17 diciembre, 2015

Fons potentiae et vitalitatis



Si hablando de ópera alguien dice “este hombre es una verdadera fuente de energía y vitalidad”, está claro que se está nombrando a Alberto Zedda. Who else? casi como diría el “cafetero” Cloney. 

Alberto Zedda

El eterno joven (me refiero, naturalmente, al maestro milanés; que a George se le van notando los años) ha impartido el segundo Curso de Interpretación Vocal, organizado conjuntamente por Amigos de la Ópera y el Consorcio para la Promoción de la Música de A Coruña. Durante casi dos semanas, alumnos procedentes de toda Galicia, Alemania y Moldavia, han profundizado en técnicas de interpretación,  guiados por Zedda, uno de los pedagogos más reconocidos en el mundo, director de la Academia Rossiniana de Pésaro y máxima autoridad mundial en la música de Gioacchino Rossini.

O, como dicen algunos, su reencarnación. Que no somos pocos los que sospechamos que tanto saber y tanta energía como las que acumula y derrocha el maestro Alberto Zedda sólo pueden provenir del más allá. Un particular más allá, el de su experiencia, desde el que transmite enseñanzas con su palabra y a través de la magnífica línea tendida por una singular “médium” como Ludmila Orlova. Excepcional maestra concertadora y capaz de traducir a través de su piano la enorme sapiencia orquestal de Zedda. Y la teatral, que los once cantantes que participaron en el concierto de clausura de curso dieron testimonio de cómo entiende la ópera Alberto Zedda.

Ludmila Orlova


“Teatro...
...lo tuyo es puro teatro”, como dice la letra del célebre bolero. Porque, ante todo, eso es la ópera para Alberto Zedda. Teatro que nos hace vivir, a través de la música y la acción dramática, las situaciones de cada obra; pero muy especialmente los caracteres y  emociones de los personajes. Como hicieron el lunes en el Auditorio de Afundación once voces bien diferentes en material, técnica y personalidad: once jóvenes cantantes que hicieron llegar al público coruñés, con sus voces y su actuación, la vida escénica de los diferentes personajes de las arias y el dúo interpretados.

Abrió el concierto el barítono Eliseu Mera, con Miei rampolli femminini, haciendo Don Magnifico como el personaje puramente bufo de Cenerentola que escribió Rossini; su voz caló en ocasiones. Marta de Castro, soprano, compuso con gran delicadeza la tierna y entregada Liu de la pucciniana Turandot en Signore, ascolta. La mezzo Nuria Lorenzo, ya conocida por anteriores actuaciones en el escenario del Palacio de la Ópera, tiene una gran expresividad, con la que dio el adecuado tono dramático a su Charlotte en Air des lettres, del Werther de Massenet. David González, barítono, cumplió dignamente en  Non siate ritrosi, de Così fan tutte (Mozart) y mejorará cuando los hagan sus agilidades.

La Desdemona  de Ruth Terán en la Canzone de Salice y Ave Maria del Otello verdiano redondeará su actuación cuando logre una mejor colocación de su voz. El Leporello 3.0 [1] de Pedro Martínez Tapia dio perfectamente el tono de pícara insolencia para la jactancia vicaria del personaje en Madamina, il catalogo è questo, del Don Giovanni de Mozart.

Y el canto como carrera
Tabea Graser fue una tierna e ingenua Giulietta en Eccomi in lieta vesta... O, quante volte, de I Capuleti e I Montecchi de Bellini. Fueron sorprendentes la tersura de su voz y su perfecta afinación. Su gran versatilidad como cantante y
Tabea Graser
actriz quedó patente en la Susanna de Le nozze di Figaro de Mozart, que cantó (¡y actuó!) junto al Conte Almaviva de David González, en Crudel, perchè finora. La buena coordinación mostrada por ambos en el dúo llevaba bien estampada la firma del excelente concertador que es Alberto Zedda.

Rivolgete a lui lo sguardo es un aria del Guiglemo mozartiano de Così fan tutte de Mozart que tomó vida propia como aria de concierto. David Oller la cantó con un timbre lleno y ligero y buena actuación actoral, sabiendo estar en ese punto intermedio entre la excesiva sobriedad y la sobractuación, tan de agradecer en concierto. A mejorar, los apoyos en los cambios de registro. Eduvigis Monagas, soprano, fue una notable Micaela en Je dis que rien ne m’epouvante, de la Carmen por antonomasia, la de Bizet. Su pronunciación de los sonidos nasales le da una buena naturalidad. Los agudos algo tensos, fueron fruto de la casi repentización por cantar el aria a petición de última hora del maestro (quien te aprecia te exige; duele pero ayuda).

Lorena Paz
Lorena Paz, soprano, hizo una espléndida Norina: su Quel guardo il cavaliere, del Don Pasquale de Donizetti, tuvo la ironía, gracia y picardía del personaje en voz y actuación. Para ella fue el aplauso más sonoro de la noche. Y finalmente Carol García, mezzosoprano. El aria Nacqui all’ affanno, de La cenerentola de Rossini, es un aria-trampa plagada de dificultades. García las resolvió dignamente; mejorará cuando supere  un apoyo algo trasero y un incómodo vibrato.

El concierto fue una clara demostración del mucho y buen trabajo realizado por Zedda, Orlova y los alumnos del curso. De éste saldrán algunas actuaciones para ellos, una oportunidad que habrán de aprovechar con tesón y esfuerzo continuados. Pensando en que si se puede llegar a la áurea plenitud que mostró Mirella Devia hace apeas dos semanas en a Coruña es precisamente trabajando sin descanso pero también sin apresuramientos ni saltos den el vacío, que el canto es una carrera de fondo y como tal ha de correrse.




[1] Su Leporello lee la lista (catálogo) de conquistas de su amo en un móvil inteligente. Los libros encuadernados parecen haber quedado obsoletos en este personaje.

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