A Coruña, Teatro Rosalía Castro. El
perro del hortelano, de Lope de Vega. Versión Álvaro Tato. Dirección,
Helena Pimenta. Reparto (por orden de intervención): Teodoro, Rafa
Castejón; Tristán, Joaquín Notario; Diana, Marta Poveda; Fabio/Lirano, Álvaro
de Juan; Octavio/Furio/Camilo, Óscar Zafra; Anarda, Nuria Gallardo/Paula
Iwasaki; Dorotea, Alba Enríquez; Marcela, Natalia Huerta; Marqués Ricardo, Paco
Rojas; Celio/Chapas, Egoitz Sánchez; Conde Federico, Pedro Almagro; Leónido
(paje), Alfredo Noval; Amor/Antonello, Alberto Ferrero; Conde Ludovico,
Fernando Conde. Música en off, Olesya Tutova. Ambientación de
vestuario, Taller de María Calderón. Posticería, Lupe Montero. Telones
serigrafiados, Gerriets. Asesor de verso, Vicente Fuentes. Coreografía,
Nuria Castejón. Selección y adaptación musical, Ignacio García. Iluminación,
Juan Gómez Escenografía Ricardo Sánchez Cuerda. Cornejo. Vestuario,
Pedro Moreno/Rafa Garrigós.
De frente, Rafa Castejón, Marta Poveda y Joaquín Notario |
Normal, cuando la
dieta no es ni apropiada ni apetecible. Al pobre perro protagonista del viejo
refrán lo tienen sometido a una especie de prisión sin rejas de la que no puede
salir y en la que no encuentra forma de satisfacer sus apetitos y necesidades. Lo
mismito que a la protagonista de El perro
del hortelano, de Lope de Vega. Diana, Condesa
de Belflor es una rica heredera y una pobre mujer. Porque heredar título y
posesiones no la exime de –más bien la obliga a- cumplir con el papel a que está predestinada:
casarse con un hombre de su posición social y económica que administre su vida
y bienes hasta el fin de sus días. ¿A quién se le ocurre nacer mujer,
rica y noble en pleno siglo XVII?
O en el XVIII, en el
que se sitúa la acción en esta adaptación del Centro Nacional de Teatro Clásico
presentada en el Teatro Rosalía Castro de A Coruña. Que mucho Siglo de las
Luces y mucho racionalismo pero resulta que a una noble que quisiera
matrimoniar con quien ella quisiera y no con quien dictaran las normas se la catalogaba como una histérica o una trastornada, cuando no como un “monstruo de mudanzas", como reza el propio
texto de Lope.
Marta Poveda y Rafa Castejón |
La producción del CNTC,
por el contrario, pretende mostrarnos a Diana, condesa de Belflor, dentro de un
concepto más actualizado; casi como una feminista que lucha por los derechos de
la mujer. Aunque se muestra más como la feminista que lucha por los derechos de una
mujer: de los suyos, vamos. Así, no es de extrañar que su relación con lo que a finales del s. XX (y en algunas casas, también en pleno s. XXI) se llamaba "el servicio" sea la de
amo y criado. Y que a sus sirvientes los maneje como le viene en gana,
hasta el punto de casarlos a su antojo o incluso recluirlos cuando se
oponen a sus deseos y órdenes. Y si quien se le pone por delante es su
secretario, este Teodoro al que desea, anhela y dice amar, pues no es para
arrendarle las ganancias al pobre hombre.
La producción se basa
en un vestuario de época que logra muy buena ambientación y una escenografía
cuyo diseño y realización permiten ágiles cambios de escena. A ello se suma una
coreografía muy dinámica y bien diseñada, que contribuye a agilizar notablemente
la acción.
Natalia Huarte (Marcela), Rafa Castejón (Teodoro) y Joaquín Notario (Tristán) |
Entre los actores hay
que destacar la absoluta eficacia y buen hacer de Joaquín Notario que encarna
en plenitud todas las características del personaje de Tristán.
Rasfa Castejón hace un Teodoro bien
creíble, con un estupendo ritmo en el verso, aunque al principio de la función se
ve ligeramente lastrado por su entonación. La Diana de Marta Poveda tiene buena
presencia escénica, una más que notable gestualidad facial y corporal... y una
dicción manifiestamente mejorable en casi todos los aspectos como claridad,
proyección y entonación.
El resto del reparto
incorpora sus papeles con buen oficio, entrega absoluta y una dicción del verso
algo atropellada por (quizá demasiados) momentos. Tal vez por ese afán tan en boga de hacer
predominar el ritmo escénico sobre los propios del verso. Lo que Agustín garcía
Calvo llama “la corriente de los tiempos, que trata de reducir ese juego del
teatro a mera literatura sobre la escena”. El extremo contrario a la
declamación pura y dura, tan opuesto como ésta al buen equilbrio entre el
drama, la prosodia y la métrica. Ese centro en el que Tomás de Aquino situaba la
virtud.
Marta Poveda |
La iluminación subraya
eficazmente la acción; y la música (en off), interpretada al piano por Olesya Tutova, es francamente eficaz: contribuye al dinamismo de las escenas de mayor movimiento escénico y muy especialmente
a los momentos en que el texto habla del amor en su más sincera expresión, con
su versión de fragmentos de la Fantasía
para piano a cuatro manos de Schubert.
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