17 enero, 2016

Sobre pozos... de petróleo




Como el resto de los países de la Península Arábiga, Abu Dabi está situado sobre multitud de pozos de petróleo. Su inmensa riqueza y una cierta proyección de futuro ha permitido a este emirato destacarse entre los países de Oriente Medio como destino turístico. Para ello se ha venido abriendo, al menos aparentemente, a hábitos de vida occidentales y ha ido adquiriendo una cierta imagen de modernidad. Esta se refleja en sus inmensos rascacielos –aparentemente más surgidos que edificados- en el límite entre la arena del desierto y el agua del Golfo Pérsico o Árabe, según la nomenclatura preferida por estos países [1].

Abu Dabi. Foto RISTO VUOLANNE
Fruto de esta apertura a la moderna cultura occidental es Abu Dhabi Classics: una temporada de música sinfónica y de cámara para el que los dirigentes del país invitan a los más prestigiosos intérpretes y conjuntos internacionales con orquestas como la Gewandhaus de Leipzig, la Staatskapelle Dresden, la City of Birmingham Symphony Orchestra y, en esta edición, la Simón Bolívar de Venezuela.  

La puesta al día de este país se demuestra en la forma en que -según el gerente de la Orquesta Sinfónica de Galicia, Andrés Lacasa-, contactaron con la orquesta. “Sonó el teléfono y nos invitaron a ir a su festival; dijeron que habían escuchado muchas grabaciones nuestras por internet y nos pidieron ir con Mahler”.

Rodeados de oro
La OSG ha sido así la primera orquesta española invitada a Abu Dhabi Classics. Su apuesta de la por las nuevas tecnologías había mostrado su eficacia comunicativa . Las numerosas obras subidas a su propio canal de You Tube y las transmisiones por streaming y en HD de algunos de sus conciertos a través de este canal han dado el fruto que era de esperar dado el buen nombre de la orquesta, que tantos directores y solistas invitados ya han difundido por el mundo adelante. Una invitación a lo grande, con todos los gastos pagados -incluidos todos los desplazamientos internos; algo poco habitual en estos casos-. Resulta que es posible hacer patria y al mismo tiempo hacer caja, o al menos no incurrir en déficit, lo que en época de recortes no deja de ser algo realmente destacable.

Salón del hotel Emirates Palace

La gira de la OSG ha constado de dos conciertos. El primero se ha celebrado el miércoles 13 en el Auditorium Hall del hotel Emirates Palace, una sala con un aforo de unas 1000 /1200 plazas construida y decorada con esa ostentación que es habitual consecuencia de la inmensa riqueza petrolera. En su debut emiratí la Sinfónica y Dima Slobodeniouk interpretaron el Concierto para piano nº 4 en sol mayor, op. 58 de Beethoven –en el que acompañaron a Javier Perianes- y la Sinfonía nº 6 en la menor, de Mahler.

Auditorium Hall del hotel Emirates Palace

Noches en los jardines de Al Ain
El jueves 14 la Sinfónica se trasladó a Al Ain, ciudad fronteriza con el sultanato de Omán para celebrar el segundo concierto de la gira. Al Ain (El Manantial, en árabe) es una ciudad de más de seiscientos mil habitantes crecida en la zona conocida como el Oasis de Buraimi y, en contraste con Abu Dabi, sus edificios no pueden pasar de cuatro alturas.

El concierto se celebró en la fortaleza de Al Jahili, una antigua construcción militar destinada a proteger los oasis, sedde habitual de eventos de Abu Dhabi Classics. Un concierto nocturno y al aire libre en un lugar así es seguramente uno de los mejores escenarios posibles para interpretar las Noches en los jardines de España. Después de La Alhambra, naturalmente.

Escenario en Al Jahili. Foto MIHAI TANASESCU

En la noche del oasis la OSG volvió también a tocar música centroeuropea. Que a una orquesta española le pidan este repertorio en una gira internacional es una buena prueba del prestigio internacional conseguido por la Sinfónica en sus ya casi veinticuatro años de vida. Para este concierto, junto a la obra de Falla, puso en sus atriles el Preludio y muerte de amor de la wagneriana Tristán e Isolda y la Sinfonía nº 4 en mi menor, op. 98 de Brahms.

Labor social
Los que me leéis habitualmente sabéis la gran importancia que tiene para mí la labor social de una orquesta sinfónica. Las actividades didácticas de la Real Filharmonía y de la Sinfónica, junto al proyecto Resuena de esta son ejemplares en este sentido. En su gira por Abu Dabi, la OSG ha vuelto a ejercer esta labor social acercando la música a los escolares de Al Ain por medio de María José Ortuño, David Villa, José Luis Sogorb, Alejandro sanz y Adrián Linares.

