03 junio, 2015

Clausura de temporada de la OSG, 1



El viernes día 22 de mayo, la Orquesta Sinfónica de Galicia celebró el último concierto de abono de la temporada 2014–2015. En la primera parte del programa, un arreglo para metales de las Vísperas de la beata Virgen, de Claudio Monteverdi, y Let me tell you, obra para soprano y orquesta de Hans Abrahamsen. Para la segunda, la monumental Pinos de Roma, de Ottorino Respighi, que tocó con el refuerzo de numerosos miembros de la Orquesta Joven.

Tengo por norma no hacer crítica de ningún concierto en el que haya colaborado, por lo que tampoco la haré de éste, ya que escribí las notas al programa. En su lugar, para quienes no pudisteis leerlas en su momento y especialmente para quienes no asististeis al concierto, publico hoy una parte de ellas, la  correspondiente a la obra de Monteverdi, dejando para próximas entradas las obras de Respighi y de Abrahamsen, Let me tell you, obra esta última que la OSG y Dima Slobodeniouk estrenaban en España.

Claudio Monteverdi
Monteverdi es considerado como el mayor autor de madrigales, con nueve libros dedicados al género. Escribió los cuatro primeros en el estilo polifónico tradicional, prima prattica, que combinaba la escritura homófona con la contrapuntística de cinco voces, aunque usando muy libremente armonía y disonancias. A partir del quinto libro evolucionó hacia la llamada seconda prattica, llegando a cotas técnicas nunca antes alcanzadas: escribe para cinco o seis voces y la música se subordina a la expresión emocional del texto poético [1] en franca evolución hacia el teatro musical, género que cultivó con éxito. En este sentido, L’Orfeo [2] no deja de ser el resultado final de una evolución del género madrigalesco dirigida al teatro musical, la ópera en este caso.

Vísperas de la Beata Virgen
Aunque Monteverdi consideraba que la prima prattica era adecuada para música sacra y la seconda para el madrigal, donde era esencial poder expresar las líneas emocionales del texto, en las Vísperas utiliza ambas técnicas, de tal modo que son un  lejano precedente de la emoción espiritual expresada en los coros y las arias de las Pasiones de Bach. La obra, publicada en Venecia en 1610, es de un tamaño monumental y conlleva una gran dificultad de ejecución, requiriendo un coro de tamaño y calidad suficientes como para afrontar hasta diez diferentes partes vocales. Monteverdi, con gran sentido práctico, no especifica los instrumentos de ripieno del acompañamiento (lo que hoy llamamos tutti), permitiendo así a cada director adaptarse a los efectivos disponibles. Sí incluye, en cambio, partes a solo para violín y para corneta y dos versiones del Magnificat final, en función de los efectivos disponibles.

Dima Slobodeniouk y metales de la OSG/OJSG
(foto cedida por la OSG, © Pablo Rodríguez)

La obra completa se estructura sobre varios textos bíblicos usados en la liturgia de diferentes fiestas marianas de la iglesia católica. Su estructura es la tradicional, que incluye un Introito (apertura con versículo, que en este caso utiliza  elementos de la introducción de L’Orfeo), una sucesión de cuatro salmos –seguido cada uno por un motete, excepto el quinto que lo es por una sonata-, el himno Stella maris y el Magnificat; éste, en las dos versiones arriba citadas.

El arreglo para metales incluye cinco partes del original: el Introito (Deus in Adjutorium); el salmo 126 (Nisi Dominus); el himno Ave Maris Stella; el Salmo 147 (Lauda Jerusalem) y el Sicut erat in principium que forma parte del primer número. Se creó para su interpretación por el grupo Canadian Brass junto a solistas invitados de la New York Philharmonic y la Boston Symphony. El conjunto instrumental está compuesto por tres coros de metales, constituido cada uno por dos trompetistas que usan instrumentos de diferente afinación –si bemol, mi bemol, y piccolo (trompeta barroca)-, trompa en fa, trombón y tuba (el tubista del tercer coro usa también bombardino).






[1] Monteverdi consideraba a este respecto que "las palabras son dueñas de la armonía, no esclavas".
[2] L’Orfeo, considerada como una de las primera ópera de la historia, fue estrenada en la corte de Mantua en el carnaval de 1607 y es escrita como competencia con la Euridice de Jacopo Peri de 1600.

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