El viernes 13 y el
sábado 14, tres músicos con las iniciales D.S. coincidieron sobre el escenario
del Palacio de la Ópera de A Coruña. Dmitri Shostakóvich, cuyo Concierto nº 2 para violín en do
menor, op. 129 fue interpretado por su tocayo Dmitri Sitkovetski, acompañado por Dima Slobodeniouk al frente de la
Orquesta Sinfónica de Galicia. La Sinfonía
nº 95 en do menor de Franz
Joseph Haydn abrió la que resultó ser una gran velada, que sería cerrada por la
versión para concierto (revisión de 1947) del ballet Petrushka, de Ígor Stravinski.
Franz Joseph Haydn |
La Sinfonía nº 95 en do menor, tercera de
las llamadas “Sinfonías de Londres” de Haydn [1], es una magnífica muestra
de la capacidad de su autor para conjugar su alta inspiración melódica con el
oficio y conocimiento de las modas y mercado
musical de su época. También lo habría sido la anunciada en el programa
general de la temporada y referenciada por José Luis Pérez de Arteaga en sus
siempre brillantes notas al programa, algo que confundió a algún que otro
aficionado.
La versión ofrecida
por Slobodeniouk y la OSG tuvo una tersura de sonido y una disposición de
planos que permitió apreciar toda la arquitectura y detalles de la obra.
Resaltó la personalidad de cada movimiento: el Andante, con la suave
sinuosidad del legato inicial y el
preciosismo casi puntillista del staccato de su segunda
sección; en el Minueto, tocado por la mejor gracia de esta danza,
creó un marco sonoro en el que destacaron los primorosos solos de chelo de
Ruslana Prokopenko. Y, finalmente, el titular de la Sinfónica dio al Vivace esa eficacia conclusiva con la que Haydn,
gracias al conocimiento de su público arriba indicado se permitía rematar
magistralmente sus obras.
Del Shostakóvich más íntimo
Volvió Dmitri
Sitkovetski (Bakú, 1954) al palacio de la Ópera de A Coruña. Un reencuentro en
el que el público comprobó otra vez la absoluta solidez técnica y musical del
violinista, director y arreglista [2] azerbayano. Su versión del
Concierto para violín nº 2 en do menor
de Shostakóvich se caracterizó por un increíble sonido y gran profundidad
conceptual.
Dmitri Sitkovetski. Foto de Xurxo Lobato cedida por la OSG |
Mostró en su
plenitud la alternancia tan característica del autor petersburgués entre
momentos de lucha interna con otros de
ironía y sarcasmo, que en esta obra tienen el fondo de un personalísimo intimismo.
Las distintas voces del violín y sus diálogos con trompa y maderas destacaron
en el Moderato inicial, En el Adagio, su tenue y serena
luminosidad de nocturno, su diálogo con
flauta, clarinete y el gran solo de trompa. Y en el último movimiento, tras la
breve introducción, su amalgama de viveza con dureza, la tremenda cadenza solista y el acerado brillo final.
Una fiesta en San Petersburgo...
En la revisión de Petrushka de 1947, Stravinski proporcionó
a su viejo ballet una nueva vida, simplificando la orquestación, cambiando
algunos tempi y proporcionándole un
sonido más apropiado para versión de concierto, ya sin la servidumbre de la
coreografía. La versión de Slobodeniouk y la OSG ilustró cada una de las
seccciones de la obra: en ella, brilló el espíritu del ballet original, pudiéndose
seguir a la perfección su argumento con la única guía de una atenta escucha.
Escena de Petrushka |
La música fue ilustrando
cada escena del ballet: el ambiente festivo inicial de la feria de Shrovetide [3] y la magia del titiritero
insuflando el hálito vital a las tres marionetas protagonistas (la bailarina,
el moro y Petrushka); la torpeza de éste en la conquista amorosa; el lujo de
oropel de su habitación; su engreimiento frente la bailarina en contraste con
su falta de maña ante una simple fruta; la levedad corporal y coqueta ligereza
de espíritu de ésta en su danza; el contraste con la pesantez de la danza del
campesino y el oso o el drama de la muerte de Petrushka a manos del moro. Y el
soberbio final con el enfrentamiento del titiritero con el policía y el
misterio de la “restitución” de la vida de Petrushka por el feriante.
Fue una
interpretación que por su riqueza tímbrica se podría llamar -imitando el
lenguaje cinematográfico del ya lejanísimo siglo XX- “technicolor sonoro”. Y en
la que una cámara de “vídeomúsica” pasara del plano general de los tutti a los medios y primeros planos,
usando para ello el zum de cada seccción y solista de una orquesta que marcó en
todo momento la impronta de su buen hacer. Otro concierto para el recuerdo; un
recuerdo que pronto se vio oscurecido por las noticias que llegaban de Francia.
...y un viernes cercenado
El concierto del
sábado se inició con el homenaje de la gran familia de la Orquesta Sinfónica de
Galicia a las víctimas de los atentados de la noche anterior en París.
París, de luto por las víctimas |
Minuto de silencio durante el concierto del sábado 14 |
Fue la respuesta de cientos
de personas ante la feroz actuación de una de esas jaurías que
sólo buscan hacer daño derramando sangre y extendiendo indiscriminadamente el
sufrimiento. Que pretenden someter así lo que nunca será sometido por la fuerza:
nuestra libertad. Que, en compañía de nuestros semejantes o en la más estricta intimidad, siempre hallará dónde
manifestarse.
Porque nadie podrá impedir a un ser humano encontrar el consuelo de la
música en un himno compartido o el último y más íntimo reducto de su
pensamiento, en el que siempre podrá recordar una melodía amorosa o el lejano
eco de una nana.
[1] Las llamadas
Sinfonías Londres constan de dos series de seis obras cada una y corresponden a
cada una de las dos estancias del autor en la capital inglesa. La primera
comprende las sinfonías compuestas en Londres y numeradas del 93 al 96,
fechadas en 1791, y las 97 y 98, que lo están en 1792. La segunda (números 99 a
104) fue compuesta entre Viena y Londres en el periodo 1793-95.
[2] La más aquilatada
muestra de esta faceta de Sitkovetski es su extraordinaria versión para trío de
cuerdas (violín, viola y violonchelo) de las monumentales Aria mit
verschiedenen Veränderungen (Aria con distintas variaciones), BWV 988,
originales para clave y conocidas como Variaciones Goldberg. La primera
grabación fue interpretada por el propio Sitkovetski con el violista Gérard
Caussé y Mischa Maiski en el chelo. Recientemente ha vuelto a grabarlas para el
sello Nimbus.
[3] Feria de la semana
de Carnaval
Vaya despiste. Supongo que alguno de los que lo habéis leído os habéis dado cuenta de que bailé Shostakóvich y Stravinski. Lo siento. Ya lo he corregido.
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