Está muy extendido entre los aficionados a la música clásica un cierto temor a la escucha de música contemporánea. No voy a tratar en este artículo sobre las causas de esta prevención. Sólo diré que a mi modo de ver, estas causas son, fundamentalmente, cuestión de costumbre:
Los adictos a la música llevamos toda nuestra vida
acostumbrados a un repertorio que, pasando por el Clasicismo y el Romanticismo,
va del Barroco al Impresionismo. Por costumbre, nos gusta –casi necesitamos-
una melodía que recordar al salir del concierto y un ritmo más o menos regular
o fijo que seguir en las diferentes partes de las obras que lo componen.
Todo esto, acompañado de una armonía “amable”, basada en
relaciones de múltiplo y submúltiplo entre las frecuencias de los sonidos que
se oyen simultánea o sucesivamente: acordes y melodía. Y esta costumbre es,
justo, el filtro que –incoscientemente, la mayoría de las veces- ponemos ante
la música contemporánea y que nos dificulta su escucha.
No busquemos, pues, en la música contemporánea lo que sabemos
que no vamos a encontrar, no nos pongamos el tapón. Esta música no necesitaría
más explicación que la de periodos anteriores, como Barroco, Clasicismo o
Romanticismo... Si no fuera porque estas otras músicas las tenemos
preasimiladas por costumbre; precisamente, la causa de que obras inéditas de
periodos conocidos se escuchen con la misma facilidad que cualquiera de los
hitos de la música de su tiempo. Aunque también es cierto es que toda escucha
es facilitada y todo goce musical es aumentado por el conocimiento previo.
Octavio Vázquez |
Octavio Vázquez (Santiago de Compostela, 1972)
Empezó a escribir música por sí
solo a los 7 años; a los 12 se convirtió en director musical en la
iglesia de San Pedro en Lugo y a los 17 se traslada a Madrid, en cuyo
Conservatorio Superior se graduó en piano, piano colaborativo y
teoría. Con una beca Barrié de la Maza, estudió composición en el Peabody
Institut de la Johns Hopkins University (Baltimore) y se doctoró en el College
Park de la Universidad de Maryland. Actualmente dirige el programa de
Composición del Nazareth College de Nueva York.
Su música ha sido interpretada por directores como Dima
Slobodeniouk, Carlos Kalmar, Paul Daniel o Hansjörg. Schellenberger. Ha recibido
encargos de orquestas , instituciones o festivales como Orquesta de Radiotelevición
Española, Real Filharmonía de Galicia, Orquesta Sinfónica de Galicia, New York
State Council on the Arts, Guernica Project, Festival Via Stellae o la Comisión
Fulbright, entre otros.
Entre los solistas destacan Hillary Hahn, Dmitri Berlinsky, Amaury
Coeytaux o Eldar Nebolsin. Su colaboración con la gaiteira y pianista Cristina
Pato, ha dado frutos, como Viuvas de
vivos e mortos para gaita y orquesta que exprime al máximo las
posibilidades sonoras y musicales del instrumento (estreno en España: Cristina
Pato / RFG, 2016) o el Concierto para
piano y orquesta, (esteno mundial, Cristina Pato / OSG, 2007). En la web de
Octavio Vázquez pueden ser vistos vídeos de algunas de sus obras.
Origen de Eleusis
Muchos compositores sienten el impulso creador a partir de un
hecho, personal o social, que deja una huella en sus vidas. Desde el nacimiento
o muerte de una persona a la contemplación de un paisaje. En otros, el impulso
lo produce la contemplación de una obra de arte, la lectura de obras literarias
o poéticas o, algo frecuente en Vázquez, la mitología clásica. El origen de Eleusis está en su conocimiento de los
Misterios Eleusinos, basados en el mito del secuestro de Perséfone por Hades.
El rapto de Perséfone |
Religiones mistéricas
Las grandes religones monoteístas suelen identificar la plena
felicidad con la salvación en la vida eterna, en el Más Allá. Para este logro
ofrecen diferentes catálogos de preceptos éticos o morales que “garantizarían”
la vida eterna junto a la divinidad. Además, naturalmente, de procurar un conveniente
orden social que en muchas ocasiones procura la perdurabilidad del régimen religioso
político. Frente a ellas, las religiones mistéricas, generalmente politeístas, transmiten
al individuo la “posibilidad” de formar parte de la divinidad ya en vida.
