Para Alondra de la
Parra (Nueva York, 31.10.1980) parece no existir el concepto IMPOSIBLE. Esa
palabra tiene para ella un significado diferente que para la mayoría de las
personas, convirtiéndola en un reto; uno de tantos que ha aceptado y superado a
lo largo de su vida. Nacida en una familia en la que la música era un medio de
expresión y comunicación familiar, ha desarrollado una capacidad comunicativa
extraordinaria a todos los niveles.
Como la que demostró sobradamente el martes 27 ante un grupo de Amigos de la OSG, abonados de la orquesta y miembros de la Sociedad Filarmónica de A Coruña, en un coloquio presentado por Andrés Lacasa, gerente de la OSG, y moderado por la Dra. Teresa Cascudo, de la Universidad de La Rioja. De la Parra presentó el concierto de este viernes 30 de septiembre desde una perspectiva tan profesional como personal; que no en vano su trabajo surge en su recorrido vital de un modo tan natural como el agua emana de un manantial.
Así se pudo comprobar por quienes estuvieron presentes en el
coloquio. Los recuerdos de una niñez en cuyo transcurrir estaban siempre
presentes el canto en familia y el piano se entremezclaron con algunas anécdotas de su carrera. Alguna realmente impagable, como la vivida con el desaparecido Kurt Masur cuando este le denegó tocar
Chaicovski en un concierto de alumnos porque aún “no había sufrido aún lo
suficiente”. Algo malhadadamente compensado por la pandemia de Covid desde los
primeros meses de 2020, cuando el mundo hubo de recluirse en sus casas,
perdiéndose en gran medida la comunicación interpersonal. Una verdadera
hecatombe para el mundo de la cultura en general y para los músicos en
particular.
Hasta el infinito...
Pero no para todos. Algunos pocos comenzaron pronto a rebelarse, a“salir del agujero”gracias a la tecnología, como la propia OSG, con música tocada por cada músico en su propio hogar.
De la Parra pareció
remedar a Buzz Lightyear buscando llegar “hasta el infinito” y congregó en
torno a ella a primerísimos solistas internacionales de los diferentes
instrumentos para hacer una preciosa grabación del Danzón nº 2, la obra más conocida y reconocible de Arturo Márquez. Acababa de nacer, La Orquesta
Imposible.
Alondra de la Parra |
La maestra mexicana encargó a Márquez una obra para el
Festival de la Riviera Maya y fue así como nació la Sinfonía imposible, que
la Orquesta Sinfónica de Galicia estrena para Europa este viernes 30. La obra no
es una sinfonía al uso sino un recorrido musical por diferentes temas de
actualidad que preocupan a las personas más concienciadas de la realidad social
y la situación de la Naturaleza.
Como De la Parra mostró ser en todo su coloquio en
el Palacio de la Ópera; y como Arturo Márquez, que captó y desarrolló la idea
hasta plasmarla en la partitura que sonará por primera vez en Europa interpretada
por De la Parra y la OSG. De la Parra confiesa que llegó a pensar que tras la
grabación nunca podría repetirse por la dificultad de la obra para solistas y
orquesta, pero el primer contacto con la OSG le ha causado una“excelente
impresión”desde el primer momento de los ensayos con la orquesta por la calidad
y buena disposición de esta.
La obra, primera de Márquez con el nombre de sinfonía, se
estructura en un total de 8 movimientos dedicados a cada uno de los temas antes
aludidos. El primero, Monte de Inflexión, trata del cambio climático y
expone el tema que, debidamente transformado, será como la columna vertebral de
la obra. La Resiliencia se hace sonido en un majestuoso tema de la
trompa solista y un canon para dos violonchelos muestra en el tercero, Equidad,
las dificultades impuestas a la igualdad de géneros. En palabras del propio
Márquez, la cuarta sección, Magicada, es un canto a la empatía en el que
el contrabajo y la flauta luchan por encontrarse en la nota más aguda que en
aquel puede sonar y la más grave de esta; la única nota que tienen en común.
El quinto movimiento, Sin retorno, evoca los fenómenos
migratorios, en tanto que el sexto, Controversia, imita las pequeñeces
de algunos desacuerdos que ocultan las coincidencias en la esencial. En Utopía
mayor el trombón solista produce momentos llenos de emociones antes de que Valle
de inflexión cierre el gran arco sonoro que hará llegar a nuestros oídos,
cerebros y corazones esta Sinfonía imposible.
...y más allá
En la segunda parte
del concierto se tocará la menos visitada de las cuatro sinfonías compuestas
por Brahms, la Tercera. Que tal vez ostenta esta condición porque, como
dice Alondra de la Parra, es “la más difícil de encajar”. Y que muestra al más
puro Brahms en su esencia, qque radica, como dice la maestra, en “su
vulnerabilidad y su búsqueda” constante más allá de los cauces marcados.
Según De la Parra, los músicos de orquesta y los directores “debemos
demostrar que somos artistas”. Artistas que no han de mostrar “la Mona Lisa de
Da Vinci sino la de Picasso”. Y por eso hay directores que, como ella, se
consideran “los sirvientes de la orquesta”, considerando que “a veces, lo mejor
que podemos hacer es dejar hacer a los músicos”.
Solo así se podrá tocar ese Brahms al que “le gusta estirar
la liga y caminar al borde del precipicio”. Música mil veces interpretada, pero
que para De la Parra “hay que ver lo que hay más abajo”de la escritura, de la mera
línea de sus melodías: en sus ritmos (ese acento armónico tantas veces situado
fuera de la primera parte del compás), en sus armonías. En ese “escribir en un
cuadrado pero saliéndose de él”, tan brahmsiano, para buscar y encontrar las
emociones.
O en ese final reposado y como lleno de gritos silenciosos que
pide, que exige, esos segundos de silencio que se precisa del auditorio para
dejar que el espíritu del maestro hamburgués nos impregne antes de volver a
volar “hasta el infinito y más allá”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario