cualidades
como director. El final del concierto del sábado fue recibido con una larga,
cálida y bien merecida ovación.
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