Si hablando de ópera alguien dice “este hombre es
una verdadera fuente de energía y vitalidad”, está claro que se está nombrando
a Alberto Zedda. Who else? casi como
diría el “cafetero” Cloney.
Alberto Zedda |
El eterno joven (me refiero, naturalmente, al
maestro milanés; que a George se le van notando los años) ha impartido el
segundo Curso de Interpretación Vocal, organizado conjuntamente por Amigos de
la Ópera y el Consorcio para la Promoción de la Música de A Coruña. Durante casi dos semanas, alumnos procedentes de
toda Galicia, Alemania y Moldavia, han profundizado en técnicas de
interpretación, guiados por Zedda, uno
de los pedagogos más reconocidos en el mundo, director de la Academia
Rossiniana de Pésaro y máxima autoridad mundial en la música de Gioacchino
Rossini.
O, como dicen algunos, su reencarnación. Que no somos
pocos los que sospechamos que tanto saber y tanta energía como las que acumula
y derrocha el maestro Alberto Zedda sólo pueden provenir del más allá. Un particular
más allá, el de su experiencia, desde el que transmite enseñanzas con su
palabra y a través de la magnífica línea tendida por una singular “médium” como
Ludmila Orlova. Excepcional maestra concertadora y capaz de traducir a través
de su piano la enorme sapiencia orquestal de Zedda. Y la teatral, que los once
cantantes que participaron en el concierto de clausura de curso dieron
testimonio de cómo entiende la ópera Alberto Zedda.
Ludmila Orlova |
“Teatro...
...lo tuyo es puro teatro”, como dice la letra del
célebre bolero. Porque, ante todo, eso es la ópera para Alberto Zedda. Teatro
que nos hace vivir, a través de la música y la acción dramática, las
situaciones de cada obra; pero muy especialmente los caracteres y emociones de los personajes. Como hicieron el
lunes en el Auditorio de Afundación once voces bien diferentes en material,
técnica y personalidad: once jóvenes cantantes que hicieron llegar al público coruñés,
con sus voces y su actuación, la vida escénica de los diferentes personajes de
las arias y el dúo interpretados.
Abrió el concierto el barítono Eliseu Mera, con Miei rampolli femminini, haciendo Don
Magnifico como el personaje puramente bufo de Cenerentola que escribió Rossini; su voz caló en ocasiones. Marta
de Castro, soprano, compuso con gran delicadeza la tierna y entregada Liu de la pucciniana Turandot en Signore, ascolta.
La mezzo Nuria Lorenzo, ya conocida por anteriores actuaciones en el escenario
del Palacio de la Ópera, tiene una gran expresividad, con la que dio el
adecuado tono dramático a su Charlotte en Air
des lettres, del Werther de
Massenet. David González, barítono, cumplió dignamente en Non
siate ritrosi, de Così fan tutte
(Mozart) y mejorará cuando los hagan sus agilidades.
La Desdemona
de Ruth Terán en la Canzone de
Salice y Ave Maria del Otello verdiano redondeará su actuación
cuando logre una mejor colocación de su voz. El Leporello 3.0 [1] de Pedro Martínez Tapia dio
perfectamente el tono de pícara insolencia para la jactancia vicaria del
personaje en Madamina, il catalogo è
questo, del Don Giovanni de
Mozart.
Y
el canto como carrera
Tabea Graser fue una tierna e ingenua Giulietta en Eccomi in lieta vesta... O, quante volte,
de I Capuleti e I Montecchi de
Bellini. Fueron sorprendentes la tersura de su voz y su perfecta afinación. Su
gran versatilidad como cantante y
actriz quedó patente en la Susanna de Le nozze di Figaro de Mozart, que cantó
(¡y actuó!) junto al Conte Almaviva de David González, en Crudel, perchè finora. La buena coordinación mostrada por ambos en
el dúo llevaba bien estampada la firma del excelente concertador que es Alberto
Zedda.
Tabea Graser |
Rivolgete a lui lo
sguardo es un aria
del Guiglemo mozartiano de Così fan tutte
de Mozart que tomó vida propia como aria de concierto. David Oller la cantó con
un timbre lleno y ligero y buena actuación actoral, sabiendo estar en ese punto
intermedio entre la excesiva sobriedad y la sobractuación, tan de agradecer en
concierto. A mejorar, los apoyos en los cambios de registro. Eduvigis Monagas,
soprano, fue una notable Micaela en Je
dis que rien ne m’epouvante, de la Carmen
por antonomasia, la de Bizet. Su pronunciación de los sonidos nasales le da una
buena naturalidad. Los agudos algo tensos, fueron fruto de la casi
repentización por cantar el aria a petición de última hora del maestro (quien
te aprecia te exige; duele pero ayuda).
Lorena Paz |
Lorena Paz, soprano, hizo una espléndida Norina: su Quel guardo il cavaliere, del Don Pasquale de Donizetti, tuvo la
ironía, gracia y picardía del personaje en voz y actuación. Para ella fue el
aplauso más sonoro de la noche. Y finalmente Carol García, mezzosoprano. El
aria Nacqui all’ affanno, de La cenerentola de Rossini, es un
aria-trampa plagada de dificultades. García las resolvió dignamente; mejorará
cuando supere un apoyo algo trasero y un
incómodo vibrato.
El concierto fue una clara demostración del mucho y
buen trabajo realizado por Zedda, Orlova y los alumnos del curso. De éste
saldrán algunas actuaciones para ellos, una oportunidad que habrán de
aprovechar con tesón y esfuerzo continuados. Pensando en que si se puede llegar
a la áurea plenitud que mostró Mirella Devia hace apeas dos semanas en a Coruña
es precisamente trabajando sin descanso pero también sin apresuramientos ni
saltos den el vacío, que el canto es una carrera de fondo y como tal ha de
correrse.
[1] Su Leporello lee la lista (catálogo) de conquistas de su amo en un
móvil inteligente. Los libros encuadernados parecen haber quedado obsoletos en
este personaje.
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