Como el resto de los países de la Península Arábiga, Abu Dabi está situado sobre multitud de pozos de
petróleo. Su inmensa
riqueza y una cierta proyección de futuro ha permitido a este emirato
destacarse entre los países de Oriente Medio como destino turístico. Para ello se
ha venido abriendo, al menos aparentemente, a hábitos de vida occidentales y ha
ido adquiriendo una cierta imagen de modernidad. Esta se refleja en sus
inmensos rascacielos –aparentemente más surgidos que edificados- en el límite
entre la arena del desierto y el agua del Golfo Pérsico o Árabe, según la
nomenclatura preferida por estos países [1].
Abu Dabi. Foto RISTO VUOLANNE |
Fruto de esta apertura a la moderna cultura
occidental es Abu Dhabi Classics:
una temporada de música sinfónica y de cámara para el que los dirigentes del
país invitan a los más prestigiosos intérpretes y conjuntos internacionales con
orquestas como la Gewandhaus de Leipzig, la Staatskapelle Dresden, la City of
Birmingham Symphony Orchestra y, en esta edición, la Simón Bolívar de Venezuela.
La puesta al día de este país se demuestra en la
forma en que -según el gerente de la Orquesta Sinfónica de Galicia, Andrés
Lacasa-, contactaron con la orquesta. “Sonó el teléfono y nos invitaron a ir a
su festival; dijeron que habían escuchado muchas grabaciones nuestras por
internet y nos pidieron ir con Mahler”.
Rodeados de oro
La OSG ha sido así la primera orquesta española
invitada a Abu Dhabi Classics. Su apuesta
de la por las nuevas tecnologías había mostrado su eficacia comunicativa . Las
numerosas obras subidas a su propio canal
de You Tube y las transmisiones por streaming
y en HD de algunos de sus conciertos a través de este canal han dado el fruto que era de esperar dado el buen nombre de la orquesta, que tantos directores y solistas invitados ya han difundido por el mundo adelante. Una invitación a lo grande, con todos los gastos pagados -incluidos todos los desplazamientos internos; algo poco habitual en estos casos-. Resulta que es posible hacer patria
y al mismo tiempo hacer caja, o al menos no incurrir en déficit, lo que en época de recortes no deja de ser algo
realmente destacable.
Salón del hotel Emirates Palace |
La gira de la OSG ha constado de dos conciertos. El
primero se ha celebrado el miércoles 13 en el Auditorium Hall del hotel Emirates
Palace, una sala con un aforo de unas 1000 /1200 plazas construida y decorada con esa ostentación
que es habitual consecuencia de la inmensa riqueza petrolera. En su debut
emiratí la Sinfónica y Dima Slobodeniouk interpretaron el Concierto para piano nº 4 en sol mayor, op. 58 de Beethoven –en el
que acompañaron a Javier Perianes- y la Sinfonía
nº 6 en la menor, de Mahler.
Auditorium Hall del hotel Emirates Palace |
Noches
en los jardines de Al Ain
El jueves 14 la Sinfónica se trasladó a Al Ain,
ciudad fronteriza con el sultanato de Omán para celebrar el segundo concierto
de la gira. Al Ain (El Manantial, en árabe) es una ciudad de más de seiscientos
mil habitantes crecida en la zona conocida como el Oasis de Buraimi y, en
contraste con Abu Dabi, sus edificios no pueden pasar de cuatro alturas.
El concierto se celebró en la fortaleza de Al Jahili,
una antigua construcción militar destinada a proteger los oasis, sedde habitual
de eventos de Abu Dhabi Classics. Un
concierto nocturno y al aire libre en un lugar así es seguramente uno de los
mejores escenarios posibles para interpretar las Noches en los jardines de España. Después de La Alhambra,
naturalmente.
Escenario en Al Jahili. Foto MIHAI TANASESCU |
En la noche del oasis la OSG volvió también a tocar
música centroeuropea. Que a una orquesta española le pidan este repertorio en
una gira internacional es una buena prueba del prestigio internacional
conseguido por la Sinfónica en sus ya casi veinticuatro años de vida. Para este
concierto, junto a la obra de Falla, puso en sus atriles el Preludio y muerte de amor de la
wagneriana Tristán e Isolda y la Sinfonía nº 4 en mi menor, op. 98 de
Brahms.
Labor
social
Los que me leéis habitualmente sabéis la gran
importancia que tiene para mí la labor social de una orquesta sinfónica. Las
actividades didácticas de la Real
Filharmonía y de la Sinfónica, junto al proyecto Resuena de esta
son ejemplares en este sentido. En su gira por Abu Dabi, la OSG ha vuelto a
ejercer esta labor social acercando la música a los escolares de Al Ain por medio de María José Ortuño, David Villa, José Luis Sogorb, Alejandro sanz y Adrián Linares.
