Normas de inseguridad. Autora, Almu Ballester. Editado por RELEE, Red Libre Ediciones SL.
Dirección editorial: Isabel Cañelles y Gabriel Tizón. Edición al cuidado de
Clara Redondo. Primera edición, mayo de 2017. © Almu Ballester, 2017. ©
del prólogo, Clara Obligado 2017.
Portada (recortada) de Normas de inseguridad |
Nacemos sin un manual
de uso de la vida, algo que sin embargo nos resultaría bien útil. Esta desorientación inicial, que en tantos casos se prolongará a lo largo de toda
nuestra existencia, es algo que tienen en común, casi lo único, la mayoría de los
seres humanos. Carecer cuando nacemos de un itinerario vital marcado provoca en
cada uno de nosotros una infinita variedad de enfoques vitales y sus consecuencias.
Hay una obsesión
bastante generalizada –quién sabe si para hacer frente a esta desorientación-
que lleva a muchos a ordenar todo en listas de valoración o a encasillarlo, a
clasificarlo en compartimentos; eso que quienes andan en esto de las artes
llaman “estilos”. Y no faltará algún crítico remilgado que, no sabiendo en qué casilla meter Normas de inseguridad, llegue a decir
que es una obra que adolece de eclecticismo.
Pero es que la vida es
ecléctica. O variada, si se quiere: hay vidas tensas, dramáticas; otras que, por
nuestra incapacidad para comprenderlas, nos parecen sacadas del teatro del
absurdo; raramente, también las hay relajadas, alegres. Y dentro de esa enorme
variedad, hay quienes pretenden ocupar el vacío de su vida con un desparpajo
que es sólo frivolidad.
Almu Ballester por fuera |
Almu Ballester llena
la suya de experiencias propias y ajenas y dedica gran parte de su tiempo a
ofrecérselas a sus lectores. Como en Normas
de inseguridad, un título que llama la atención por la llamativa contradición de sus dos sustantivos y que, por la misma razón, bien podría parecer
simplemente comercial. Si
no fuera, claro, porque define con precisión de bisturí ese vacío de normas de
uso de la vida con el que nacemos. Esta colección de relatos viene a
ser como la imagen que nos devolvería un espejo que sólo pudiera reflejar ese
vacío; pero iluminándolo con flashes de estas vidas sin manual de usuario ni garantía.
El oficio de escritor hay
que trabajárselo las 24 horas de cada día vivido y hacerlo durante toda la vida.
Cada libro, cada lectura asimilada, cada frase captada en cualquier momento por
el escritor, cada escenario de su existencia -y cada ambiente en el que se
ponga a escribir- configuran un almacén de vivencias del que va sacando material para sus textos. Almu
Ballester surte este almacén con todo aquello que le permite su vida en Madrid: sus viajes diarios en Metro, los profesionales aquí o allá. Y, entre otras mil vivencias, sus paseos por las
playas y montes de esta Galicia por la que se siente atraída como las limaduras
de hierro por un potente electroimán.
Red madrileña de aprovisionamiento de historias y personajes |
Porque Almu Ballester
en sus relatos “cocina” lo cotidiano y lo extraordinario, pero con la seguridad
y confianza que proporciona la “lareira” de casa de la abuela. En sus relatos
no cabe la pirotecnia de las palabras, ni un final sísmico por espectacular, pese a que los
hay realmente sorprendentes. Ni mucho menos la moraleja sobre comportamientos y
sucesos, aunque a lo largo del libro los hay que te hacen pensar. Es un libro
de lectura fácil pero con un trasfondo que permite y pide –casi que exige- al
lector una colaboración, una interpretación que trascienda la mera lectura.
En Normas de inseguridad no se ejemplariza
ni se pontifica, sólo se cuenta. Nada menos, porque Ballester lo hace fotografiando
lo que vive y ve vivir con una cámara de alta definición, con una mirada aguda
que disecciona la realidad más allá de su espectro visible. Por eso, este libro sorprende como las imágenes de una cámara térmica que revela las partes
frías y calientes de cuerpos, estancias y paisajes.
¿Almas frías, cabezas calientes? |
Como revela la autora el
espíritu de la gente y el de las cosas. Esa sustancia inaprehensible para la
mayoría, que ella convierte en la luz con que impresiona las páginas de Normas de inseguridad como si éstas estuvieran impregnadas con una emulsión que ella misma produce y con la que pinta
la verdad íntima y personal de lo cotidiano y de lo extraordinario. Tan
cotidiano como “las bolsas que aprietan y el tiquet en la boca” (El orden natural) cuando sales del
supermercado después de hacer a compra de la semana o en los viajes en metro
presentes aquí y allá a lo largo del libro.
Algo tan cotidiano como como
esa cocina en la que Sonia (Nubes
eléctricas) intenta distraer su inquietud
“no es que le guste
mucho la radio pero hoy no puede permitirse cocinar sin ella. Necesita
canciones, noticias o una voz tertuliana que la convenza, cabree o al menos
distraiga”.
mientras elabora algo
para una visita que espera. O que teme. Que lo más aparentemente plano, en un
giro inesperado, puede desembocar en lo extraordinario, eso que Ballester
sintetiza con el simple cambio de una preposición -cuando la habitual “con”
deja su sitio a una inesperada, casi furtiva “a”-, revelando lo
indebido de una apropiación pactada, incluso contratada y hundiéndolo en
nuestra conciencia con la sutileza y eficacia de una daga bien afilada.
