24 octubre, 2024

… eso no tiene precio

 




A Coruña, 23 de octubre, Teatro Rosalía Castro. Programación Lírica de Amigos de la Ópera. Marco Mimica, barítono bajo. Marcos Madrigal, piano. Programa:

I

S.Donaudy. Del mio amato ben; R. Hahn, À Chloris; F. Schubert, Winterreise, D. 911 (nº 11, Frülingstraum); V. Bellini,  La sonnambula, Vi ravviso, o luoghi ameni; M. Ravel, Don Quixote à Dulcinée, Chanson romanesque, Chanson Épique, Chanson à boire. M. Ravel, Deux melodies hebraïques, Kaddish.

II

E. Lecuona, Córdoba, Gitanerías, Malagueña (piano solo); A. Copland, Old american songs, Long time ago; S. Rajmáninov, Ultro, op. 4 nº 2; Ne por Krasavitsa, op. 4 nº 4; Son, op. 8 nº 5 y Zdes´khorosho, op. 21 nº 7; A. Thomas, Le Caïd, Je comprends que la belle… enfant chéri.



Para empezar por el principio, hay que hacer constar que, en alguna medida, este recital no respondió al programa aquí literalmente transcrito. No hubo descanso entre ambas partes y el programa se ejecutó sin más interrupción entre obras  que las salidas del escenario de los artistas y algunos aplausos espontáneos del público.

Que el mayor de estos se produjera al final de la Malagueña de Lecuona decía bastante de la actuación de Mimica, de la de Madrigal e, incluso más, de la reacción del público. En general y en particular esta tarde, siempre se aplaude mucho más -y no necesariamente por este orden- lo más conocido, lo más famoso o generalmente apreciado y lo que se siente como más propio y/o afín a nuestros gustos y tradiciones.



Marcos Madrigal (i) y Marko Mimica


Pero también, como antes decíamos, de la actuación de Mimica: por tesitura, pero también por timbre, la voz del croata es más cercana a la de bajo puro que a la de barítono. En el recital del día 23 hubo en su voz una transición demasiado evidente entre los registros requeridos. Con una voz como la suya y en el repertorio elegido, se lució realmente en el registro bajo y medio, aun denotando una carencia de entusiasmo realmente apreciable a lo largo de la noche.

En cuanto a los agudos, estos sonaban dependiendo del apoyo empleado para su emisión: el aterrizaje en los de pecho resultó con un brillo bastante apreciable, aunque no siempre lo hiciera en “el centro de la pista”; en los de voz de cabeza -o falsete, como ustedes prefieran- parecía perderse an la niebla y resultaron siempre bastante mates y opacos. Lo que, como todos saben, no es lo mismo; en el caso de Mimica en su recital del Rosalía, carecían tanto de brillo como de transparencia, filtrando hasta oscurecerla la luminosidad de las notas.



Si hablamos del programa, nos hallamos ante una miscelánea de títulos y autores que bien podría haber servido para comprobar la versatilidad y adecuación estilística del cantante. Tal como se desarrolló este miércoles, el repertorio, resultó más cercano a lo que ahora se llama cocina de aprovechamiento y nuestras abuelas, más escueta y gráficamente, llamaban revuelto de sobras.

Y vamos a ver ¿Quién osa despreciar una buena “ropa vieja” bien aliñada uno o dos días después del cocido del que nació? O tantos de esos platos que acaban de recibir  unos pequeños o grandes toques de condimentación y un paso por el fuego para calentarlo “como Dios manda” y volver a ser gozados en la mesa tanto o más que el día anterior.

Pues también la voz hay que calentarla antes de salir al escenario. Mimica parecía no haberlo hecho adecuadamente; al inicio del recital su voz resulto un tanto destemplada y hubo inseguridad y vacilación en le afinación. A lo largo del programa se fue templando y eso se pagó con aplausos; la afinación… eso no tiene precio.

Decíamos antes que la mayor, más cálida y espontánea ovación se la llevó Marcos Madrigal tras su gran interpretación de las tres piezas de Lecuona. Desde estas líneas me sumo totalmente a ella , pues estimo que si tratamos de valorar lo mejor de la noche se acercó mucho a ese techo, si es que no lo superó.



Marko Mimica

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