17 noviembre, 2018

Tal vez... ¿vivir?






A Coruña, 3 de noviembre, Teatro Rosalía Castro. Tal vez soñar. Texto, Antonio Tabares. Direccción y espacio escénico, Mario Vega. Elenco: Marta Viera, Miguel Ángel Maciel y Maykol Hernández. Animación y audiovisuales, Juan Carlos Cruz. Dirección técnica y diseño de iluminación, Ibán Negrín. Vestuario y caracterización, Nauzet Alonso. Dirección musical, José Brito. Composición original (Moon river), Henry Mancini. Orquesta Sinfónica Maestro valle de la ULPGC. Adaptaciones musicales, Carlos  Vega, Manuel Bonino, José Brito, Cristina Quibtana. Asesoramiento musical, Eduardo Purriños, Marcos Pulido, Daniel Roca. Ayudantes de dirección, Luis O’Malley y Lorena Marín. ;aquinarioa, Marcos Daniel rodríguez. Efectos de sonido, Alejandro Doreste. Grabación de orquesta, Blas Acosta. Coordinación de producción, Dácil Hernández. Audiovisuales comunicación, Arima León. Prensa, Paco Medina. Redes Sociales, Héctor Muñoz. Factoría unahoramentos, Valentín Rodríguez ,Elena Álamo, Desiré Bolaños, Silvia Barona.


Tal vez soñar
Nadie muere del todo mientras permanezca en la memoria de los demás. Quienes así creen tienen varias tienen varias vías para lograr su objetivo: la obra empresarial, cultural o artística puede ser una vía hacia ese destino deseado, adaptable además, a la ambición del futuro difunto. Sembrar buenos recuerdos en las personas que de un modo u otro le son próximos es otra, seguramente más transitada, y entonces familia, amigos, compañeros de trabajo o de aficiones pueden ser la diana de sus acciones en tal sentido.

Pero puede haber una tercera vía, tal vez más frágil, menos persistente por involuntaria tanto en la persona recordada como en quien la recuerda: los sueños sobre las personas fallecidas que tienen quienes las sobreviven. De la relación que cada cual haya tenido con el difunto/a dependerá mucho la dirección y sentido de estos sueños, llegando a las pesadillas más desequilibrantes, siendo para algunos obsesivos en su repetición, habiéndolos triviales y aislados. Pero también hay aquellos de los que no se querría despertar por la presencia agradable en él de alguna persona amada.

Esta permanencia en la vida de los demás a través de sus sueños es los que explora Tal vez soñar. Dice la sinopsis del programa de mano: “Inma ha muerto, pero su relación con los vivos no deja de ser muy estrecha. Continuamente se aparece en los sueños de aquellos que la quisieron y quienes de alguna forma tuvieron que ver con ella y se resisten a olvidarla”.

Miguel Ángel Maciel y Marta Viera


Tal vez soñar, dice el programa de mano, explora “la estrecha línea que separa la vida de la muerte” y “el amor que perdura más allá (o más acá) de la pérdida de un ser querido”. La función se inicia con la llegada de Inma -la protagonista, vestida con tan solo una bata y un gorro de quirófano- a un extraño espacio limitado por grandes telones de un color bastante neutro. En él, un hombre de edad indefinida, aunque bien entrado en la madurez (Pedro) arrastra por el escenario un extraño híbrido de carro de supermercado con silla de ruedas mientras distribuye y mueve esos telones.

La extrañeza de Inma ante un espacio tan desconocido como inquietante contrasta con la naturalidad del hombre, que pronto declara la naturaleza de ese llamémosle sitio -donde “los muertos estamos esperando a que nos sueñen. Eso pone bruscamente a Inma al corriente de su situación: acaba de fallecer en una operación de cirugía cardiaca por un fallo del cirujano.

Marta Viera


A partir ese curioso hallazgo, aparecen en escena los seres queridos de Inma, aquellos con los que se relacionó afectivamente en vida. Y de las conversaciones soñadas por ellos -marido, amante, hijo, padre- el espectador va conociendo la vida de su protagonista, sus amores y sus desengaños, hasta el final de la obra, cuyo desenlace –solo uno de los muchos posibles de una propuesta como la de Tabares-  no revelaré para no destripar la función.

La puesta en escena es sobria y efectiva, rentabilizando hábilmente muy pocos elementos transformables y movidos por los propios actores. La ambientación musical está basada en la canción Moon river, que Henry Mancini compuso en 1961 para el filme Desayuno con diamantes y Está presente a lo largo de toda la representación, ambientando adecuadamente la acción las diferentes versiones creadas para la Tal vez soñar.


Maykol Hernández, Marta Viera y Miguel Ángel Maciel


El rol de Pedro es un tanto ambiguo por razón del texto y Miguel Ángel Maciel lo interpreta con una admirable contención que destaca la agradable humanidad y paciencia del personaje. Marta Viera se mueve con soltura y eficacia y su gestualidad tanto facial como corporal presta adecuada presencia y veracidad a Inma. Su vocalización un tanto insuficiente lastra algo su interpretación por perderse una buena parte de su texto, que por otra parte dice con una buena matización de carácter en los distintos sentimientos que expresa a lo largo de la función y que a veces hay que ddeducir de la acción y el contexto.

Maykol Hernández y Marta Viera


Mención aparte merece Maykol Hernández, que representa cuatro diferentes papeles en esta misma función, lográndolo de forma más cercana a la brillantez que a la mera corrección. Su paleta de actuación va desde el cirujano algo irresponsable -al que da un tono algo exagerado bastante propio del atolondrado personaje- al angustiado hijo de Inma, ya como un hombre maduro. Y pasa más que dignamente por el viudo nostálgico pero que busca eso que algo eufemísticamente se conoce como “rehacer su vida” y el “amante-o-casi” desesperado al que redimir desde su propio sueño. Dicen que en su gira por Latinoamérica será sustituido por actores locales. Deseamos a Factoría Unahoramenos que tengan suerte; no va a ser fácil lograrlos.


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