Solo las especies capaces de adaptarse a las condiciones de su hábitat perduran, permanecen.
Las que mejor son capaces de transmitir sus actividades y comportamientos
entre generaciones predominan, prevalecen. [1]
Los mestizajes vigorizan, fortalecen.
Árbol filogenético de Darwin |
El mundo, o lo que Edward B. Tylor (1832–1917) llamaría cultura [2], vive un estado de cambio continuo
que, en los últimos tiempos, sufre una aceleración progresiva y retroalimentada.
Cualquier actividad humana que no se adapte a esta dinámica, puede quedarse
atrás o incluso desaparecer. También la cultura, entendida en este caso tanto según
el concepto clásico como en el iluminista [3].
Desde un concepto globalizador u holístico de la cultura, la labor de esta
en una sociedad es lo que las enzimas para un organismo vivo: un conjunto de catalizadores
de sus reacciones bioquímicas –de sus interacciones sociales, en este caso-,
sin los que fracasarían algunas de sus funciones metabólicas. La sociedad,
pues, precisa de las industrias culturales (II.CC.) [4] del
mismo modo que un cuerpo necesita que el corazón impulse la sangre para que
esta circule por sus arterias, venas y capilares: para que las II.CC.
hagan llegar hasta el último de los rincones del cuerpo social todos los
elementos necesarios para su desarrollo cultural.
Hasta el último
rincón
En una sociedad en crisis económica y de valores como la actual –y
dejamos al margen su origen y causas últimas- la cultura y sus industrias encuentran
una dificultad aumentada para cumplir su misión. Está demostrado que la mayoría
de la población ha perdido poder adquisitivo por una nueva distribución de la riqueza, ya que la crisis ha favorecido
económicamente a las capas más poderosas de la sociedad.
En el mercado del arte, el desplazamiento del poder adquisitivo se
traduce en el enlentecimiento de la circulación y comercialización de los
productos de bajo y medio precio y la consiguiente pérdida de competitividad
y/o viabilidad de los intermediarios que dirigen su actividad a este segmento.
Exterior Galería Vilaseco - Laboratorio Creativo |
Si, como veíamos antes, quienes trabajan en la cultura necesitan que esta
circule por la sociedad como la sangre por el cuerpo -para desarrollar su labor
social, para sobrevivir, para crecer, para destacar-, se hace evidente la necesidad
de nuevos impulsos revitalizadores.
Las empresas tienen en estos momentos la mejor ocasión de hacer regresar
parte de sus beneficios a la sociedad –que, a la postre es la que las mantiene
consumiendo sus productos-, paliando así parte de los efectos económicos que la
crisis ejerce sobre un amplio abanico de actividades sociales.
Corporación Hijos de
Rivera actúa como socio impulsor de 12 Miradas Riverside: un proyecto cultural multidisciplinar propuesto por la Galería Vilaseco - Laboratorio Creativo, que
ha de desarrollarse tanto en el entorno urbano de A Coruña como en el rural de
la Ribeira Sacra.
Ribeira Sacra |
HOLY RIVER, RIVERSIDE
12 MIRADAS actúa como punto de encuentro entre diferentes actividades y
disciplinas. Artesanía, arquitectura, artes plásticas y diseño textil e
industrial se dan cita durante meses en la galería, que hace así honor a su
nombre -y vocación- como Laboratorio Creativo.
Una selección anual de doce creadores vinculados a esas u otras
disciplinas tienen “carta blanca” para
dirigirse al público hablando de doce momentos que dan constancia de sus ideas,
proyectos o trayectoria profesional. Estos momentos son ilustrados visualmente durante
las conferencias, quedando expuesta su plasmación material en la galería
durante un mes.
Con el nombre Riverside, el proyecto extiende su acción hacia la Ribeira
Sacra, donde se desarrollan dos actividades complementarias. Una es la
celebración de talleres impartidos por los doce artistas implicados en el
proyecto, dirigidos a personas de la zona que quieran participar en él. Este
modo de hacer llegar la cultura hasta el último de los rincones del cuerpo
social recuerda de alguna manera la actividad que desarrollaron Claudio Abbado
y Maurizio Pollini en la Italia de los años sesenta, celebrando conciertos en
fábricas y barrios obreros.
Es de señalar aquí la idea expuesta por Abbado, poco tiempo antes de
morir, sobre la relación entre cultura y riqueza económica:
“Existe la sensación de que la riqueza
económica de un país engendra la riqueza cultural, pero yo estoy convencido de
que es al revés: los países ricos lo son porque son cultos, es decir, la
cultura engendra la riqueza económica, y no al revés. Por desgracia, muchos
políticos no entienden esto”
Pollini (i) y Abbado (d) |
Riverside está llamado a ejercer sobre la
actividad cultural –dentro del ámbito de actuación del proyecto- un estímulo
que, de esta forma, viene a cerrar lo que bien se podría llamar un círculo virtuoso
de interacción entre cultura y riqueza económica.
La otra actividad del proyecto en la Ribeira Sacra es la convocatoria de
tres becas de investigación para una residencia de un mes en la zona. Esta
convocatoria tiene un carácter abierto e internacional y está dirigida a investigadores
y creadores en los campos de la artesanía, la arquitectura y el arte. Se trata
así de detectar ideas que puedan ser investigadas y desarrolladas como
proyectos notables, itinerantes y aptos para su desarrollo en esos tres campos.
Uno de los fines del programa Riverside
es contribuir a la identificación y reconocimiento de aquellos proyectos que versen
sobre el valor y sentido actual del mundo rural y sobre el desarrollo
sostenible del territorio. Las ayudas se otorgarán, pues, a proyectos que
puedan desarrollarse en el territorio de la Ribeira Sacra como avance del
conocimiento del mismo, así como de su experimentación y desarrollo.
Tanto o más que en cualquier actividad humana, los creadores necesitan también de un recogimiento que les
proporcione nuevas fuerzas e ideas. El entorno rural en que se han de
desarrollar estas actividades de Riverside
aporta la ventaja del sosiego y la calma que le son propios: para sobrevivir,
adaptarse y transmitir sus conocimientos. En definitiva, para fortalecer la
cultura en medio de la acelerada vorágine del s. XXI.
[1]
En etología
(estudio del comportamiento animal) se conoce como cultura de una especie el
conjunto de costumbres, actividades o comportamientos transmitidos de una
generación a otra en grupos de animales. Jesús Mosterín (Bilbao, 1941) la define como la información transmitida por
aprendizaje social entre animales de la misma especie, en contraposición a la
información transmitida genéticamente.
[2] Edward B.Tylor define la cultura como “aquel
todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el
derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos
por el hombre”.
[3] Los primeros usos del término (muy extendido luego en diversos idiomas
europeos) provienen del que Cicerón -utilizando un símil agrícola en su texto Tusculanae Disputationes- llamó cultura animi (cultivo del alma), para
describir el desarrollo de un alma filosófica. Durante el Siglo de las Luces se
considera en el doble sentido como un espíritu folclórico (popular) con una
identidad única y el antes mentado como cultivo de la espiritualidad o la individualidad
libre, pero sin apuntar ya a la filosofía como perfección natural del hombre.
[4] La Unesco define la industria cultural como aquella que produce y
distribuye bienes o servicios culturales que, “considerados desde el punto de
vista de su calidad, utilización o finalidad específicas, encarnan o transmiten
expresiones culturales, independientemente del valor comercial que puedan
tener. Las actividades culturales pueden constituir una finalidad de por sí, o
contribuir a la producción de bienes y servicios culturales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario