Escribí este artículo en febrero de 2017 para tratar de explicar la discrepancia entre el texto de mi crítica del concierto y el subtítulo con el que se publicó y dar una idea de cómo funcionan los medios a la caza del "clickbait". No lo publiqué por prudencia, que enfrentarse a los chamanes de la tribu nunca fue buena idea. Hoy me ha saltado a la vista durante la búsqueda de un archivo en mi ordenador y no me resisto a compartirlo, porque no solo no ha perdido vigencia en estos años sino que creo que la ha ganado.
Es curioso que después de escribir una crítica lo más razonada y analítica posible; después de pensar y repensar un título que atraiga y un subtítulo que resuma... cuando vas a verla publicada te encuentras que te lo han cambiado por otro que incluso contradice lo que con tanto cuidado has analizado, razonado y escrito.
Esto, que con los años ya no te
sorprende excesivamente -porque a veces pasa, aunque cada vez menos-, se vuelve
sorpresón de los gordos cuando sabes quién te lo ha cambiado. Cuando te enteras
de que no es un/a periodista expert@ que lee tu texto y trata de dar en el
clavo de tu idea principal (lo que a veces incluso se agradece porque ven más cuatro ojos que dos, añado hoy en 2021). No, no: no es ningún/una periodist@, redactor/a jefe/a ni corrector/a de estilo, que va...
¡Ojo! |
¡Son ELLOS!
¿Y quienes son “ellos”? Pues ellos son... los SEO. Que tampoco son las siglas de un subgrupo especial de operaciones, una especie de policía del pensamiento al estilo orwelliano de “1984”, no.
O sí, quién sabe. Porque un SEO es un especialista en el reposicionamiento de oferta (textos, anuncios, cabeceras, titulares y un largo etc.) en Internet. Trabajo para el que utilizan palabras clave, algoritmos y un largo etcétera de técnicas para que imágenes, textos, noticias o anuncios aparezcan en lugar destacado para que los vea más gente.
Esquema de proporciones de un ojo |
O sea, alguien que hace que tú, querid@ lector/a, encuentres en primer lugar lo que te interese en función de tu historial de búsquedas. O algo que no te interese espontáneamente. Porque, a lo mejor, lo que tú veas, leas, adquieras (o pienses) es a otro quien le interesa. Porque siempre hay un otro o varios otros en estos asuntos. O negocios. Porque al final, todo esto -también lo que piensas- es asunto que a otros les interesa. O es su negocio.
Y
resulta que estos personajes y estas técnicas, cuando te topas con ellos, han
arraigado en medio de tu vida, esa vida que cada día es menos tuya. Están ahí implantados,
incluso bien arraigados desde hace tiempo sin que sepas ni cuándo ni desde
dónde han llegado a ella, pero condicionándola, dirigiéndola desde la sombra
sin que puedas hacer nada por evitarlo.
El Gran Hermano te mira (y te hace mirar) |
O atrayendo tu vista hacia un titular más o menos discrepante con lo que alguien escribió como resumen de su texto (a quien, si no sabes cómo funciona esto tacharás de incoherente; con toda lógica).
Por si habéis notado algo de esto en mi crítica del concierto de la Sinfónica con Khatia Buniatishvili, esta es la breve pero curiosa historia de un subtítulo en una tarde previa a los Carnavales (a lo mejor lo hacían solo por ponerle un antifaz al texto; a saber).
Subtítulo original escrito por mí: El Beethoven de Buniatishvili, desde el fondo del arca al escaparate virtuosístico y visual
Primer subtítulo “SEO”: La interpretación de Beethoven por parte de la pianista Buniatishvili estuvo tan llena de personalidad como de fidelidad a la partitura.
Algo que decía en el texto, pero sólo referido a los dos primeros movimientos (pienso que en el tercero cambió el rigor por el espectáculo). Por si mi subtítulo no lo aclaraba suficientemente o era demasiado imaginativo, propuse este otro.
Subtítulo de sustitución: El Beethoven de Buniatishvili, desde la hondura al divismo visual y virtuosístico
Segundo y definitivo subtítulo “SEO”: La interpretación de Beethoven por parte de la pianista Buniatishvili arrancó llena de personalidad y fidelidad a la partitura, pero se rompió al final.
Supongo que las “palabras clave” son pianista y Buniatishvili y que las ponen bien juntitas para que el artículo salga por arriba en las búsquedas. Pero acabo de hacer una búsqueda con esas palabras y mi crítica no está en la primera página de Google. ¡Jo!
Por si alguien no se había dado cuenta de lo importante que es la imagen para esta pianista en este enlace tenéis toda una serie de vídeos suyos. Y para los que no quieran escuchar, en este otro hay fotos; muchas fotos.
E aquí se acaba a historia deste peixe rodaballo, que por non haber aceite houbo que comelo asado... Porque para qué va uno a seguir peleándose contra molinos de viento; que luego ya se sabe lo que te pasa.
Pues tienes toda la razón. Esos posicionamientos SEO van a la caza de cualquiera, no buscan calidad de audiencia, sólo les interesa la cantidad de gente que junte al azar unos cuantos términos, sin importarles ni respetar el sentido de un texto, que por otra parte ni comprenden.
ResponderEliminarGracias, Rosa. Y lo peor es la influencia que tienen todas estas técnicas sobre la vida de la gente, inducióndoles a comprar, leer o votar lo que los SEOñoritos decidan.
EliminarAtrapados en una "red" de araña. ¿Hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia?
ResponderEliminarSusana de Lorenzo
Estamos bastante atrapados, desde luego. Y no sé si servirá de mucho denunciarlo, como acabo de hacer. Pero es lo único que está a mi alcance; al menos, es lo único que se me ocurre.
ResponderEliminar