La descripción
de esta jornada en el blog
de viaje de Javier Vizoso me recuerda, con una emocionada nostalgia, lo que
pude vivir en una favela de São Paulo
[2] en la gira de la OSG por
Sudamérica de hace 7 años. Se me dirá, con razón, la enorme diferencia de
ambiente de ambos encuentros: de las ropas de aquellos meninos a los uniformes
de estos colegiales abudabíes; o de la digna pobreza de unas salas con apenas
cuatro sillas y unas pizarras en Brasil a los butacones ricamente tapizados en
piel de lo que tengo entendido que es un salón de actos colegial.
Niños en Al Ain. Foto OSG |
Pero hay algo que brilla por igual en estos
encuentros: los ojos de los niños descubriendo lo que para ellos es todo un
mundo nuevo. Y si los de los pequeños de São Paulo podían reflejar una vía de
ascenso social, los de esa niña de pelo rizado de la foto comiéndose con la mirada a María José Ortuño son la llama
viva de una esperanza.
Foto OSG |
La de que algún día, esperemos que no lejano, cualquier muchacha
de los países árabes pueda estudiar y ejercer libremente el arte de la música. Sin trabas
religiosas o sociales, como cualquier mujer occidental. Nada ni nadie podrían cerrar mejor esta crónica que esta niña comiéndose con la mirada a María José Ortuño y su flauta.
[1] Históricamente, ha sido llamado Limen
Persikos por los griegos, Sinus Persicus por los romanos y Bahr al-Farsi (Mar
Pérsico) por los geografos árabes de la Edad Media. Desde la década de los 70, Arabia
y otros países árabes han preferdido llamarlo Golfo Árabe, rechazando el nombre
“Golfo Pérsico”. Pero este el nombre oficial, según dos directivas de la ONU
publicadas en 1994 y 1999.
[2] Enseñando
a tocar; enseñando a vivir “...También
son enormes en São Paulo las diferencias sociales. Resultan visibles en la
abundancia de personas “sin techo” que pululan por el centro y duermen bajo sus
túneles, son evidentes cuando se pasa por otros barrios más pobres y se clavan,
agudas como dagas, cuando se visita una de sus 'favelas'. Entre otros dos exitosos
conciertos, éstos en la sala São Paulo, una estación de tren reconvertida en un
auditorio de excelente acústica, la Sinfónica mostró la cara más humana del
arte en Heliópolis, la mayor favela de la ciudad, en la que 120.000 personas
habitan -el verbo vivir es puro sarcasmo cuando se ha pasado por allí aunque
sea una mañana- en unas terribles condiciones de hacinamiento e insalubridad.
Algunas personas y organismos tratan de mejorar estas
condiciones en la medida de sus recursos. De aquéllas conocimos a Donha Lourdinhas. Una mujer muy menuda
de cuerpo pero de enorme espíritu, como una Teresa de Calcuta seglar, que rige
en el corazón mismo de la miseria un dispensario, Espaço vida saudavel, al que acuden los vecinos en busca de una
salud física y social que reparte con la alegría de su eterna sonrisa. Ella fue
quien eligió a los treinta primeros alumnos del proyecto con el que colaboró la
Sinfónica.
Éste es un proyecto de referencia para la Ciudad y el
Estado de São Paulo, que han hecho de Heliópolis un espacio piloto para la
mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Se trata de un proyecto
“social, no asistencial”, según cuentan sus responsables, iniciado hace 11 años
por el maestro Vaccarelli con aquellos primeros niños presentados por Dª Lourdinhas.
Talleres y escuela de música en un ambicioso proyecto para mejorar su vida.
Durante la visita a sus instalaciones, un escalofrío recorre la espalda de los
visitantes; será el aire acondicionado. Cuando los chavales tocan unas
sencillas piezas como saludo, el escalofrío arrecia en una sala bien calurosa y
la humedad de la transpiración se traslada a los ojos. No: no era el aire
acondicionado.
En las clases, cinco profesores de la OSG dan lo mejor
de sí mismos. Massimo Spadano trata de dar flexibilidad a su alumno de violín.
José Vicente Castelló busca la calidad del sonido de las trompas en unas
escalas cuyos diferentes ritmos ¡cómo no! son rápidamente asimilados por os meninos. Casey Hill pide fraseo y
contraste de emociones al oboe de su alumna. John Etterbeek camina marcial al
lado del suyo mientras le enseña ¡en gallego! cómo administrar la columna de
aire para dar continuidad al sonido. Y Zecharies, claro, contagia su entusiasmo
y enseña a coordinar fraseo, arco y respiración”.
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