En este empeño nacieron ciertos cultos secretos, derivados de
las tradiciones locales que se desarrollaron en las polis griegas y las civitas
romanas entre el s. VII antes de
Cristo al IV de nuestra era y fueron eclipsadas o absorbidas al nacer el estado
cristiano. Estas tradiciones -nacidas de cultos locales en los cambios de
estación para propiciar buenos resultados agrarios- tomaban nuevos sentidos en polis y civitas al ser importadas por inmigrantes procedentes de aquellas
localidades.
Los nuevos cultos consistían en el cumplimiento de unos ritos
de iniciación y propiciarían al iniciado una cierta seguridad en la Tierra y en
el más allá, librándolo de los males de la muerte y logrando la soteria, estado representado por la
diosa menor Soteria, que personifica la salvación, el hecho de estar a salvo.
Aquellas religiones de origen eran, comprendidas y practicadas por un grupo en
su lugar geográfico. Las mistéricas, en cambio, son esencialmente individuales
en su práctica y sus aspiraciones.
Pínax ático de figuras negras con escena de prótesis. c. 500 a. C. (Museo del Louvre) |
Los estudiosos de las religiones antiguas, consideran que las
llamadas religiones mistéricas nacieron en Asia Occidental o en el antiguo
Egipto y quieren transmitir el conocimiento a través de la experiencia. Para
ello parten de la premisa de que el verdadero conocimiento o comprensión es el
resultado de la asimilación de la información a través de la totalidad del ser
humano. Por eso, al ser el personaje activo de la representación, el iniciado
recibe información simultánea de tipo físico, emocional e intelectual.
Los tres grupos principales de
misterios
En los misterios órficos (en honor al dios Orfeo), el perfeccionamiento se logra a lo largo de
varias existencias a través de la “metempsicosis” (transmigración de las
almas); lo que en el budismo se conoce como “karma”.
Vista actual de Samotracia |
Los misterios macedonios
provienen de la isla egea de Samotracia y sus dos iniciados más célebres
son Filipo II y su hijo Alejandro Magno. Precisamente, las conquistas de éste
permitieron la mezcla de la cultura griega con las asiáticas en el llamado
periodo helenístico (entre los siglos IV y I antes de Cristo).
Como tantas religiones a lo largo de la Historia, estos
misterios macedonios tuvieron una notable importancia política, ya que eran un
potente elemento de oposición y reafirmación (que hoy llamaríamos nacionalista)
frente a Atenas, ciudad-estado en la que predominaba el culto de los misterios
eleusinos, que han inspirado la obra que nos ocupa.
Escultura ecuestre de Alejandro Magno |
En cualquier caso, las conquistas de Alejandro Magno
permitieron la mezcla de las culturas griega y asiática en el llamado periodo
helenístico (entre los siglos IV y I antes de Cristo). Las religiones
mistéricas florecieron también en el Imperio Romano, conviviendo sin problemas
con la oficial promulgada por el emperador, salvo tras la adopción del Cristianismo
como religión del Imperio.
Los misterios eleusinos
Según la mitología griega, Hades –primogénito de Cronos y
Hera y hermano de Zeus y Poseidón- sorteó con sus hermanos quién gobernaría
cada uno de los reinos. Zeus obtuvo el cielo, Poseidón los mares y Hades hubo
de conformarse con el inframundo -reino al que también daba nombre-, que
comprendía todo lo que existe bajo la superficie de la Tierra y era el lugar de
destino de los muertos.
Deseoso de esposa y descendencia, Hades –con permiso de Zeus-
raptó a Perséfone, la hija de Deméter; ésta era la diosa de la vida, la
agricultura y la fertilidad. Mientras buscaba a su hija, Deméter se enfrentó
con los demás dioses y abandonó su vigilancia sobre la Tierra, provocando que
ésta se helara; fue el primer invierno. En su viaje en busca de su hija,
Deméter llegó disfrazada a Eleusis [1], donde
reinaba Celeo; allí intentó purificar por el fuego al hijo de éste y la reina
Metanira, Triptólemo. Descubierta por la
reina cuando intentaba purificar por el fuego al hijo de ambos, Deméter se
manifestó en su verdadera identidad.
