06 mayo, 2016

Cultura e impulso




Solo las especies capaces de adaptarse a las condiciones de su hábitat  perduran, permanecen.

Las que mejor son capaces de transmitir sus actividades y comportamientos entre generaciones predominan, prevalecen. [1]

Los mestizajes vigorizan, fortalecen.


Árbol filogenético de Darwin

El mundo, o lo que Edward B. Tylor (1832–1917) llamaría cultura [2], vive un estado de cambio continuo que, en los últimos tiempos, sufre una aceleración progresiva y retroalimentada. Cualquier actividad humana que no se adapte a esta dinámica, puede quedarse atrás o incluso desaparecer. También la cultura, entendida en este caso tanto según el concepto clásico como en el iluminista [3].  

Desde un concepto globalizador u holístico de la cultura, la labor de esta en una sociedad es lo que las enzimas para un organismo vivo: un conjunto de catalizadores de sus reacciones bioquímicas –de sus interacciones sociales, en este caso-, sin los que fracasarían algunas de sus funciones metabólicas. La sociedad, pues, precisa de las industrias culturales (II.CC.) [4] del mismo modo que un cuerpo necesita que el corazón impulse la sangre para que esta circule por sus arterias, venas y capilares: para que las II.CC. hagan llegar hasta el último de los rincones del cuerpo social todos los elementos necesarios para su desarrollo cultural.



Hasta el último rincón
En una sociedad en crisis económica y de valores como la actual –y dejamos al margen su origen y causas últimas- la cultura y sus industrias encuentran una dificultad aumentada para cumplir su misión. Está demostrado que la mayoría de la población ha perdido poder adquisitivo por una nueva distribución  de la riqueza, ya que la crisis ha favorecido económicamente a las capas más poderosas de la sociedad.

En el mercado del arte, el desplazamiento del poder adquisitivo se traduce en el enlentecimiento de la circulación y comercialización de los productos de bajo y medio precio y la consiguiente pérdida de competitividad y/o viabilidad de los intermediarios que dirigen su actividad a este segmento.

Exterior Galería Vilaseco - Laboratorio Creativo

Si, como veíamos antes, quienes trabajan en la cultura necesitan que esta circule por la sociedad como la sangre por el cuerpo -para desarrollar su labor social, para sobrevivir, para crecer, para destacar-, se hace evidente la necesidad de nuevos impulsos revitalizadores.

Las empresas tienen en estos momentos la mejor ocasión de hacer regresar parte de sus beneficios a la sociedad –que, a la postre es la que las mantiene consumiendo sus productos-, paliando así parte de los efectos económicos que la crisis ejerce sobre un amplio abanico de actividades sociales.

Corporación Hijos de Rivera actúa como socio impulsor de 12 Miradas Riverside: un proyecto cultural multidisciplinar propuesto por la Galería Vilaseco - Laboratorio Creativo, que ha de desarrollarse tanto en el entorno urbano de A Coruña como en el rural de la Ribeira Sacra.

Ribeira Sacra


HOLY RIVER, RIVERSIDE
12 MIRADAS actúa como punto de encuentro entre diferentes actividades y disciplinas. Artesanía, arquitectura, artes plásticas y diseño textil e industrial se dan cita durante meses en la galería, que hace así honor a su nombre -y vocación- como Laboratorio Creativo.

Una selección anual de doce creadores vinculados a esas u otras disciplinas tienen “carta blanca”  para dirigirse al público hablando de doce momentos que dan constancia de sus ideas, proyectos o trayectoria profesional. Estos momentos son ilustrados visualmente durante las conferencias, quedando expuesta su plasmación material en la galería durante un mes.

Con el nombre Riverside, el proyecto extiende su acción hacia la Ribeira Sacra, donde se desarrollan dos actividades complementarias. Una es la celebración de talleres impartidos por los doce artistas implicados en el proyecto, dirigidos a personas de la zona que quieran participar en él. Este modo de hacer llegar la cultura hasta el último de los rincones del cuerpo social recuerda de alguna manera la actividad que desarrollaron Claudio Abbado y Maurizio Pollini en la Italia de los años sesenta, celebrando conciertos en fábricas y barrios obreros.

Es de señalar aquí la idea expuesta por Abbado, poco tiempo antes de morir, sobre la relación entre cultura y riqueza económica:

“Existe la sensación de que la riqueza económica de un país engendra la riqueza cultural, pero yo estoy convencido de que es al revés: los países ricos lo son porque son cultos, es decir, la cultura engendra la riqueza económica, y no al revés. Por desgracia, muchos políticos no entienden esto”



Pollini (i) y Abbado (d)
Riverside está llamado a ejercer sobre la actividad cultural –dentro del ámbito de actuación del proyecto- un estímulo que, de esta forma, viene a cerrar lo que bien se podría llamar un círculo virtuoso de interacción entre cultura y riqueza económica.

La otra actividad del proyecto en la Ribeira Sacra es la convocatoria de tres becas de investigación para una residencia de un mes en la zona. Esta convocatoria tiene un carácter abierto e internacional y está dirigida a investigadores y creadores en los campos de la artesanía, la arquitectura y el arte. Se trata así de detectar ideas que puedan ser investigadas y desarrolladas como proyectos notables, itinerantes y aptos para su desarrollo en esos tres campos.

Uno de los fines del programa Riverside es contribuir a la identificación y reconocimiento de aquellos proyectos que versen sobre el valor y sentido actual del mundo rural y sobre el desarrollo sostenible del territorio. Las ayudas se otorgarán, pues, a proyectos que puedan desarrollarse en el territorio de la Ribeira Sacra como avance del conocimiento del mismo, así como de su experimentación y desarrollo.  

Tanto o más que en cualquier actividad humana, los creadores  necesitan también de un recogimiento que les proporcione nuevas fuerzas e ideas. El entorno rural en que se han de desarrollar estas actividades de Riverside aporta la ventaja del sosiego y la calma que le son propios: para sobrevivir, adaptarse y transmitir sus conocimientos. En definitiva, para fortalecer la cultura en medio de la acelerada vorágine del s. XXI.




[1] En etología (estudio del comportamiento animal) se conoce como cultura de una especie el conjunto de costumbres, actividades o comportamientos transmitidos de una generación a otra en grupos de animales. Jesús Mosterín (Bilbao, 1941)  la define como la información transmitida por aprendizaje social entre animales de la misma especie, en contraposición a la información transmitida genéticamente. 

[2] Edward B.Tylor define la cultura como “aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre”.

[3] Los primeros usos del término (muy extendido luego en diversos idiomas europeos) provienen del que Cicerón -utilizando un símil agrícola en su texto Tusculanae Disputationes- llamó cultura animi (cultivo del alma), para describir el desarrollo de un alma filosófica. Durante el Siglo de las Luces se considera en el doble sentido como un espíritu folclórico (popular) con una identidad única y el antes mentado como cultivo de la espiritualidad o la individualidad libre, pero sin apuntar ya a la filosofía como perfección natural del hombre.

[4] La Unesco define la industria cultural como aquella que produce y distribuye bienes o servicios culturales que, “considerados desde el punto de vista de su calidad, utilización o finalidad específicas, encarnan o transmiten expresiones culturales, independientemente del valor comercial que puedan tener. Las actividades culturales pueden constituir una finalidad de por sí, o contribuir a la producción de bienes y servicios culturales”.

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