18 enero, 2023

Venturosa visita






A Coruña, 14 de enero, Palacio de la Ópera. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Programa: Nikolái Cherepnín, Preludio para La princesse lontaine; Dmitri Shostakóvich, Concierto para violín y orquesta nº 2 en do sostenido menor, op. 129; Píotr Ílich Chaikovski, Sinfonía nº 4 4n fa menor, op. 36.



Rusos si, Putin no

Una primera consideración a propósito de este concierto ysu programa. El 12 de julio de 1997, tras el asesinato por ETA de Miguel Ángel Blanco, la sociedad vasca y del resto de España se manifestó rotundamente contra la organización terrorista. El lema “Vascos si, ETA no” recorrió todo el país.

Tras la invasión de Ucrania por fuerzas armadas rusas, se inició un movimiento de rechazo a artistas rusos afines al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Cuando se sigue de forma acrítica y sin ideas propias la corriente dominante, disfrazando la hipocresía de corrección política, todo puede acabar en un sinsentido.





Como cuando en Polonia se llegó a vetar a los intérpretes rusos indiscriminadamente -por su nacionalidad, por el mero hecho de haber nacido en su país-. Pero no quedó ahí la cosa, pues también fue vetado el repertorio ruso. Todo el repertorio, sin importar afinidades de sus autores ¡ni su fecha de nacimiento!

Frente a decisiones absurdas como la mencionada, debería imponerse la sensatez. Y la coherencia; como la del programa presentado por la OSCyL en el Palacio de la Ópera, que propició el despliegue por la orquesta de sus muchas cualidades sonoras y artísticas desde el alfa a la omega del concierto.


Sonido

En principio fue el sonido. El del chelo de Marius Díaz en el motivo con que se inicia el preludio a La princesse lontaine, redondo, aterciopelado y sugerente fue el alfa, la llave que abrió el canal de las emociones que habrían de llegar. Siete notas que despiertan a maderas, cuerdas y arpa, y que pusieron en marcha la magia de un romance en el que los diferentes solistas y secciones de la orquesta tienen la oportunidad de demostrar su calidad, como hicieron -y de qué manera- los profesores de la OSCyL.





A destacar, además del chelo, el oboe de Sebastián Gimeno y el motivo final del violín, lleno de sentimiento, de Beatriz Jara. El sonido de la orquesta, compacto y rico en color como un ágata de Madagascar, fue herramienta para una lectura idónea por parte de Fischer.

Pero no la única El virtuosismo de la orquesta y la adecuación estilística fueron soberbios a lo largo del concierto y si en Cherepnín pudimos imaginar las aventuras y desventuras del juglar enamorado a distancia en busca de su amada, la interpretación de Shostakóvich por Baiba Skrider y la OSCyL tuvo todas las características sonoras y expresivas del maestro de San Petersburgo.





Unos agudos del violín, afilados como bisturíes, iluminaron con sus incisiones la noche sin astros de la introducción, Andante sostenuto. Su diálogo con la trompa en el Adagio, el ascenso a un camino de redención, fue subrayado por el tomtom, pero asimismo casi lastrado, como freno de cualquier entusiasmo. Tras la cadenza, la trompa nos condujo al sentimiento de un triste amanecer.

Violín solista y flauta iluminaron el inicio del segundo movimiento y Skrider mostró todo su poderío técnico y artístico con los inacabables matices entre unos pianissimi de ppp al luminoso poderío de sus graves en unos fortissimi fff. Todo ello, junto al brillo solar de la trompa, fue matizado por la orquesta como la veladura de un cendal de leve bruma.

El ritmo e intensidad puramente shostakovichianos al inicio del Allegro con fuoco final y la deslumbrante interpretación de la cadenza, llena de técnica y música por parte de Skrider, condujeron a los accelerandi previos al final del concierto, cuyo final fue acogido muy calurosamente por el público.




Y Chaikovski

Nada más. Y nada menos; que todas las ráfagas de alegría, fatum y pathos contenidos en la primera de las sinfonías “patéticas” (en el sentido de capacidad de conmover, no como sobrenombre) fueron traducidas a sonido y sentimiento por Fischer y la OSCyL. El sonido, también aquí, fue siempre compacto, plenamente unitario en cada sección y con una gradación dinámica más contrastada que matizada. Unido a esto, un timbre con una rica paleta de color sonoro y un ritmo tan firme como flexible llevaron a una interpretación fiel al espíritu y la letra de la partitura.

Como resumen de la podríamos destacar -si se me permite el palabro- la “pathos-logía” del primer movimiento, Andante sostenuto – Moderato con anima; el sentimiento entre lírico y dramático del Andantino in modo di canzona, con el profundo efecto de los unísonos de la cuerda y su forma de desembocar en esas escalas ascendente-descendentes con sus naífs finales a cargo de la flauta, los solos de oboe y la respuesta a estos por parte de los chelos.

En el Scherzo, la precisión y expresividad de los pizzicati y su respuesta bien empastada por las maderas. Finalmente, en el Allegro con fuoco el tema dialogado entre unos violines, tan afilados como sedosos, y los aterciopelados chelos, en una especie de carrera contra la tristeza. Y su inevitable desenlace -puro fatum- en la dolorosa vuelta de la llamada inicial y la brillantísima ejecución del final de la obra.





Una gozosa reflexión final: la visita de la OSCyL fue como esos reencuentros con un viejo amigo que emana salud, prosperidad y alegría personal. Algo que a los verdaderos amigos solo puede proporcionar alegría y un estímulo para intentar llegar a sus cotas de bienestar. De ahí las sinceras felicitaciones a los músicos de la OSCyL por parte de sus colegas de la Sinfónica de Galicia asistentes al concierto a la salida de este.

Y la ovación final del público del Palacio de la Ópera. Como decían nuestros antepasados, “pues nada ya sabéis dónde tenéis vuestra casa”.

N. del R. -Las fotos están tomadas de la web de la OSCyL y corresponden al concierto del  viernes 13 en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid.

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