Santiago
de Compostela, 20 de mayo, Auditorio de Galicia, Real Filharmonía de Galicia. Jaume
Santonja, director. Sofya Melykian, piano. Programa: Camille Saint-Saëns, Concierto para piano y orquesta número 5 en fa mayor, ‘Egipcio’, op. 103. Louis Spohr, Sinfonía nº 9 en si menor, op. 143.
Tras unas semanas de ausencia del Auditorio de Galicia, la Real
Filharmonía de Galicia ha reanudado sus conciertos en su sede. Sofya Melykian
se ha mostrado en la primera parte del programa, con el Concierto para piano nº 5 en fa mayor, op. 103 de Saint-Saëns, como
intérprete llena de una sensible musicalidad.
Su técnica, realmente impecable, le permite afrontar y superar cualquier
dificultad de mecanismo pero una obra como el Egipcio requiere algo más, una especial sensibilidad para mostrarla en todo
su esplendor como la de la pianista armenia formada en Madrid y París. La técnica de Melykian, su legato
y la transparente luminosidad de su sonido se ponen al servicio de una
musicalidad basada en un hermoso fraseo y una expresividad cimentada en una idónea
conjunción de control dinámico y amplia paleta de color instrumental.
Sofya Melykian | RFG Xaime Cortizo |
Estas cualidades se manifestaron ya en el primer movimiento, Allegro animato, en unas preciosas escalas
perladas y la adecuada rotundidad en determinados acordes. Pero fue en el Andante central donde la sensibilidad de
Melykian brilló en todo su esplendor. La expresión de esas frases en escalas
modales estuvo llena de un sentimiento elegantemente contenido y la oscuridad de
sus compases finales transmitió todo el “aroma a jazmín” que la pianista
armenia capta en la partitura de Saint-Saëns.
El dinamismo y sensación de movimiento del inicio del Molto allegro final fue más allá de la
sugerencia sonora de un viaje. el resplandor irradiado por el piano fue
adecuadamente reflejado por la orquesta, fiel acompañante de Melykian a lo
largo de todo el concierto, que formaba parte del tradicional Ciclo Ángel Brage
de piano.
El aplauso del público tuvo el premio de un bis excepcional de
Melykian y la brillantez final del concierto de Saint-Saëns tuvo en La maja y el ruiseñor, de Granados, el
contraste de una contenida elegancia. Su fraseo y claridad de líneas tuvieron
esa aparente facilidad con la que solo los grandes resuelven las mayores dificultades.
La programación inicial de la temporada preveía la actuación en este concierto de Jonathan Webb y, en la segunda parte, una selección de Las estaciones de Chaikovski orquestada por Aleksandr Gauck. La sustitución de la obra del autor ruso por la Sinfonía nº 9 del alemán Louis Spohr se sumó a la de Webb por Santonja.
Jaume Santonja | RFG Xaime Cortizo |
Esta Novena es una de esas obras en las que se aprecia bien a las
claras el mucho oficio de su autor y cómo este va más allá de la inspiración. La
obra -penúltima de sus sinfonías, aunque él renegó de la Décima- es un relato bien guionizado y construido del
transcurrir de las estaciones del año. Pero los trinos de pájaros de la
primavera; una cierta somnolencia como de siesta apacible en el verano; una
sugerencia de tormenta en los timbales y la animación final más o menos tópica del
otoño como época festiva y de recolección en el bosque no logran remontar como sinfonía.
La obra tuvo en Santonja y la Real Filharmonía una más que digna versión y el público
premió a sus intérpretes con aplausos.
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