A Coruña, 6 de abril, Palacio de la Ópera. Real
Filharmonía de Galicia. Paul Daniel, director. Nicholas Angelich, piano. “PARAFRASEANDO
A SCHUMANN”. Programa: Robert Schumann, Carnaval,
op. 9 (varios orquestadores); Robin Holloway, Scenes from Schumann, op. 134; Xabier Mariño, Sálvora; Robert Schumann, Concierto
para piano y orquesta en la menor, op. 54.
La Real Filharmonía de Galicia ha celebrado su tercer concierto de esta
temporada en A Coruña, el segundo dentro de los ciclos de abono de la Orquesta
Sinfónica de Galicia. Por primera vez, el grupo de abonados a los conciertos de
los sábados de la OSG han tenido ocasión de contrastar la calidad de la
orquesta radicada en Santiago, calidad que se puso de manifiesto ya desde la
primera obra programada, como idóneo escaparate de la flexibilidad de la RFG
ante las orquestaciones que de la obra pianística de Schumann hicieron una
decena de compositores rusos y un letón y el buen hacer de Paul Daniel para
destacar los diferentes climas sonoros propuestos por estos.
Real Filharmonía de Galicia. Paul Daniel |
Schumann dedicó al lied una
parte importante de sus esfuerzos como compositor. En sus Scenes from Schumann, Holloway no se limita a transcribir u
orquestar seis lieder del autor
alemán sino que parafrasea, cita brevemente o alude al músico alemán o lo fusiona
con otros. El resultado es, como en el caso del Carnaval, una muestra algo caleidoscópica, pero en ella subyace y
domina su propia personalidad, claramente británica, que como tal fue fielmente
traducida a sonido por Daniel y la Filharmonía.
Mariños frente a
vikingos
Tras el descanso, la RFG hizo nacer Sálvora, de Xabier Mariño (Ponteareas, 1983), una obra de
ambientes en los que dominan las sugerencias sonoras. Desde el batir de los
timbales y trinos de las trompas como el presentimiento de un peligro, al
sonido de las maderas como cuadro sonoro pintado sobre el telón de la cuerda
baja. Acaso la respuesta de los isleños, quizás esa figura fantasmagórica de
sirena y el estremecedor sonido de su canto, al que alude el compositor en su
texto sobre la obra, como pudiera ser el sonido en vacío de las trompas. En cualquier
caso, se trata de una obra que envuelve a quien la escucha en un aura de sonido
que de alguna forma hechiza y atrapa. Hasta tal punto que su final -con la
simetría de los timbales alejándose en un morendo
similar a un latido que se esfumara, que se disolviera en la bruma- deja con
ganas de escuchar más. Tal vez de escuchar de nuevo Sálvora ; o quién sabe si una continuación inspirada en otras de
nuestras islas atlánticas.
Xabier Mariño |
Y Schumann renacido
Hace como medio siglo que tengo el Concierto
para piano, op.54 de Schumann como paradigma del concierto instrumental
romántico indisolublemente unido al de Grieg, escrito en la misma tonalidad de
la menor. Es el recuerdo de aquellas tardes de sábado de finales de los
sesenta, cuando un amigo auxiliar de vuelo aportaba al grupo las últimas
novedades en forma de discos de vinilo que él
adquiría en París, Londres o Nueva York y que era imposible lograr en
España.
Nicholas Angelich |
La versión de Nicholas Angelich el sábado en el Palacio de la Ópera se
acerca en gran medida a aquella primera figuración mental que marca tanto el
gusto y el criterio: la que surge de la escucha de una obra en momentos
iniciáticos. Es como el renacer de una idea primigenia de la obra. Con la peculiaridad
de una delicadeza y atención al detalle pocas veces escuchadas a lo largo de
estas casi cinco décadas; condición que desde luego redondea el carácter
del Allegro
affettuoso inicial y el Allegro
vivace final sin hacerles perder
su fuerza y dinamismo intrínsecos. El Intermezzo:
Andantino gracioso, en cambio, ganó en intimidad el punto que pudo perder de
pasión. Daniel hizo un acompañamiento adaptado como un guante a cada momento
del discurso de Angelich. Los solos del oboe de Christina Dominik y del
clarinete de Beatriz López fueron hermosísimas incrustaciones en el tejido
general del concierto. La gran ovación del público de A Coruña fue recompensada
con un Chopin de oro que hizo arder las palmas.
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