La descripción de esta jornada en el blog de viaje de Javier Vizoso me recuerda, con una emocionada nostalgia, lo que pude vivir en una favela de São Paulo [2] en la gira de la OSG por Sudamérica de hace 7 años. Se me dirá, con razón, la enorme diferencia de ambiente de ambos encuentros: de las ropas de aquellos meninos a los uniformes de estos colegiales abudabíes; o de la digna pobreza de unas salas con apenas cuatro sillas y unas pizarras en Brasil a los butacones ricamente tapizados en piel de lo que tengo entendido que es un salón de actos colegial.

Niños en Al Ain. Foto OSG

Pero hay algo que brilla por igual en estos encuentros: los ojos de los niños descubriendo lo que para ellos es todo un mundo nuevo. Y si los de los pequeños de São Paulo podían reflejar una vía de ascenso social, los de esa niña de pelo rizado de la foto comiéndose con la mirada a María José Ortuño son la llama viva de una esperanza. 

Foto OSG

La de que algún día, esperemos que no lejano, cualquier muchacha de los países árabes pueda estudiar y ejercer libremente el arte de la música. Sin trabas religiosas o sociales, como cualquier mujer occidental. Nada ni nadie podrían cerrar mejor esta crónica que esta niña comiéndose con la mirada a María José Ortuño y su flauta.


[1] Históricamente, ha sido llamado Limen Persikos por los griegos, Sinus Persicus por los romanos y Bahr al-Farsi (Mar Pérsico) por los geografos árabes de la Edad Media. Desde la década de los 70, Arabia y otros países árabes han preferdido llamarlo Golfo Árabe, rechazando el nombre “Golfo Pérsico”. Pero este el nombre oficial, según dos directivas de la ONU publicadas en 1994 y 1999.
[2] Enseñando a tocar; enseñando a vivir “...También son enormes en São Paulo las diferencias sociales. Resultan visibles en la abundancia de personas “sin techo” que pululan por el centro y duermen bajo sus túneles, son evidentes cuando se pasa por otros barrios más pobres y se clavan, agudas como dagas, cuando se visita una de sus 'favelas'. Entre otros dos exitosos conciertos, éstos en la sala São Paulo, una estación de tren reconvertida en un auditorio de excelente acústica, la Sinfónica mostró la cara más humana del arte en Heliópolis, la mayor favela  de la ciudad, en la que 120.000 personas habitan -el verbo vivir es puro sarcasmo cuando se ha pasado por allí aunque sea una mañana- en unas terribles condiciones de hacinamiento e insalubridad.
Algunas personas y organismos tratan de mejorar estas condiciones en la medida de sus recursos. De aquéllas conocimos a Donha Lourdinhas. Una mujer muy menuda de cuerpo pero de enorme espíritu, como una Teresa de Calcuta seglar, que rige en el corazón mismo de la miseria un dispensario, Espaço vida saudavel, al que acuden los vecinos en busca de una salud física y social que reparte con la alegría de su eterna sonrisa. Ella fue quien eligió a los treinta primeros alumnos del proyecto con el que colaboró la Sinfónica.
Éste es un proyecto de referencia para la Ciudad y el Estado de São Paulo, que han hecho de Heliópolis un espacio piloto para la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Se trata de un proyecto “social, no asistencial”, según cuentan sus responsables, iniciado hace 11 años por el maestro Vaccarelli con aquellos primeros niños presentados por Dª Lourdinhas. Talleres y escuela de música en un ambicioso proyecto para mejorar su vida. Durante la visita a sus instalaciones, un escalofrío recorre la espalda de los visitantes; será el aire acondicionado. Cuando los chavales tocan unas sencillas piezas como saludo, el escalofrío arrecia en una sala bien calurosa y la humedad de la transpiración se traslada a los ojos. No: no era el aire acondicionado.
En las clases, cinco profesores de la OSG dan lo mejor de sí mismos. Massimo Spadano trata de dar flexibilidad a su alumno de violín. José Vicente Castelló busca la calidad del sonido de las trompas en unas escalas cuyos diferentes ritmos ¡cómo no! son rápidamente asimilados por os meninos. Casey Hill pide fraseo y contraste de emociones al oboe de su alumna. John Etterbeek camina marcial al lado del suyo mientras le enseña ¡en gallego! cómo administrar la columna de aire para dar continuidad al sonido. Y Zecharies, claro, contagia su entusiasmo y enseña a coordinar fraseo, arco y respiración”.


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