19 noviembre, 2015

Tres D.S. en A Coruña. De la fiesta al luto.




El viernes 13 y el sábado 14, tres músicos con las iniciales D.S. coincidieron sobre el escenario del Palacio de la Ópera de A Coruña. Dmitri Shostakóvich, cuyo Concierto nº 2 para violín en do menor, op. 129 fue interpretado por su tocayo Dmitri Sitkovetski, acompañado por Dima Slobodeniouk al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia. La Sinfonía nº 95 en do menor de Franz Joseph Haydn abrió la que resultó ser una gran velada, que sería cerrada por la versión para concierto (revisión de 1947) del ballet Petrushka, de Ígor Stravinski.

Franz Joseph Haydn
La Sinfonía nº 95 en do menor, tercera de las llamadas “Sinfonías de Londres” de Haydn [1], es una magnífica muestra de la capacidad de su autor para conjugar su alta inspiración melódica con el oficio y conocimiento de las modas y mercado  musical de su época. También lo habría sido la anunciada en el programa general de la temporada y referenciada por José Luis Pérez de Arteaga en sus siempre brillantes notas al programa, algo que confundió a algún que otro aficionado.

La versión ofrecida por Slobodeniouk y la OSG tuvo una tersura de sonido y una disposición de planos que permitió apreciar toda la arquitectura y detalles de la obra. Resaltó la personalidad de cada movimiento: el Andante, con la suave sinuosidad del legato inicial y el preciosismo casi puntillista del staccato de su segunda sección; en el Minueto, tocado por la mejor gracia de esta danza, creó un marco sonoro en el que destacaron los primorosos solos de chelo de Ruslana Prokopenko. Y, finalmente, el titular de la Sinfónica dio al Vivace esa eficacia conclusiva con la que Haydn, gracias al conocimiento de su público arriba indicado se permitía rematar magistralmente sus obras.

Del Shostakóvich más íntimo
Volvió Dmitri Sitkovetski (Bakú, 1954) al palacio de la Ópera de A Coruña. Un reencuentro en el que el público comprobó otra vez la absoluta solidez técnica y musical del violinista, director y arreglista [2] azerbayano. Su versión del Concierto para violín nº 2 en do menor de Shostakóvich se caracterizó por un increíble sonido y gran profundidad conceptual.

Dmitri Sitkovetski. Foto de Xurxo Lobato cedida por la OSG

Mostró en su plenitud la alternancia tan característica del autor petersburgués entre momentos  de lucha interna con otros de ironía y sarcasmo, que en esta obra tienen el fondo de un personalísimo intimismo. Las distintas voces del violín y sus diálogos con trompa y maderas destacaron en el Moderato inicial, En el Adagio, su tenue y serena luminosidad  de nocturno, su diálogo con flauta, clarinete y el gran solo de trompa. Y en el último movimiento, tras la breve introducción, su amalgama de viveza con dureza, la tremenda cadenza solista y  el acerado brillo final.

Una fiesta en San Petersburgo...
En la revisión de Petrushka de 1947, Stravinski proporcionó a su viejo ballet una nueva vida, simplificando la orquestación, cambiando algunos tempi y proporcionándole un sonido más apropiado para versión de concierto, ya sin la servidumbre de la coreografía. La versión de Slobodeniouk y la OSG ilustró cada una de las seccciones de la obra: en ella, brilló el espíritu del ballet original, pudiéndose seguir a la perfección su argumento con la única guía de una atenta escucha.

Escena de Petrushka

La música fue ilustrando cada escena del ballet: el ambiente festivo inicial de la feria de Shrovetide [3] y la magia del titiritero insuflando el hálito vital a las tres marionetas protagonistas (la bailarina, el moro y Petrushka); la torpeza de éste en la conquista amorosa; el lujo de oropel de su habitación; su engreimiento frente la bailarina en contraste con su falta de maña ante una simple fruta; la levedad corporal y coqueta ligereza de espíritu de ésta en su danza; el contraste con la pesantez de la danza del campesino y el oso o el drama de la muerte de Petrushka a manos del moro. Y el soberbio final con el enfrentamiento del titiritero con el policía y el misterio de la “restitución” de la vida de Petrushka por el feriante.

Fue una interpretación que por su riqueza tímbrica se podría llamar -imitando el lenguaje cinematográfico del ya lejanísimo siglo XX- “technicolor sonoro”. Y en la que una cámara de “vídeomúsica” pasara del plano general de los tutti a los medios y primeros planos, usando para ello el zum de cada seccción y solista de una orquesta que marcó en todo momento la impronta de su buen hacer. Otro concierto para el recuerdo; un recuerdo que pronto se vio oscurecido por las noticias que llegaban de Francia.

...y un viernes cercenado
El concierto del sábado se inició con el homenaje de la gran familia de la Orquesta Sinfónica de Galicia a las víctimas de los atentados de la noche anterior en París.

París, de luto por las víctimas

Músicos, empleados y público expresaron la solidaridad de los ciudadanos coruñeses con los parisinos a través de un minuto de silencio y la interpretación del Himno Galego. 


Minuto de silencio durante el concierto del sábado 14

Fue la respuesta de cientos de personas ante la feroz actuación de una de esas jaurías que sólo buscan hacer daño derramando sangre y extendiendo indiscriminadamente el sufrimiento. Que pretenden someter así lo que nunca será sometido por la fuerza: nuestra libertad. Que, en compañía de nuestros semejantes o en la más estricta intimidad, siempre hallará dónde manifestarse. Porque nadie podrá impedir a un ser humano encontrar el consuelo de la música en un himno compartido o el último y más íntimo reducto de su pensamiento, en el que siempre podrá recordar una melodía amorosa o el lejano eco  de una nana.



[1] Las llamadas Sinfonías Londres constan de dos series de seis obras cada una y corresponden a cada una de las dos estancias del autor en la capital inglesa. La primera comprende las sinfonías compuestas en Londres y numeradas del 93 al 96, fechadas en 1791, y las 97 y 98, que lo están en 1792. La segunda (números 99 a 104) fue compuesta entre Viena y Londres en el periodo 1793-95.

[2] La más aquilatada muestra de esta faceta de Sitkovetski es su extraordinaria versión para trío de cuerdas (violín, viola y violonchelo) de las monumentales Aria mit verschiedenen Veränderungen (Aria con distintas variaciones), BWV 988, originales para clave y conocidas como Variaciones Goldberg. La primera grabación fue interpretada por el propio Sitkovetski con el violista Gérard Caussé y Mischa Maiski en el chelo. Recientemente ha vuelto a grabarlas para el sello Nimbus.

[3] Feria de la semana de Carnaval

1 comentario:

  1. Vaya despiste. Supongo que alguno de los que lo habéis leído os habéis dado cuenta de que bailé Shostakóvich y Stravinski. Lo siento. Ya lo he corregido.

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