Ruinas de Eleusis |
Los eleusinos, maravillados, erigieron un templo en su honor
y rogaron a Hades que devolviera a Perséfone a su madre. Ambos dioses
discutieron, negociaron y llegaron a un acuerdo Pero Perséfone había comido
semillas de granada –la comida de los muertos- entregadas por Hades por lo que ya no podía volver a la
superficie. El acuerdo logrado fue que Perséfone permanecería en el inframundo
durante el invierno y podría volver con su madre el resto del año. Aplacada,
Deméter hizo brotar de nuevo el trigo y mostró sus ritos y misterios a los
eleusinos. Desde entonces, quien celebrara los ritos y recibiera los misterios
estaría bajo su bendición y pasaría por encima de los demás mortales al morir.
Una vez iniciados, sus seguidores podían vivir tranquilos. La
protección de la diosa se había extendido: del trigo al Más Allá.
Eleusis (2014)
Eleusis fue
estrenada el 13.02.2015 en el Teatro Monumental de Madrid, por la Orquesta de
Radiotelevisión Española, dirigida por Adrian Leaper.
Basada, como queda dicho, en el mito del rapto de Perséfone
por Hades, en esta música podemos escuchar la representación (que no descripción)
de
dos “realidades imaginadas”, una por mí mismo -a través del
desarrollo del mito arriba descrito- y otra por Octavio Vázquez a través de los
ritos de iniciación fundados sobre ese mito. Dos posibilidades paralelas que el
autor y yo cotejamos a través de nuestra correspondencia durante el proceso de redacción
de las notas al programa para el concierto de la OSG de fecha 20.10.2017 en el
Palacio de la Ópera de A Coruña.
Vázquez, buen conocedor del hecho de que la música no existe
hasta que alguien la interpreta y alguien la escucha, me decía que [incluso su
visión de la obra] “no resta validez a lo que otros escuchan, para eso es
música”.
Portada de la partitura general de Eleusis |
La música
La obra empieza con el ambiente de misterio creado por un
acorde de vibráfono, marimba, campana tubular y arpa. En medio de él suena un
acorde disonante de los violines en el registro agudo que, con alguna
modificación, se reproducirá hasta diez veces más. Hablando de lo que cada
pasaje de la música representa, estos acordes tanto podrían ser los gritos de
alarma de Deméter al echar de menos y buscar a Perséfone como los sonidos del vértigo producido por el
comienzo del ritual: tanto el producido por el temor a lo desconocido como por
la posible acción de las drogas en estos rituales [2]. Mientras tanto, clarinetes,
chelos y contrabajos crean un ambiente sombrío.
Grito de madre |
Poco después, la flauta solista inicia el motivo principal,
que completan los violines segundos y luego repiten violas y celesta.
Flautas y píccolo refuerzan el ritmo doblando las últimas notas de la celesta. Violas y celesta repiten el
tema principal y crece la tensión.
Se aviva el tempo,
violines y violas emiten por sexta vez el “grito de Deméter”; las trompas
retoman el tema, avanza el ritual subterráneo mientras, justo antes del último
“grito de Deméter”, los violines primeros reproducen un ambiente gélido con
notas largas en el registro más agudo (quizás aquel primer invierno producido
por la dejación de funciones de Deméter /
tal vez el temor del neófito a los ritos por venir).
Vuelve a acelerarse el tempo iniciando una sensación de descenso (Démeter baja al Hades tras su hija / el neófito corre hacia los tres elementos purificadores). Cantan trompeta y piccolo, el motivo principal se vuelve acuciante en los violines; se acelera el ritmo, que por unos momentos desplaza a la melodía.
El agua lava el cuerpo |
Los violines tocan un motivo acuciante (Deméter busca desesperada a Perséfone / el AGUA se precipita sobre el neófito y lava su cuerpo) antes de serenarse para dar paso al canto inicial de la flauta. Tras un rápido crescendo, y un ambiente algo estático de vibráfono, celesta y arpa (encuentro de madre e hija / el novicio entra en una cámara en la que el AIRE que limpia su mente).
El aire limpia la mente |
Las notas largas de las flautas brillan como la luz que concentrada por el espejo de vibráfono y marimba hará arder la yesca. Las violas cantan una melodía ascendente hacia esa luz e inmediatamente las maderas tocan un tema fugado que se entrelaza como lenguas de fuego sobre clústers [3] de las cuerdas (Deméter pugna con Hades / el FUEGO purifica el alma).