Almu Ballester, quizás, por dentro |
En realidad, ese eclecticismo
del que hablábamos más arriba y que algún personaje -alguno remilgado, insisto- despreciaría, es la mejor virtud de un
libro como éste. Porque gracias a él vamos a poder respirar el aire surrealista de Gente que mira escaparates, casi el mismo ambiente que
en Hoy nevará adquiere un cierto
punto de ternura doméstica; el drama oculto que encierran las apenas 13 líneas
de Recursos humanos; la incómoda inquietud
que, después de una montaña rusa de sensaciones y sentimientos encontrados, deja Piel o no. Y la poesía con
que el protagonista de Maximo afán, lleno de un impulso vital que lo lleva siempre más allá de la vida un tanto roma que le ha caído en el sorteo,define
su mundo interior:
“Permanezco así: intento
que nada se mueva en el mundo mientras respiro la sonrisa que ella me pone, al
tiempo que pronuncia un invariable ‘no, gracias’ en clave de sol”.
Sólo unos apuntes más
para trasladar, sin destriparlo, algo de lo que se puede sentir leyendo Normas de inseguridad. Los dos primeros, en
contraste: la ironía del doble sentido que una palabra (Prosperidad) adquiere según el bolsillo desde el que se mire y la
precisión con que la media página de Corrección
retrata toda la angustia del mundo T.O.C.
El tercero, las
sensaciones casi sinestésicas que despietan algunos relatos. En Escribe como te diga se puede llegar a oír el “alegre” ruido de los niños en el recreo (aquél tan mortificante cuando te
impedían participar en él). Se puede llegar a sentir el variado ambiente olfativo de un
colegio: el olor de los niños ligeramente sudados tras ese recreo vedado
a la protagonista; el aroma a madera y carbón de un lápiz recién afilado y ese
otro, único e inimitable, de la goma de borrar. Y al final de esta humilde
crónica, un solo apunte, precisamente sobre finales. En Normas de inseguridad hay muchos que sorprenden o te hacen pensar; pero el
de Escribe como te diga es tan feliz e inesperado que, tras el asombro que produce, convierte en perfectamente desechable cualquier otro
que pudiera ocurrírsenos.
Un dato para quienes quieran
aprovechar estos días gozando de las Fiestas de María Pita en A Coruña. El
jueves 10 de agosto a las 12.00 h., Almu Ballester firmará ejemplares de Normas de Inseguridad en la Feria del libro de A Coruña (caseta nº 3), junto al Teatro Colón. Ese mismo
día, a las 19.00 h., se presenta el libro en Berbiriana libros
e grolos (calle de Santiago nº 7 de A Coruña), donde acompañaré a la presentadora del libro, Arantza
Portabales y a su autora, Almu Ballester.
Pequeña nota biográfica final
Conozco a Almu
Ballester desde que nació. Literalmente. De entonces a hoy, aquel bebé ha
pasado por más fases que un lepidóptero hasta convertirse en la hermosa
realidad literaria que hoy contemplamos. Como, por ejemplo:
Niña tímida y lectora
voraz desde que aprendió a juntar las primeras letras, incluso desde antes.
Colegiala con uniforme de falda escocesa a cuadros grises, verdes y granates (posiblemente como el que lleva la protagonista –INMENSA- de Escribe como te diga).
Brillante
universitaria, licenciada en filología hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid y máster
en lingüística computacional por la Universidad de Heidelberg.
Lingüista al servicio de la Real Academia Española durante 12 años.
Lingüista computacional en
Goggle durante18 meses.
Guionista cinematográfica con guiones destacados por festivales de cortos como Alcine, Almería en Corto o Notodofilmfest.
Escritora
de relatos cortos: en diversas revistas literarias e Internet, como Leer y Cuentos ara el andén y en antologías como Incómodos (Ed. Relee).
Actualmente trabaja
como coordinadora de calidad y nuevas tecnologías en Linguaserve.
Un buen día te enteras
de que ha escrito un libro, Normas de
inseguridad, y al poco tiempo, lo
lees y te asombras. No porque la creyeras incapaz de ello -que menuda es esta
familia...- sino por el hecho de que una “opera prima” impacte de tal forma a un
viejo lector como el que suscribe, hasta el punto de atreverse a escribir esta
reseña y colaborar en la presentación del libro, como arriba queda dicho.
Una presentación del libro y de su autora hecha a conciencia y con profundidad. Invita a saber más y más de los dos.......
ResponderEliminarQue bonita reseña Julián!!!
ResponderEliminarDan ganas de volverlo a leer
Me has emocionado con esta sabrosa y trabajada reseña, Julián. Se nota, además de cariño, buen hacer literario y sensibilidad 😊. Tengo que agradecerte no sólo esta entrada y el análisis sino todo el esfuerzo que estás poniendo en que la presentación vaya a ser memorable. Gracias, gracias, gracias. Un abrazote, Almu.
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