30 mayo, 2021

A galopar...

 





Santiago de Compostela, 27 de mayo, Auditorio de Galicia, Real Filharmonía de Galicia. Paul Daniel, director. Pacho Flores, trompetas. Programa: Antonin Dvořák. Obertura Otelo, op. 93, B. 174; Christian Lindberg, Caballos mágicos (encargo de la RFG, la Bilkent Symphony Orchestra turca y la Swedish Chamber Orchestra; estreno mundial); Antonin Dvořák; Oberturas En el reino de la naturaleza, op. 91, B. 198, y Carnaval, op,  92, B. 169.

 


...hasta enterrarlos en el mar

Tenía que pasar. Escuchar a Pacho Flores interpretar una obra como Caballos mágicos, de Christian Lindberg, dispara la imaginación y aviva los  recuerdos. La Real Filharmonía de Galicia clausuraba con el concierto del jueves 27 su temporada 2020-2021; la más difícil de su historia, como para todas las orquestas;  como para quienes han vivido de cerca el dolor de la pandemia.

Resulta tremendamente evocador escuchar la música de Lindberg tocada por Flores. A lo largo de toda la duración de Caballos mágicos, uno no puede por menos de imaginar la visión de ejemplares de las razas aludidas en el concierto, la de recintos de doma o la de llanuras sin fin. La de la bravura domada, traducida en elegancia de movimientos, o la indómita estampa de un garañón al frente de su manada.



Caballo cartujano (andalusian)


Flores es un mago que convierte el aire en sonido y la música en imágenes, que contagia la sensación de liberación que se expande desde sus trompetas. Escuchándole tocar, uno respira con más libertad; y con una liberación de diferente sentido -más física, más vital, más personal- que agranda también el significado de los últimos versos del poema de Rafael Alberti…

¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
Que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Que la tierra es tuya.

¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!

…y los agobiantes recuerdos de los últimos quince meses parecen alejarse. ¡Tienen que alejarse!


¡Tienen que alejarse!

Que nadie es la muerte si va en tu montura.

La música – que en Caballos mágicos es vívida y vivida como pocas veces-, montada por la magia de un jinete como Flores, nos hace recuperar una cierta esperanza en el futuro. Aunque ya nunca será como el pasado, aunque este siga siempre presente, especialmente en quienes han sufrido el zarpazo de la enfermedad o han perdido a alguien de los suyos. Pero futuro al fin y cada vez más cercano; ya casi al alcance de la mano, como la próxima temporada, que poco a poco se va conociendo en algunas de nuestras orquestas.

Este concierto ha mostrado una vez más la coherencia y la claridad de ideas de Paul Daniel como programador. Toda una temporada bajo el título Naturaleza vida y amor no podía tener mejor final que el programa del jueves. Los tres conceptos han estado presentes de forma sobresaliente como cimiento de este concierto sobre el que Flores, Daniel y los músicos de la Real Filharmonía han erigido el muro maestro de Caballos mágicos, cerando a lo grande, con las tres paredes de Dvořák, una soberbia edificación.

Caballos mágicos  es, sin duda, una obra escrita a la medida de Pacho Flores. Cualquier técnica, cualquier ataque, cualquier color que se pueda hacer sonar con trompeta está presente en el concierto de Lindberg. La idea matriz se desarrolla idóneamente y su ejecución por el músico venezolano refulge sobre los climas sonoros creados por la orquesta.



Pacho Flores  durante el concierto | Xaime Cortizo


Las transiciones entre las seis secciones de la obra –que, como dijo Flores en la presentación, está escrita como un poema sinfónico-, que se tocan sin apenas interrupción, son más aglutinante que costura y dan al concierto una gran sensación de continuidad y unidad. 

El contraste entre un staccato casi picante y un legato  brillante y suave como un pañuelo de seda borda junto a las diferentes tensiones expresivas una preciosa pintura, casi una foto, del mítico Pegasus. La brillante redondez de sonido de Andalusian nos sugiere la elegancia de la fuerza domada de los caballos cartujanos y su baile en Jerez o su ballet en Viena. Luego, en Lusitano, el sonido de la trompeta en pianissimo sobre el glockenspiel  evoca toda esa gentileza de carácter de nuestros vecinos del Sur (o del Oeste, si se mira desde fuera de Galicia).

 

Manada de caballos appaloosa


Una fusión de juego y libertad caracteriza la cuarta sección, Equus ferus, y el sereno clima sonoro de Appaloosa abre la escena a horizontes inabarcables en una gran sintonía con las orquestaciones de las obras de Dvořák, que muestra otra vez la coherencia del programa. El juego rítmico entre trompeta y platillos se apodera del ambiente en la cadenza acompañada de la trompeta en Shagya  y hace mover pies y hombros a cuantos lo oyen, como la arena del desierto hace mover las patas a los caballos árabes. El sonido de la trompeta vuelve a ser mágico una y otra vez y nos conduce al asertivo acorde final de la orquesta.

El auditorio se manifiestó con un gran aplauso y solista y orquesta le regalan una gran versión de Revirado, de Astor Piazzolla, a quien Flores quería homenajear en su centenario. Y claro, sonando Piazzolla,  a ver quién para a tantos pies en su afán de movimiento.

Cartel del concierto


Las tres oberturas de Dvořák son la culminación sonora del título de la temporada y su eje argumental. La obertura Otelo recorre todas las sensaciones y sentimientos del amor, desde la quietud de su ambiente inicial y la insidiosa inquietud de los celos (esos clarinetes y flautas) a la desesperación y la tragedia final y esa especie de falsa pausa en los sentimientos previa a esta.

La versión de Daniel y la RFG hizo honor a toda la grandeza de los inabarcables horizontes y paisajes que sugieren algunas páginas de Dvořák y que están presentes en El reino de la naturaleza. Un sonido redondo, de gran  empaste y brillantez, que tuvo continuidad en Carnaval, una verdadera fiesta sonora cargada de vida, que culmina brillantemente una temporada salvada a base de ilusión, empeño, trabajo lleno de buen saber y mejor hacer.


Daniel y la RFG, saliudando al final del concierto


No podemos olvidar en este sentido la decisión de transmitir en “streaming live” todos los conciertos de la temporada, aprovechando así todas  las oportunidades técnicas. La orquesta fue a casa de sus seguidores y, gracias a ello, quienes por una u otra causa no se acercaron al Auditorio de Galicia pudieron gozar de una temporada tan dura y difícil como brillante en su desarrollo y resultados artísticos.

Pienso que reflejo el sentimiento de cuantos amamos la música expresando mi felicitación y agradecimiento a quienes de una u otra forma han sido sus artífices. El largo y muy cálido aplauso del público al final del concierto, que Daniel hizo llegar individualmente o por secciones a la orquesta, y que esta se lo dedicó a su titular, fueron una muestra del la estima y cariño a tres bandas entre el público, la orquesta y su director titular y artístico. Enhorabuena a todos.

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