El fuego purifica el alma |
Dos grupos de tres acordes enmarcados por la percusión pueden representar (la discusión y acuerdo de Deméter y Hades / el órdago del iniciado: la decisión de consumar los ritos). Todo trepida, todo se mueve en el aire de marcha de trompas y trompetas; el piccolo levanta el vuelo por dos veces a velocidad de vértigo... Los primeros violines, doblados en octava baja por los segundos, vuelven por dos veces a su tema del primer y gélido invierno demeteriano.
Cristal de hielo |
Las flautas inician una fuga: es un canto sincopado y algo nervioso
seguido de inmediato por oboes, clarinetes, primeros violines y luego
trompetas; el piccolo levanta un
largo vuelo, le siguen flauta, oboe y clarinete, que luego vuelven al canto
rítmico antes iniciado.El regreso es difícil: trompetas y trombones refuerzan
rítmicamente por dieciséis veces las cinco últimas notas.
Canto y ritmo se suceden y alternan sobrevolando por toda la
orquesta hasta llegar a un clima armónico inquietante a base de clusters ascendentes de las cuerdas
sobre los que las maderas tejen una malla de caos mientras los metales producen
inquietantes avisos; trémolos de las trompas en el registro agudo -que podrían
recordar el barritar de un elefante mitológico, tal vez traído de Asia por
Alejandro Magno- y glissandi de los
trombones nos conducen a un clímax sonoro (Deméter y Perséfone se han encontrado / el iniciado ha renacido).
Reencuentro de Deméter y Perséfone |
Sobre una leve y mullida alfombra de violines, suena una nota
del vibráfono, apenas acariciada por el arco, y un breve arpegio del piccolo. Las arpas marcan el sereno
caminar de vibráfono, marimba y celesta en un ambiente onírico, como de
precognición, propiciado y trascendido por ecos suaves de la percusión. El
sonido se abre y se camina hasta un breve acorde en mezzoforte-forte.
La serenidad se impone con el paso firme en arpegios de arpa
y celesta. Se produce un continuo crecimiento deméter e la intensidad expresiva
(Deméter reina en la superficie / el iniciado se abre al conocimiento; su
presciencia se solidifica).
Las violas inician una luminosa fuga sobre el lejano tema
“gélido” en sobreagudo de los violines, su depuración máxima en una serie
dodecafónica. Una melodía perfectamente recordable -memorable, sería la palabra-
que retoman las violas dobladas por chelos y contrabajos; siguen trompas con
trombones, y luego las trompetas (el triunfo de Deméter / la transformación del
iniciado en héroe).
Los violines aportan su brillo argentino hasta el final del
episodio y la obra acaba en un clima de paz interior, resaltada por un
serenísimo solo del violín con las primeras notas del tema fugado, contra el
que nada pueden otras algo inquietantes de los vientos, pues éstas acaban por
transformarse en un reflejo de la luz interior del iniciado. El rito ha llegado
a su fin. Los misterios se han consumado.
Dice Octavio Vázquez que “al final nada ha cambiado excepto
quizás la percepción. Toda la iniciación ha sido un viaje interior,
simbólico... Y aunque todo es como antes, ya nada es lo mismo”. Y es aquí donde
afirma que incluso su visión de la obra “no resta validez a lo que otros
escuchan, para eso es música”.
A quienes escuchen Eleusis
les sugiero que disfruten de su música haciéndola suya, tomándola como propia.
Que, al fin y al cabo, la música sólo existe cuando alguien la escucha.
N. d. R. La primera versión de este artículo fue publicada como notas al programa para el concierto que la Orquesta Sinfónica de Galicia celebró en el Palacio de la Ópera de A Coruña el viernes 20 de octubre de 2017. El texto se ha completado con anotaciones para las charlas homónimas que celebré para la Filarmónica Ferrolana en Ferrol y para Amigos de la OSG en A Coruña los días 17 y 20 de octubre. Agradezco a la Orquesta Sinfónica de Galicia las facilidades para la publicación de este artículo en Líneas Adicionales.
[1] Elefsina, la antigua
Eleusis, es una pequeña ciudad industrial
situada a unos 20 Km al noroeste del centro de Atenas, casi absorbida por
la capital. Ribereña del golfo homónimo, situado en el extremo norte del Golfo
Sarónico, tiene actualmente una importante actividad en el refino de
petróleo.
[2] Algunos investigadores aluden a la
acción de las drogas en estos rituales: trigo y cebada, contaminados por el
hongo cornezuelo del centeno, aportarían LSA, un precursor de la dietilamida
del ácido D-lisérgico (LSD) con potente acción psicoactiva productora de
estados mentales revelatorios.
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